Diego Marina se retira de la disidencia con este lacónico comentario: «Buenas Santiago, te escribo para informarte que por asuntos de trabajo me voy a ver obligado a suspender las entrevistas de los jueves (ando con mucho trabajo y voy a tener que reducir, al menos durante una temporada, mi actividad disidente). Muchas gracias por todo. Un abrazo».
La cuestión es qué hacen ahora todos los que creen llegado el momento de dar un paso adelante en el terreno político con ánimo de ocupar al menos los suficientes escaños en los ayuntamientos y parlamentos como para hacerse oír, para exigir que se investigue todo lo sucedido durante la plandemia, también antes, en los prolegómenos, y después, ahora. Los disidentes hemos tenido que soportar insultos, ironía, desdén… Se nos ha tachado de negacionistas, antivacunas… Hemos tenido que soportar el maltrato que han recibido nuestros padres y abuelos, miles de ellos muertos en extrañas circunstancias, a nuestros bebés les han inoculado medicamentos experimentales, nos han confinado, nos han quitado nuestros derechos fundamentales, nos han impedido viajar, nos han obligado a ir enmascarados… No debemos quedarnos con los brazos cruzados. Se llame ADN o se llame DNA, la fórmula de crear redes independientes que luego formarían una gran red es interesante, y lo es también que se sumara Iberoamérica. Pero crear esa red exige esfuerzo, dedicación, ganas… Quien crea estar dispuesto y preparado que dé un paso al frente… Muchos lo seguirán. Estas semanas de atrás la irrupción de ADN supuso tal estímulo que hubo quien agitó el aire con tambores de guerra. Sería una pena que nadie se subiera a ese barco ahora que estaba a punto de navegar.