La energía de fusión es el desafío técnico más bestia que la humanidad intenta abordar en este raro momento conflictivo que cruzamos. Ya está dicho y probado por los científicos: la fusión nuclear produce más energía que la fisión, con la ventaja de que no puede explotar, ya que, si algo va mal, la reacción -de motu proprio- se detiene. Por lo visto y sabido es la única tecnología capaz de responder al reto energético al que se enfrenta la ciencia universal. Los seres humanos más sesudos, elegidos en diferentes países, tienen un rutilante reto: tratar de reproducir el proceso que se da en el interior de las estrellas. Recordemos, sin acojonarnos, que el sol es una estrella. International Thermonuclear Experimental Reactor (ITER) es el nombre del megaproyecto que sueña alcanzar un proceso de energía limpia inagotable y con fines pacíficos. Y mientras tanto, esos –mismísimos- países que colaboran económicamente y políticamente para esta noble causa, que suponemos nos augurará un mejor futuro, dejan correr sobre las sucias páginas manchadas de sangre en la historia el genocidio de Gaza, perpetuándose con una frialdad tan vergonzante como imposible de explicar. Y, a poco que revuelvas en el imaginario de uso cotidiano, te recordarás del emoticono de un sol con gafas negras 😎, que pretende significarse como algo despreocupadamente genial y muy “guay”, que le viene al caso como a un santo unas pistolas en un pedestal de drones asesinos. Ese sol, que sale a diario para todos por igual, es el epítome de la tragedia que celebramos sin dar crédito a estos siderales silencios que nos hacen cómplices de la masacre contra un pueblo. Algunos expertos elevan a más de 100.000 la cifra de fallecidos por las acciones militares, y según Catherine Russell – Directora ejecutiva de UNICEF- más de 17.000 niños ya han muerto, y la cifra promedio es de 28 niños al día. Fusión sin fisión de sufrimientos bajo un sol de injusticia que no hace ningún guiño a la paz, y que pone ahora de moda el tirotearlos en las colas de recogida de comida. Ya Leonardo da Vinci nos anticipó este futuro desolador que nos embarga: “el sol nunca ve la sombra”. Quería el sabio mandarnos un mensaje para no detenernos ante la adversidad, pero …solo en este punto no estuvo brillante. En este punto suspensivo estamos todos cobardemente AGAZAPADOS.
La energía de fusión es el desafío técnico más bestia que la humanidad intenta abordar en este raro momento conflictivo que cruzamos. Ya está dicho y probado por los científicos: la fusión nuclear produce más energía que la fisión, con la ventaja de que no puede explotar, ya que, si algo va mal, la reacción -de motu proprio- se detiene. Por lo visto y sabido es la única tecnología capaz de responder al reto energético al que se enfrenta la ciencia universal. Los seres humanos más sesudos, elegidos en diferentes países, tienen un rutilante reto: tratar de reproducir el proceso que se da en el interior de las estrellas. Recordemos, sin acojonarnos, que el sol es una estrella. International Thermonuclear Experimental Reactor (ITER) es el nombre del megaproyecto que sueña alcanzar un proceso de energía limpia inagotable y con fines pacíficos. Y mientras tanto, esos –mismísimos- países que colaboran económicamente y políticamente para esta noble causa, que suponemos nos augurará un mejor futuro, dejan correr sobre las sucias páginas manchadas de sangre en la historia el genocidio de Gaza, perpetuándose con una frialdad tan vergonzante como imposible de explicar. Y, a poco que revuelvas en el imaginario de uso cotidiano, te recordarás del emoticono de un sol con gafas negras 😎, que pretende significarse como algo despreocupadamente genial y muy “guay”, que le viene al caso como a un santo unas pistolas en un pedestal de drones asesinos. Ese sol, que sale a diario para todos por igual, es el epítome de la tragedia que celebramos sin dar crédito a estos siderales silencios que nos hacen cómplices de la masacre contra un pueblo. Algunos expertos elevan a más de 100.000 la cifra de fallecidos por las acciones militares, y según Catherine Russell – Directora ejecutiva de UNICEF- más de 17.000 niños ya han muerto, y la cifra promedio es de 28 niños al día. Fusión sin fisión de sufrimientos bajo un sol de injusticia que no hace ningún guiño a la paz, y que pone ahora de moda el tirotearlos en las colas de recogida de comida. Ya Leonardo da Vinci nos anticipó este futuro desolador que nos embarga: “el sol nunca ve la sombra”. Quería el sabio mandarnos un mensaje para no detenernos ante la adversidad, pero …solo en este punto no estuvo brillante. En este punto suspensivo estamos todos cobardemente AGAZAPADOS.