EPP y VOX se echaron las castañas al fuego en octubre del año pasado con una votación en contra de proposición de una ley de bomberos que diera un remojón de soluciones frente a la adversidad a los castellano leoneses, y eligieron echar gasolina a los castaños de estas, dejando en pelota picada a los más de cuatro mil forestales encargados de vigilar nuestros montes. La hemeroteca vallisoletana del momentazo con las declaraciones de estos sujetos-actores de esta sandez piromaníaca, deja sus rostros muy colorados y acalorados, con la escapatoria de tortuga que les aconteció. Les parecía entonces una “cuestión menor” que, además, por joder su acartonada sensibilidad urticaria, tenía términos “inclusivos” que afectaban a sus santos y delicados cojones. Es lo que podríamos llamar, sin equivocarnos, una decisión cerilla que echaba más leña al fuego, ya hirviente, de quienes tienen a bien dedicar sus vidas a sofocar catástrofes como la que no acabamos de terminar de sufrir. Quedan en negro paisajístico un patrimonio como Las Médulas, cerca de diez mil evacuados, cientos de heridos y algunos muertos que para ellos son poca mecha en un polvorín de mierdas avaladas por su abundante estulticia. El peor incendio de esta nuestra España de todos, desde que hay registros, dejará en cenizas más de 84000 hectáreas, y los cenizos de casi siempre añadirán las del puro que se fuman sin tragar el humo, quienes han propiciado que este desastre pase a mayores sin vergüenza solemne y sin el oprobio merecido. Bomberos, trabajadores de la extinción de incendios, Guardia Civil, Protección Civil, Cruz Roja, la muy valerosa UME y los voluntarios, en jornadas brutales de más de 15 horas, se están dejando la piel literalmente chamuscada en esta lucha, y nunca podremos agradecerles suficientemente su sacrificado esfuerzo, porque las malas decisiones de la superior superioridad incompetente en sus competencias les encajen una condena innecesaria y a todas luces inhumana. Nuestros paisajes, nuestros hermosos recursos ambientales y nuestro verde esperanza, hermoso y necesario lecho natural de nuestra vida, se ha colmado de sombrías cicatrices que tardarán más de 25 años en camuflarse malamente con los restos de este naufragio de fuegos que han asolado el corazón de la sufrida comunidad castellanoleonesa, que aúna fríos invernales y calores sofocantes por igual, que aúna desidia y abandonos por igual, que aúna disparate y torpeza por igual, que aúna lo estúpido y lo burocrático sin miramientos solventes, pero que no puede aunar la resignación y el abandono. La consternación y la tensión se han hecho fuertes en los cuarenta municipios afectados por las llamas, y los despachos capitalinos echan chispas regadas por gintonics y tintos de verano que no vienen al caso. La más asombrosa de las cualidades del fuego es que se autoperpetúa al establecerse su característica principal dentro de un proceso que se alimenta a sí mismo indefinidamente. Mientras haya materia y …mientras el cuerpo aguante seguiremos echando chispas, porque al siempre limpio León se le hayan subido tóxicamente los humos y la desconsolada mala leche. Para algunos de esta jadeante Comunidad sofocada, el cambio climático seguirá siendo una bobada a la altura científica de su soberbia gilipollez y eso es tristemente preocupante.