En esta chocolatada de pigmeos congresistas y senadores verderones naranjizados, nada tan disparatado como la bobalicona actitud de estos sujetos tan proclives a la sorpresa dialéctica tomada por los pelos entre la rabia, la impotencia y el enfado. Es ya demasiado ridículo Feijoooo, y él lo sabe, achacar todos los males del mundo mundial a Sanchezzzz y luego ser incapaz de dar réplica coherente y discurso convincente para ponerlo en valor. Un tipo farfullador compulsivo a la gallega, cuyo mensaje nadie compra ni en wallapop rebajado a medida del consumidor más extravagante. El aspirante a presidente es un aspirador del todo a cien, de esos sin cable que solo funcionan a una mano y que obligan con la otra a sacudir la mierda que a veces es tan ocurrente que atasca el tubo y hace retemblar las ideas. Mientras, Sanchezzzzz duerme en la z como onomatopeya sin insomnios traumáticos. Es difícil hablar de limpieza cuando se está de mugre hasta las trancas, no tienes grifo y tienes un puñado de corrupciones regando los juzgados a menos de dos meses vista. (Vuelve la carnicería Lezo, la pescadería Gürtel y la fruteria Kitchen). Es difícil hablar zzzzpetado de tranquilidad y sosiego cuando tienes a dos puteros colgándote de los huevos con alambre de concertina y a tu hermano y a tu moza, sin pruebas documentadas todavía con burbujas y limón, pendientes de ser pringados a saco. Picoteando a su alrededor los enanos umpalumpas de uno y otro bando de bandurrios, buscando como la gallina de Stalin sus merecidos puñaditos de maíz transgénica baratita. Así, desplumados y enchocolatados, van creciendo dentro de sus filas los enanos senadores y congresistas que Roald Dahl no se atrevió a colocar en la fábrica del gran cacao Wonka, porque le parecían falaces además de monstruosos y ácidamente organolépticos. 350 diputados elegidos por sufragio universal cada cuatro años , y 208 senadores electos con 58 senadores designados por las asambleas legislativas de las regiones españolas, dan para pensar si las acondroplastias políticas nos dan de verdad el servicio que merecemos y pagamos. La cosa sería facil si, al menos, fueran buenas personas. Nadie en mi calle es capaz de nombrar de carrerilla 12 políticos conocidos de uno u otro signo. Nadie. Esos doce dan el careto por todos los demás, que se supone curran en comisiones temáticas sobre lo que se celebre para darles a esta docena de rostros mediáticos la chuleta de los argumentarios que sostienen sus poltronas. Si fueran buenas gentes, se reunirían, tomarían unas cervezas y unas anchoas de aperitivo, y nos arreglarían el país dentro de lo razonable que zurciera tanto el roto como el descosido. Pero estos seres, aupados por los de las mitocondrias recauchutadas con cinismo, atacan la lógica con sus versiones más pelotudas: umpalumpen, umpalampa, umpalimbos, umpalchundas y umpalafware. Son nuestra herida en la esperanza que ya está a puntito de ser incurable. Antes los pelotas y los jesuseros (esos que acompañan al jefe para regalarle un sentido “Jesús” cuando estornuda), se diferenciaban por las babas que arrastraban tras de sí, pero ahora, ya legitimados por las urnas, son secos trabajadorcitos silentes que aprietan el botón que manda el líder con cara de umpalumpa formal, sumiso y lameculos mentolado. Solo algunos se distinguen por su protagonismo furioso y combativo, y son los especializados en trafullear titulares de periódicos. Son muy muy muy conocidos, y se les distingue porque cuando abren la boca salen de sus adentros ratas vivas especializadas en roernos las meninges con su mordaz estilo de insultar, mentir y chapotear desde la marrón chocolatada, sin acordarse de que, en origen, todos eran Oompa-Loompas incapacitados por sus características anaranjadas y verdosas para celebrar el próximo día de la HISPANIDAD como “mucho españoles” marcando el paso pato con una bandera a sus espaldas que consideran propia y muy propia y ni de ti ni de nadie más. ( ¡Como me gusta el “libre te quiero” de Agustín Garcia Calvo cuando es Amancio Prada quien lo canta!)
En esta chocolatada de pigmeos congresistas y senadores verderones naranjizados, nada tan disparatado como la bobalicona actitud de estos sujetos tan proclives a la sorpresa dialéctica tomada por los pelos entre la rabia, la impotencia y el enfado. Es ya demasiado ridículo Feijoooo, y él lo sabe, achacar todos los males del mundo mundial a Sanchezzzz y luego ser incapaz de dar réplica coherente y discurso convincente para ponerlo en valor. Un tipo farfullador compulsivo a la gallega, cuyo mensaje nadie compra ni en wallapop rebajado a medida del consumidor más extravagante. El aspirante a presidente es un aspirador del todo a cien, de esos sin cable que solo funcionan a una mano y que obligan con la otra a sacudir la mierda que a veces es tan ocurrente que atasca el tubo y hace retemblar las ideas. Mientras, Sanchezzzzz duerme en la z como onomatopeya sin insomnios traumáticos. Es difícil hablar de limpieza cuando se está de mugre hasta las trancas, no tienes grifo y tienes un puñado de corrupciones regando los juzgados a menos de dos meses vista. (Vuelve la carnicería Lezo, la pescadería Gürtel y la fruteria Kitchen). Es difícil hablar zzzzpetado de tranquilidad y sosiego cuando tienes a dos puteros colgándote de los huevos con alambre de concertina y a tu hermano y a tu moza, sin pruebas documentadas todavía con burbujas y limón, pendientes de ser pringados a saco. Picoteando a su alrededor los enanos umpalumpas de uno y otro bando de bandurrios, buscando como la gallina de Stalin sus merecidos puñaditos de maíz transgénica baratita. Así, desplumados y enchocolatados, van creciendo dentro de sus filas los enanos senadores y congresistas que Roald Dahl no se atrevió a colocar en la fábrica del gran cacao Wonka, porque le parecían falaces además de monstruosos y ácidamente organolépticos. 350 diputados elegidos por sufragio universal cada cuatro años , y 208 senadores electos con 58 senadores designados por las asambleas legislativas de las regiones españolas, dan para pensar si las acondroplastias políticas nos dan de verdad el servicio que merecemos y pagamos. La cosa sería facil si, al menos, fueran buenas personas. Nadie en mi calle es capaz de nombrar de carrerilla 12 políticos conocidos de uno u otro signo. Nadie. Esos doce dan el careto por todos los demás, que se supone curran en comisiones temáticas sobre lo que se celebre para darles a esta docena de rostros mediáticos la chuleta de los argumentarios que sostienen sus poltronas. Si fueran buenas gentes, se reunirían, tomarían unas cervezas y unas anchoas de aperitivo, y nos arreglarían el país dentro de lo razonable que zurciera tanto el roto como el descosido. Pero estos seres, aupados por los de las mitocondrias recauchutadas con cinismo, atacan la lógica con sus versiones más pelotudas: umpalumpen, umpalampa, umpalimbos, umpalchundas y umpalafware. Son nuestra herida en la esperanza que ya está a puntito de ser incurable. Antes los pelotas y los jesuseros (esos que acompañan al jefe para regalarle un sentido “Jesús” cuando estornuda), se diferenciaban por las babas que arrastraban tras de sí, pero ahora, ya legitimados por las urnas, son secos trabajadorcitos silentes que aprietan el botón que manda el líder con cara de umpalumpa formal, sumiso y lameculos mentolado. Solo algunos se distinguen por su protagonismo furioso y combativo, y son los especializados en trafullear titulares de periódicos. Son muy muy muy conocidos, y se les distingue porque cuando abren la boca salen de sus adentros ratas vivas especializadas en roernos las meninges con su mordaz estilo de insultar, mentir y chapotear desde la marrón chocolatada, sin acordarse de que, en origen, todos eran Oompa-Loompas incapacitados por sus características anaranjadas y verdosas para celebrar el próximo día de la HISPANIDAD como “mucho españoles” marcando el paso pato con una bandera a sus espaldas que consideran propia y muy propia y ni de ti ni de nadie más. ( ¡Como me gusta el “libre te quiero” de Agustín Garcia Calvo cuando es Amancio Prada quien lo canta!)