“Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis
cumplir. El homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque
no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso y
padre de la mentira.” (San Juan, cap. VIII, versículo 44).
Hoy es la festividad católica de San Miguel Arcángel, un buen día para recordar la
advertencia de San Pablo a los Efesios (c VI, 12):“Revestíos de la armadura de Dios
para que podáis resistir los asaltos del diablo. Que no es nuestra lucha contra la carne
y la sangre, sino contra los principados y las potestades, contra los poderes
mundanales de las tinieblas de este siglo, contra los espíritus malos que andan por los
aires. Por esto tomad la armadura de Dios para que podáis poner resistencia en el día
malo y, poniéndolo todo en obra, manteneros en pie. Manteneos, pues, firmes, ceñidos
vuestros lomos con la verdad, y revestidos con la corona de la justicia…” O bien el
capítulo XII del Apocalipsis en el que se anuncia que: «Y fue hecha una gran batalla en
el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus
ángeles. Y no prevalecieron, ni su lugar fue más hallado en el cielo. Y fue lanzado
fuera aquel dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña
a todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.»
«Contra malicia, milicia», nos indicaba nuestro Gracián. El Mal debe ser enfrentado
aunque el pesimismo de la razón nos muestre pocas posibilidades de victoria. Pero
existen otras dimensiones de la Vida. Hoy, 29 de septiembre, festividad de los
arcángeles, buena parte de la población española está horrorizada y busca impotente e
implorante una vía de salvación. Las instituciones no funcionan o se han pasado al
enemigo. Pero como explicaba San Pablo en la epístola citada, la cuestión posee una
dimensión metafísica y así con tal carácter debe ser enfrentada con nuestra propia
armadura espiritual: Con Firmeza, Verdad y Justicia.
Los arquetipos del Mal y del héroe espiritual que lo combate son antiquísimos. Así la
antigua iconografía en forma de Horus que se puede ver en los muros del templo de
Kom Ombo en Egipto, a la orilla derecha del Nilo entre Asuán y Luxor. Iconografía
luego adoptada por el Cristianismo en figuras emblemáticas tales como las de San
Miguel Arcángel o San Jorge. Este arquetipo heroico se encuentra también en las más
diversas mitologías de todo el mundo: indo-aria, hitita, germánica, eslava, griega,
sumeria, babilónica… con héroes o figuras espirituales tales como Indra, Krishna,
Sigfrido, Hércules, Perseo, Marduk… Pero los ángeles tienen otra importante misión, a
la que le deben su propio nombre: la de ser mensajeros espirituales. Las
representaciones angélicas en el Arte, generalmente bellísimas, nos ofrecen muy
hermosos y curiosos testimonios. «La Belleza es el esplendor de la Verdad» ya nos
advertía Platón, aunque a veces las imágenes posean un carácter equívoco.
El investigador inquieto y bienintencionado en busca de comprensión de lo que sucede
se vuelve a plantear en estos tiempos de zozobra e infortunio la pregunta que se han
hecho muchos autores y estudiosos a lo largo de las épocas. El universo del Mal, ¿acaso
tiene existencia propia? ¿Existen criaturas no humanas que lo forman y sirven? ¿Se
alimentan con el sufrimiento, el miedo, la angustia que nos provocan?
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¿Existe también un lenguaje de los ángeles? Ciertos importantes textos más o menos
históricos o legendarios así lo sostienen. Entre ellos, por ejemplo: La Biblia, el Libro
de Toth, el Libro de Enoch, las Estancias de Dzyan, el manuscrito de Mathers base
de la Golden Dawn, la Esteganografía del abad Tritemo, los escritos de John Dee, las
obras de Pico de la Mirándola basadas en antiguos textos de Orígenes, la Cábala, o las
de Nicolás de Cusa, Santo Tomás de Aquino…
Para Orígenes el origen del Mal está en libre albedrío de ciertos seres espirituales. Sin
embargo, acerca de esto existen varias teorías: Los pecados de los ángeles son los
“espirituales” de soberbia y envidia (Santo Tomás de Aquino, cuestiones 63.2 de su
Suma Teológica) La causa de la iniquidad es el orgullo y la lujuria (Henoc y Orígenes)
Para Enoch o Henoc el problema del mal comenzó cuando los ángeles celestiales y su
líder Samyaza desarrollaron una gran lujuria por las mujeres. Pero si hay lujuria es que
hay cuerpo, se trataría de un pecado carnal. Lo de los Nefilim y las hijas de los hombres.
En el Fausto la promesa de éxito en la seducción de Margarita forma parte sustancial
del pacto diabólico.
Hoy vemos horrorizados que buena parte de la oligarquía globalista participa de esta
lujuria desenfrenada, incluso recurriendo a la pederastia o a rituales sangrientos, que en
algunos casos sirven además como objeto de chantaje y solidaridad entre criminales.
Hoy también sabemos que, sin contar los sacrificados en los vientres de sus madres,
millones de niños desaparecen cada año en todo el mundo. Su destino es difícil de saber
con certeza. Los más afortunados son adoptados ilegalmente por familias. Otros acaso
mueran por orfandad y miseria, Pero los más en número, desgraciadamente son
empleados para el tráfico de órganos, la pederastia y sexualidad esclava o rituales de
magia negra incluso de sacrificios humanos controlados o al servicio de la plutocracia
satanista internacional. Un horror tremendo. Y un escándalo descomunal. Hasta ahora,
casi impune.
No solo en el Cristianismo, en otras importantes confesiones religiosas de la Humanidad
como el Budismo Mahayana también existen seres espirituales protectores. En esta
etapa tan llena de zozobras y calamidades, ante nuestra impotencia y la de tantas
instituciones que debieran combatir estos horrores, haría falta la contundente
intervención de un Acala Vidyraja, el de la espada y el lazo al servicio del Bien en lucha
contra el Mal. O de Hshitigarbha, en japonés Jizo, el protector de la infancia y las
criaturas indefensas o desvalidas. El que prolonga la vida y es invocado en las
catástrofes. O el que ayuda a los niños muertos, a los nacidos sin vida o a los abortados.
Los ángeles pueden convertirse en hombres. Ciertos hombres pudieran ser en realidad
encarnaciones de ángeles malvados. No habría más que contemplar a muchos de
nuestros actuales dirigentes. También los ángeles buenos pueden encarnar en cuerpos
humanos para propósitos divinos. Sobre la corporeidad de los ángeles existen
contundentes testimonios bíblicos tales como la lucha de Jacob o el pasaje de Lot con
los ángeles enviados a Sodoma. También su misión puede resultar paradójica. Lucifer
que significa el portador de luz, y que según algunas doctrinas llevaba en su frente la
esmeralda de la que está hecho el grial se asocia a la rebelión de los ángeles, pero
también a la caída a la conciencia. La conciencia tiene que ver con la Dualidad, con la
pérdida del Uno, pero, según Orígenes, el resultado final del proceso será la
Apocatástasis, es decir, la reintegración en el Uno. La Redención universal, puesto que
el castigo por el pecado no podría ser eterno.
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Según otra audaz hipótesis, el daimon guía de Albert Pike, teórico masónico sudista co-
fundador del Ku Klux Klan, le habría «inspirado» para promover el nuevo orden
globalista y entronizar la religión luciferina para realizar su obra. Pero, ¿tiene un
componente iniciático la percepción del Mal? La antigua idea, expresada de modo tan
hermoso por doña María Zambrano (El hombre y lo Divino) de que «si en el Amor
naciéramos y permaneciéramos siempre no habría lugar para la Conciencia.» Es decir,
en el mundo de la Dualidad, ¿El hombre debe saber del Mal para por comparación
acceder al Bien?
Los mitos son expresiones de verdades psicológicas que tratan de explicarse en
lenguajes codificados racionalmente. Después del cautiverio, los judíos elaboraron
(Daniel, Tobías, Apocalipsis…) todo un cuerpo de doctrina relativo a la angeología.
Miguel es uno de los principales caudillos celestiales. Gabriel es el segundo. Rafael, el
tercero. Los textos apócrifos nombran hasta un total de siete arcángeles: los anteriores
citados más Uriel, Chamuel, Jofiel y Zadquiel. Con Uriel como protagonista angélico,
Leonardo nos ofrece una paradoja equívoca en su pintura La Virgen de las Rocas.
Decía Pessoa que «El Arte es la expresión de un equilibrio entre la subjetividad de la
emoción y la objetividad del entendimiento». Los que consideramos que todo esto que
estamos sufriendo posee también una dimensión metafísica escuchemos con atención el
mensaje de los mitos, investiguemos los arquetipos que nos ofrecen nuestra psique o la
Cultura.
Y pidamos con prudencia, sencillez, esperanza y serenidad que los ángeles buenos y
leales como san Miguel nos ayuden y sirvan de mensajeros de nuestras oraciones en
estos tiempos de zozobra y tribulación.
Amén.