“Cuando se vacía el corazón quedan los ritos”. Acorde con la sentencia taoísta la
ceremonia fúnebre de Valencia realizada en un lugar tan insólito y desusado como un
museo de Ciencias lejos de los rituales y recintos sagrados tradicionales parecería
incardinarse en el nuevo fenómeno del transhumanismo, la dimensión horizontal del
hombre privada de la espiritualidad, una forma de despotismo materialista que el
globalismo quiere implantar y a la que la Monarquía filipina se ha adherido de modo
entregado y entusiasta.
No deja de ser curioso que las autoridades responsables, de un modo u otro del desastre
sean las mismas que presidan el acto, como contratadas plañideras insensibles al
sufrimiento que causan con sus acciones o inacciones de desgobierno y corrupción. Solo
algunas voces lúcidas y valientes, femeninas por cierto, se atrevieron a denunciar la
escandalosa farsa ante la pasividad de la parentela de la mayoría de las víctimas allí
presentes, es de suponer que astutamente seleccionadas entre los socialistas y cortesanos
más complacientes.
El nuevo Poder del NOM quiere desechar el poder espiritual. El Poder ya no tiene más
necesidad de lo sagrado ni menos de la Iglesia, y la somete o la persigue o abandona o
la convierte en fugaz espectáculo de entretenimiento calentológico o similar. Para ello,
mediante la Agenda 2030, la IA, o con la parafernalia que sea menester como en este
caso, es preciso “convencer a fondo al hombre de la insignificancia de su alma y de la
psicología misma; hay que dejarlo claro desde cualquier púlpito de autoridad que toda
salvación viene de fuera y que el sentido de su existencia está en la “comunidad
popular”. Así se le puede conducir fácilmente al lugar donde ya por su naturaleza más
le gusta ir: al país de los niños, donde se plantan exigencias únicamente a los demás y
la injusticia siempre la comete otro. Cuando el hombre ya no sabe qué es lo que
sustenta su alma se incrementa el potencial de lo inconsciente, que asume el mando. El
deseo vence al hombre, y fines ilusorios que ocupan el lugar de las imágenes eternas
despiertan su avidez. El animal de presa se ha adueñado de él y no tarda en hacerle
olvidar que es un hombre.”
El doctor Jung también nos avisaba de la extrema gravedad de las pestes psíquicas de
las que apenas somos capaces de defendernos. Unas élites profundamente malvadas
hacen todo lo posible para difundir y materializar tales pestes para conseguir sus efectos
de devastación y sacrilegio de la condición sagrada del hombre: “Cuanto más se pierde
la ilimitada autoridad de la visión cristiana del mundo, tanto más se revuelve en su
prisión subterránea la bestia rubia y nos amenaza con un ataque de consecuencias
imprevisibles. Este fenómeno se produce en el individuo como una revolución
psicológica, pudiéndose presentarse también en la forma de un fenómeno
social….desde que las estrellas han caído del cielo y nuestros símbolos más elevados
han perdido su color, domina en el inconsciente una vida secreta.. Por eso tenemos hoy
una psicología y por eso hablamos del inconsciente. Todo ello sería, y de hecho es,
superfluo en una época y una forma cultural que dispusiera de símbolos. Pues los
símbolos proceden de un espíritu superior, de un espíritu que permanece en lo más
alto”.
Pero sabemos que hay símbolos y símbolos, rituales y rituales. Y no todos proceden de
lo más alto como indica el doctor Jung. El Poder verdadero no suele hacer ostentación
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de sus símbolos de dominación patente o externa, aunque a veces los camufle en nuevos
rituales que apenas son máscaras o meros disfraces los de las hordas mercenarias de
políticos y asimilados. Estos en el fondo mandan poco sobre el devenir último de la
historia y se consuelan peleándose por arrebañar presupuestos menguantes para sí
mismos tras descontar los monstruosos intereses de la deuda. Y es que el Poder que
manda de verdad, la plutocracia globalista, se manifiesta de modo más sutil, disimulado,
mediante la anónima tiranía del dinero.
Desde el punto de vista antropológico sabemos que las sociedades autoritarias pueden
buscar en el simbolismo del ritual una forma de disimular o impedir en la práctica lo
que sería preciso hacer para evitar su deslegitimización. Alguna forma de exorcizar los
demonios reales o figurados que atacan al sistema que se considera a sí mismo
magnífico e impoluto. Elementos de fuera que no producidos por su propia condición de
anatomía o metabolismo. Así, por ejemplo, durante el Carnaval se hace responsable de
todos los males a un “chivo expiatorio” al que se persigue, golpea o quema en efigie. Un
rito hebreo que suponía una mejora sobre la de los sacrificios humanos de igual
servicio. En el antiguo Tibet lamaísta también existía un rito antropológico similar.
Cada año un hombre al que llamaban Lud Kong Kyi gyalpo que puede traducirse por el
“rey de los rescates”, era cargado mediante un rito especial y convenientemente
disfrazado se le llenaba de imprecaciones con todas las iniquidades del soberano y de
sus súbditos y luego arrojado a las arenas del desierto. Previo a ser expulsado el gyalpo
al arenal se celebraba otro ritual. Jugar a los dados con un lama que ha de ganarle para
poder echarle. Pero los dados estaban trucados y el lama representante del Poder más
pronto o más tarde siempre ganaba. Por supuesto todo parecido con nuestra realidad
posmoderna y su aplicación a la desgracia valenciana es mera coincidencia.
Ahora el “chivo expiatorio” expuesto al furor popular por el régimen es el inepto
presidente de la taifa. Un tal Mazón, responsable único de desastre para el entontecido
consumidor de bulos gubernamentales. Pero desde la racionalidad cabe decir que las
responsabilidades políticas, administrativas e incluso penales en esta catástrofe están
muy repartidas. Y ni siquiera las de este lamentable prócer regional serían las peores.
Es bien conocido por recurrente que el fenómeno de la gota fría es habitual en el otoño
en el área del Mediterráneo. Algunos investigadores consideran que esta vez habría sido
reforzado por algún tipo de intervención sobre el clima. En todo caso en muchos lugares
lo más letal fue la riada por mala gestión hidráulica cuyas consecuencias se agravaron
por la resilente estupidez ecologista. Y menos mal que el denostado Caudillo con sus
importantes obras de prevención y canalización salvó póstumamente miles de vidas.
Pero nuestra arquitectura del poder político, el diseño del régimen autonómico es otra
plaga mayor, infinitas y costosas instituciones a la hora de saquear al sufrido
contribuyente pero que rehúyen responsabilidades cuando hay algún problema
importante. Un tinglado caro e ineficaz que fomenta la incompetencia y la corrupción.
Había más banderas regionales que en la ONU.
En cuanto al desempeño qué podemos decir. En este asunto todos han fallado. Su
Majestad el Rey parece creer que lo de ser el Jefe de las Fuerzas Armadas consiste en
lucir bonitos uniformes lleno de medallas y condecoraciones, como un fiero Marte con
ocasión de desfiles y demás, pero impasible el ademán no mueve un dedo para salvar al
vida de sus súbditos ordenando la urgente intervención de las fuerzas acuarteladas a
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poca distancia del lugar del suceso. Y eso que su jefe de gobierno y señora estaban en la
India haciendo el ídem. Lo de su ministra de Defensa es terrorífico y su conciencia, si la
tuviese, no la debería dejar dormir por las noches.
Y así todo en los diferentes administraciones que debieran cumplir con sus obligaciones
y no la han hecho. Ni seguramente lo harán gracias al más sencillo expediente de echar
la culpa al chivo expiatorio o Mazón de turno. Lo de los media es especialmente
vergonzoso con unos ”periodistas” mercenarios o colaboracionistas que favorecen la
ceremonia de la confusión. Y lo de ciertos jueces también es para nota.
Y sólo quedan sin homenaje los que de verdad lo merecen, todos esos héroes anónimos
que ayudaron con su dedicación y patrimonio personal a que la desgracia no fuese aún
peor. Dios los bendiga y se lo pague, que no este régimen corrupto y corruptor.









