El esperpento de los Goya: urge un nuevo cine independiente, libre e irreverente, sin politizar, sin subvencionar, sin manipular

Un año más se celebra ese evento esperpéntico y panfletario, donde los niños mimados del sector audiovisual, subvencionados hasta las trancas y ataviados cual payasos de circo, sacan a relucir sus clásicos eslóganes resilientes y ecosostenibles para agradar a las autoridades y seguir chupando del bote.
Todos de uniforme. Todos sonrientes. Posando para la foto, siguiendo el guion, sin un fallo, sin un despiste, sin nada que pueda poner en peligro las suculentas tajadas de dinero público que justifican su miserable existencia.
Discursitos solidarios, argot inclusivo, hipocresía naif y un sinfín de clichés (marca de la casa) cada cual más ridículo que el anterior. Pero ni una sola palabra, ni un guiño, ni un gesto que denuncie la reciente plandemia, el genocidio de las vacunas, el exterminio del sector primario, la estafa del «cambio climático», etcétera.
Recuerdo cuando toda esta panda de lameculos prosistema lucían aquel cartelito de «No a la guerra» e incluso dedicaron una gala completa a ese asunto en un intento desesperado por aparentar esa rebeldía que siempre había brillado por su ausencia, pues ninguno de ellos estaría dispuesto a renunciar jamás a su estatus de parásitos institucionales, pase lo que pase ahí fuera.
Hace años que la industria del cine español (salvo raras excepciones) es una cloaca, dirigida por una secta de paniaguados al servicio del estado profundo, cuyo único propósito es el de esquilmar al contribuyente para crear películas infumables y producciones soporíferas con las que atontar los cerebros de aquellos incautos que deciden invertir su tiempo y su dinero en semejante bazofia.
Desde aquí, abogo por un nuevo cine independiente, libre e irreverente, sin politizar, sin subvencionar, sin manipular. Un cine hecho con agallas, que ataque a los poderes derechosos e izquierdosos por igual, que denuncie a este sistema corrupto y que se atreva a destapar toda la morralla que hay bajo las alcantarillas del poder.
Los verdaderos premios del sector audiovisual 2024 deberían ser para los documentales «YERMA 2030» (de Miguel Rix), «EN BUSCA DE LA VERDAD» (de Lara Hernández), «UNA DOSIS DE REALIDAD» (de Alicia Ninou), entre otros muchos cineastas, realizadores y directores valientes y comprometidos con la verdad y el sentido común que operan al margen de esa industria putrefacta y nauseabunda. Esta es la verdadera cultura: La contracultura. La «Cultura Despierta».

PROXIMO CONCIERTO MÁRTIN SÁNCHEZ -BILBAO – 2 de marzo 2024

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