La Idiotez Natural en los tiempos de la Inteligencia Artificial va ganando adeptos a velocidades muy peligrosas, donde las ausencias de lógica recrean un mundo imposible de comprender. Estamos arrimados al abismo de la catástrofe social si observamos el anormal crecimiento de las ideas de ultraderecha con mirada crítica y sin excesos de pasión partidista. ¿Qué ofrece esta derecha sin argumentarios de recibo, y que replica con solvencia una deslavazada izquierda sin líderes de peso? La respuesta es … un batiburrillo de fracasos y de ideales inservibles a todas luces para solucionar esta bruta dispersión de futuros que polariza sin solucionar, que aburre el pensamiento evolutivo de la política, y que nos arroja a la innecesaria pelea de algoritmos emocionales que manipulan nuestras estructuras socioculturales, arruinando el progreso. El dinero, que es la más contaminada gasolina de la historia, se ha cronificado escondida y maquillada en los discursos que mueven nuestras leyes y modelan nuestro conformista existir en la herejía funcional como ciudadanos. Las algaradas dialécticas, que se monean y se sermonean simultáneamente desde los medios, nos anulan como actores y nos presentan como alternativa el redil de las comparsas vociferantes, sin luz, muy al fondo del escenario natural de los sueños y de la razón primera del ser humano que es -desde la libertad, el ayudarse en igualdad-. Ellos, la derecha, incluso la menos ultramontana, defienden los privilegios de las clases más favorecidas, atacando los intentos de las débiles clases menos favorecidas, para conseguir aclimatar su triste existencia de mano de obra barata y sumisa a una cierta lógica racionalidad que les dignifique como humanos y no como mercancía de ingresos capitalizables. La suma en patulea negativa de votos para PP, VOX y JUNTS ha tirado por los suelos una necesaria jornada laboral casi imperceptiblemente resumida, que permitiría un respiro a la conciliación familiar, igual que intentaron echar al piso la subida del salario mínimo interprofesional que ha dado un apreciable impulso a la economía. La falta de empatía de estos “noistas opositores a la esperanza” es pavorosa en sus escaños. Con una productividad constatada por la CEOE de un incremento de la productividad del 53% desde el año 83 y con la agencia de calificación de riesgo S&P que ha subido la nota a España a A+ (notable alto) con perspectiva estable, tienen los santos cojones congresísticos de poner freno a esa propuesta que para los trabajadores sería un simple leve respiro. Su hucha, la de los integrantes y la de los defensores del gran capital, ha de crecer irremisiblemente a costa de quiénes trabajan para ellos en vez de aumentarse legítimamente con los resultados del producto de su inversión. Es patético su descaro, es obscena su ambición, y hace incomprensible el voto popular a estos canallas defensores de la anulación de cualquier medida con tintes sociales. Han diluido en la nada las escasas expectativas que unos escasos ponentes pusieron sobre la mesa para beneficio de 22.000.000 de currantes, que en elevada cifra votan seguramente a estos partidos que les pisotean, y que desde una estupidez natural y valentona responden con elevados índices de aceptación sin sonrojos a la más inteligente Inteligencia Artificial. No nos equivocaremos al pensar que quienes amogollonan el grueso de votos a esos partidos castrantes están sorpresivamente ahí, entre esos 22 millones, bien confundidos, bien manipulados, bien equivocados y, para desconsuelo de todos, también bien jodidos. ¡Qué lastima de inteligencias cuando las normalidades con las desafecciones, tomadas de la mano, se han desprestigiado tan absurdamente! La memoria, que según Einstein era la inteligencia de los tontos, parece que se ha extraviado en el laberinto de una sociedad que ve su futuro cada vez más negro porque no aprendió nada del pasado de luchas y conquistas laborales que hoy disfrutamos.