Con la oposición de esta España ofuscada y polarizada nunca alcanzaremos a descubrir si son más idiotas que malvados, más cretinos que sonsos o más perversos que insensibles, pero, a poco que nos esforcemos en la calificación, la categoría de –inicuos- los describirá la RAE: contrarios a la equidad. «Equidad» significa, más más que menos, que las políticas públicas deben tratar a las personas de forma única. Y eso no les cabe en su argumentaría politiquera que un poco arriba del NO permanente, por sistema, se enroca indefectiblemente por los cerros descabellados de la pataleta, incluso si se trata de países en guerra. Este mes nos ha tocado escuchar vergonzosas versiones -dialécticamente lamentables- de lo que significa genocidio, como si la palabra y el pensamiento estuvieran reñidos con lo que la verdad irremediable de la muerte nos cuenta, hoy sábado, de Gaza. Hoy Sabbat, día sagrado de descanso judío, que comienza con la puesta del sol del viernes y termina al anochecer del sábado, escribiendo este artículo me ha sobresaltado la «nota» musical más aterradora… ese mítico y triste tritono, haciendo intervalo de cuatro tonos, que crea una fuerte disonancia y tensión, golpeando mis entendederas con la detención del director de la Orquesta Sinfónica Escocesa, el israelí Ilan Volkov, que fue arrestado en la frontera entre Israel y Gaza. Me impresionaron sus palabras unos dias antes, durante un concierto en el Royal Albert Hall, en Londres, cuando entre partidarios y detractores palestinos despachó un descarnado discurso contra la barbarie del estado israelí masacrando a sus hermanos descendientes de Sem, el hijo de Noé. –“Sé que muchos nos sentimos desesperanzados por la situación, ver a palestinos inocentes ser asesinados por millares, desplazados una y otra vez, sin hospitales, sin escuelas, sin saber dónde van a comer la próxima vez”–. Entre vítores y aplausos, con un pequeño sector vociferante intentando romperle el discurso, añadió, en un valiente gesto, esta consigna vital y definitoria: ““Me pueden interrumpir lo que sigue del resto de mi vida, pero no ahora” … “Les pido, les imploro, que todos hagamos lo que esté en nuestras manos para detener esta locura”. A esta hora rumiará en la cárcel su arrojo en forma de vibrante obertura mozartiana, mal interpretada por quienes son incapaces de descifrar el verdadero sentido de las palabras y su oculta musicalidad verdadera entre bombazos y tiros. Para todo aquél que no sea sordo de vocación, esta palabra que han maltratado inútilmente y que se llama GENOCIDIO, banda sonora que en boca de este músico preso toma coloratura dramática esencial y merece ser un término a extirpar de la faz de la tierra en este siglo XXI que ya se nos está haciendo tan demorado y largo. Los casi 70000 asesinados palestinos son ocasión silente para acallar a estos diletantes de pacotillas interesadas y nada inocentes, recordándoles que según la Real Academia Española (RAE): -genocidio- es el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. ¡Ya los relojes han dejado atrás las horas en las que los inicuos, los idiotas, los malvados, los cretinos, los sonsos, los perversos y los insensibles se laven la sucia boca tramposa y pongan de moda el hablar de paz, de una puta vez! Se buscan miles de Ilan Volkov en libertad que no utilicen a los impresentables de Hamás como escudo.