Las tapas de los escurrideros de alcantarilla, para cualquiera que se arrime un poco a la geometría, son redondas porque es la única figura que no puede caerse dentro de sí misma. No sacas nota con saber solo que no cojean las sillas de tres patas porque tres puntos forman plano. No basta. Aplicado a la política española, en los alegatos de su vocero mayor, la contemplación de la necedad simple se cronifica y nos empalaga. El chorro verbal del jefe de la oposición es, más que desmedido en sus hipérboles, un coladero de banalidades perogrullentas risibles. O nadie le revisa los argumentarios o él los reinterpreta mal, o es verdad que quien tiene boca se equivoca y hablando no es cuando se entiende la gente sino cuando se confunde. Aquí no se regala la nacionalidad …ni se compra ni se vende. En España, la gran mayoría de extranjeros que han obtenido la nacionalidad se lo han currado con diez años de residencia legal continuada, careciendo de antecedentes penales, y han pasado un examen tal y como la ley lo exige. Hay un cojonar de cifras que rebaten y enturbian su discurso sobreabundante en demasías torticeras, a consecuencia de un enfermizo afán para igualar o sobrepasar los despropósitos de VOX. España, búsquelo donde corresponda, es «el sexto país de la UE con mayor inmigración irregular” pese a que seamos subcampeones europeos en entradas ilegales. Eso es así, sin más ni menos. En su verborrea a cascoporro luce con luz propia –la tolerancia cero con el delito y la pérdida de residencia automática en delitos graves. Así, a las bravas, supone por su parte ignorar o pasarse por el forro de las entendederas la Ley Orgánica que regula esta pérdida, la Ley Orgánica 4/2000, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social, modificada por la Ley 36/2002, de 8 de octubre. Es facil leerlas e incluso interpretarlas aun siendo lego en leyes. Este retorcer torticeramente las muñecas a lo que ya está regulado por ley y llevado a la practica con regularidad formal por los jueces es muy bobalicón, y engorda con su sospecha de falta de ejecución la exasperante congénita xenofobia de su derecha más a la derecha de lo derecho sin derecho, que queda muy aparente y planchadito en las películas de Cantinflas o de Ozores, pero son un cutre mal guion con demasiados giros para interpretarlo un líder de la oposición. Entre 3000 y 5000 expulsiones de extranjeros por año en el último lustro son una cifra contundente para respetar. Asustado como una ameba intelectualmente indispuesta entre medidas rarunas, su discurso nos deja colegir fatuos heroísmos bocachanqueros, imposibles de verbalizar sin sonrojo. Me atrevo a recordarle desde estas páginas que garrapateo lo mejor que puedo, espero perdonado por mi editor, sintiéndome amenazado y en peligro, que el Artículo 11 de la Constitución, que muy a regañadientes firmaron sus correligionarios, reza a mí favor.
1.-La nacionalidad española se adquiere, se conserva y se pierde de acuerdo con lo establecido por la ley.
2.-Ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad.
Así lo manifiesto por la presente y me acojo al epígrafe 2 por si la siguiente ocurrencia hiperbólica de este sujeto intenta excluirme por disentir de sus valores, y no encontrarme en condición participativa con aquella frase falangista muerta que pretenden resucitar y que nos definía como » unidad de destino en lo universal». Estamos todos advertidos de que hay una peligrosa hipertrofia de las rancias ideas tan insoportable como podrida, y la obesa realidad, lo quiera el PP o VOX, es cada día más ordinaria y simple. Las retorcidas incomodidades dialécticas sobre la inmigración, que nos pretenden salpicar a chorro gordo, no consentiremos que nos alejen de la idea feliz de ser, o sentirnos, sin duda alguna, ciudadanos del mundo. De un mundo donde -sea delito mentir- y donde los dos millones de nacionalizados españoles en los últimos quince años sean considerados más como personas que como inmigrantes que pisan la linea prohibida que quieren pintar los muy poco cristianos.