Con la quinta de sus Leyes Fundamentales, el dictador Franco se atribuyó, por la patilla, la facultad de conceder, rehabilitar y transmitir títulos nobiliarios a quienes le cantaran sus dudosos cataplines. Una veleidad “aristocracy” de sus artificiosos sueños de grandeza. A sus más dilectos propincuos colaboradores les regaló testicularmente una distinción que les catapultaba al cielo de la alta sociedad sin la pertinente familiar alcurnia. Los militares golpistas de la victoria fueron premiados con este sorpresivo ascenso a la inconmensurable gloria patria, acompañados por una patulea de falangistas, aduladores de diferentes bochornosas categorías, asesinos reconocidos, académicos ideólogos propagandistas y empresarios de manga muy ancha fueron elevados a las nobles clases distanciadoras, investidos de ducados, condados y marquesados. ¡A cascoporro por la gracia de Dios y de su firme mano! Me vociferaba el Boinas tras el cubata. Estas veleidades le ponen incomprensiblemente muy nervioso. Creo que es porque no soporta el “señoritismo”, que todavía persiste en provincias y que era muy de las grandes capitales. Dice también, cuando se embala, que “los señoritos y los cerdos tienen que venir de raza”, y que la “élite en general y esta de los títulos en particular” le toca las gónadas y la pirindola a varias manos derechas.” “Estos irrespetables- impresentables- se caracterizaron por el saqueo, el conchabamiento y el latrocinio, con los que bendijeron de riquezas su descendencia. Y por eso llevo una semana de celebración. 33 innobles nobles que pasarán a putos plebeyos -como tú y como yo- con esta ley de Memoria Democrática que aplaudiré hasta con las orejas”. Me lo puso muy fácil para meterle los dedos y le espeté a bocajarro que a punto de no ser como país una anomalía del universo democrático, ya el moderado Feijoo ha soltado, por esa su guacherosa boquita de piñón, que con esta ley de 66 artículos limpiará sus partes menos pudendas en cuanto llegue a la Moncloa. El Boinas, que siempre tiene ocurrentes salidas para todo, me rebotó: “En 1931 el presidente Niceto Alcalá Zamora ya barrió con esos títulos nobiliarios los retretes de la República. Si ahora este percebe galleguito, que no se ha enterado de la extinción de los mamuts, quiere pasarse por el “ahí” esos 66 artículos que nos homologan con Europa, solo sus ladillas tendrán problemas con la historia. ¡Que suba la persiana y se entere con la luz que desde el viernes estos personajetas se acostaron nobles y se levantaron plebeyos a la altura del betún! El BOE le anima oficialmente para que despierte del mal sueño de la Gloriosa Cruzada, y a no rascarse los huevos para contagiar nostalgias picajosas.
Totalmente de acuerdo, perfecto artículo