Es un microbiólogo peruano, presidente de lo que llaman Fundación Internacional para la Cultura y Ciencias de la Vida, fue profesor en la Universidad de Antofagasta, Chile, pero ahora va por libre, de consultor privado y de empresas. Microscopio en mano, se ha enredado en un estudio que pinta interesante, y por eso mismo le llamamos, se titula: “Modelo de biocompatibilidad del CLO2 en aplicaciones biomedicas”. Ahora nos habla de ello y de la terapia microbiana, que está muy extendida.
Fantástica la exposición de Mario Esparza, que nos lleva de excursión por un tubo, el digestivo, de 12 metros, que es clave para detectar y corregir no pocas enfermedades, como el autismo o la diabetes. Este es el reino del homobacteriosapiens. No se lo pierdan.
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CLAVES DE LA ENTREVISTA
Los microbiólogos somos cazadores de microorganismos que tienen entre 1 y 3 micras. Yo estoy rodeado de bacterias domesticadas.
Nosotros, los seres humanos, somos más microbios que células. Si pesas 70 kilos, 2 de ellos son de microbios que están en nuestra superficie, en las cavidades internas, y cumplen roles importantes. Imagínese lo que podemos tener afuera, por metro cúbico podemos tener millones de microbios que están en contacto con nosotros. Tenemos de 10 a 50 veces más microbios que de células humanas. Yo hablo del homo bacteriosapiens.
Las terapias están enfocadas al tratamiento de una célula humana y no al ecosistema de este homobacteriosapiens.
Yo trabajo normalmente combatiendo patógenos, entonces uso distintas estrategias no antibióticas para domesticar las bacterias. Uso el cloro, el cobre, el amonio, el nitrógeno… Estas moléculas son mucho más amistosas en dosis bajas para inactivar al patógeno o adormecerlo. También podemos usar virus contra estos patógenos, para que no nos ataquen. Es como darles el COVID a las bacterias patógenas.
Así llego al dióxido de cloro, que probamos para ver su eficiencia contra los patógenos. Son varias moléculas inteligentes que pueden discriminar entre un organismo benéfico y uno patógeno. En la cavidad oral tenemos 600 microbios benéficos. Y si tenemos una bacteria, un virus, un hongo, podemos hacer un tratamiento específico contra ese patógeno de manera inicial. Tienes 601 especies, pero te diriges a ese de manera prioritaria.
Cuando nos infectamos es porque nuestras defensas están bajas, hay situaciones inmunológicas o nuestras propias proteínas se vieron perturbadas por alteración de nuestro ecosistema, por nuestra propia limitación, por infecciones previas o por procesos de depresión que nos bajan las defensas. Son puertas de entrada para que ingresen estos patógenos. Eso hace que uno sea un manjar para ellos.
El CDS está avalado por literatura científica. El doctor japonés Ogata es uno de los líderes en la aplicación de la parte científica tecnológica de prácticamente todos los virus, algunos pandémicos. El doctor Ogata ha determinado que inactiva el SARSCOV 2 y la proteína espiga Sus artículos científicos están publicados en Japón.
En la ciencia tenemos que movernos bajo la evidencia, entonces yo tengo que ver el cadáver y la escena del crimen. Uso el microscopio electrónico para ver su anatomía, ver que está ahí y que este es el agente causal. Pero yo puedo hacer una cirugía, romper el huevo e ir a la yema, que es el ARN. Saco ese ARN y lo analizo. Anatómicamente está demostrada la existencia del SARSCOV 2. Además, estos coronavirus han estado existiendo desde hace décadas, y miles de años en los animales.
Los laboratorios han estado trabajando con estos virus, hasta la misma OMS lo planteó. Lo que puede haber pasado es que se fugara de un animal con el que nosotros trabajamos a veces en los laboratorios. Eso es lo más probable que haya pasado en Wuham. Hay análisis también de estas evidencias en artículos científicos.
En ese laboratorio de Wuham ya estaban publicando cosas en el 2018 y 2019, cosas sobre esos virus.
El CDS lo venía trabajando desde el punto de vista químico. Uno usa plataformas cloradas para romper minerales. Nosotros trabajamos en Chile el cobre, hierro y azufre, tres elementos dentro de una matriz compacta, entonces agregamos ácidos o álcalis para que esto se libere. Empezamos a acercarnos al CDS para hacer esas matrices y acelerar esos procesos.
Hemos hecho pruebas usando dosis biocompatibles. Yo puedo tener en un recipiente una cantidad que sea activa para patógenos y benéfica para las células humanas o las células microbianas benéficas del cuerpo.
La biocompatibilidad es la línea básica, hay que demostrar que esta molécula es importante para la célula, tanto humana, como de animales o las microbianas, que son benéficas. De ahí saltamos a los tratamientos, aplicaciones en veterinaria, animales, plantas, y luego a humanos. Lo hemos probado en cultivos celulares también en humanos y animales y no hemos visto un efecto psicotóxico. Hay personas que llevan varios años con este uso y no hemos visto un efecto a largo plazo en las aplicaciones tópicas que se han usado.
El objetivo es encontrar productos o sustancias que sean de fácil uso, que la gente comience a domesticar su propia microbiota para tratamientos biomédicos. En el fondo nosotros preparamos nuestros alimentos para nuestros microbios. O sea, somos células que comemos células. Tenemos un zoológico microbiano, que son más células que nosotros mismos, y tenemos que aprender a domesticarlo y entenderlo. Ahora, para tratamientos médicos hacemos el trasplante microbiano a personas que tienen enfermedades crónicas, o a infecciones de personas sanas les sacamos microbios benéficos y los trasplantamos a personas enfermas. A personas obesas les podemos trasplantar microbios de una persona que hace gimnasia y fitness, sus microbios, y en pocos meses sin cirugía variática esa persona comienza a cambiar su flora y comienza a bajar de peso y a controlar su salud.
Actuamos en diabetes, procesos de cáncer, se ha visto en procesos de Parkinson, en enfermedades neurodegenerativas. Es importante entender que somos un tubo de más de 12 metros entre la boca y el ano y que no hay una especialidad médica para eso. Hay que entender que el cerebro microbiano es mucho más pesado que el cerebro que tenemos.
Hay muchas enfermedades neurodegenerativas o que alteran el sistema nervioso que están vinculadas a cepas de patógenos bacterianos o fúngicos que están en zonas del colon donde no llegan las terapias biomédicas. Entonces, esa limpieza de tuberías, que en el fondo es hacerse enemas de limpieza porque mucho de lo que comemos se esconde en la microbiosidad intestinal y hay que limpiar. Nosotros tenemos los riñones, los pulmones, el hígado y la vellosidad intestinal que es un filtro mucho mayor y no lo sabemos limpiar. Consumimos muchos productos refinados y eso es lo que está causando los procesos inflamatorios intestinales, el colon irritable, las gastritis. Si estás enferma necesitas limpiar primero para tener un buen ecosistema. Cualquier tratamiento después va a ser mucho más exitoso.
Nosotros necesitamos tener esas 7000 especies de células que cohabitan en nuestro tubo digestivo.
Las células tienen dos principio básicos, dos leyes: nutrirse y reproducirse. Entonces, para ser un buen chef de nutrición tienes que darle un buen ecosistema a cada célula, saber sus ingredientes y luego reproducirlo. Al revés ocurre lo mismo, una célula patógena a ti te ve como alimento, como un manjar, como una paella. El patógeno no te mira como un ser humano, te está viendo como una paella que se va a comer. Muchas veces la gente no comienza con un cambio de alimentación, esta limpieza intestinal u otros procesos. Hay gente que comúnmente se enferma, semanalmente, mensualmente, y es porque no entiende ese funcionamiento y los médicos no pueden llegar a esas personas porque tampoco manejan la microbiología del tubo digestivo o como el nuevo homobacteriosapiens tiene que evitar el área clínica para que se complete esa total dimensión integral de lo que somos.
Mi terapia microbiana existe desde hace siglos. Muchas culturas han hecho estos trabajos, en Perú han usado estos tratamientos de trasplantes microbianos. Se ve también en los animales. Se está aplicando en el campo médico hoy día incluso a nivel quirúrgico también. Para hacer el trasplante microbiano tienes que tener un voluntario completamente sano, que no tenga un virus que pueda contaminar a la receptora de estos microbios. Una vez examinada se le extraen muestras a esa persona de sus heces, se domestican los microbios, y se hacen análisis moleculares para ver si no hay patógenos. Luego se examina qué grupos de microbios benéficos tiene. Esto tarda entre 1 y 4 horas. Luego se mantiene en una estufa a 37 grados, se comprime y se hace por una sonda gástrica u oral que llegue hasta el duodeno, intestino, o por vía anal se le inyectan esos microbios para repoblar, a veces puede ser en un solo acto, o dos o tres veces.
Luego los microbios están esperando esas comidas nutricionales, nutracéuticas, para aumentar la población celular y generar esa diversidad biológica que su organismo necesita para recuperar la salud.
Hay microbios comerciales que puedes comprar en farmacias: bífidus, lactobacillus…, que son benéficos, o probióticos que también ayudan a estos procesos.
Uno puede tener una alimentación microbiana equilibrada e ir consumiendo los microbios específicos durante un tiempo determinado. Esto se está haciendo por todas partes: Argentina, España, Perú…