Puede que estemos entrando con paso firme en una dictadura, que ya estemos asistiendo a sus prolegómenos. Los primeros síntomas no, los más evidentes. aparecieron durante la pandemia y pueden resumirse en que a quienes se tomaron la libertad de preguntar y de criticar lo sucedido se les tildó automáticamente de negacionistas, se les descalificó, dejando de inmediato de aparecer en los medios y, por lo tanto, dejando de formar parte de la realidad. El sistema creado entre políticos, Medios de Manipulación de Masas, MMM, abogados, jueces, y el dinero, los fondos de inversión, la banca, el poder, en suma, los hizo desaparecer. Con ellos siguieron la pauta de que quién no aparece en los medios no existe. Menos mal que las redes sociales estaban y siguen ahí, y que aún censuradas, dejan espacio suficiente para que quepamos todos.
¿Fue un error o un acierto tratar así a los negacionistas o disidentes? La práctica del aislamiento no solo se practica con quienes no se quisieron vacunar contra la COVID, los medios también suelen eludir informar sobre los crímenes cometidos por ciudadanos magrebíes, rumanos, esconden las cifras y los casos de personas que se suicidan… ¿Acaso ocultándolas dejan de delinquir? ¿Hay acaso menos suicidios o están aumentando? Los medios actúan como censores y como políticos antes que como informadores. Inversores, anunciantes, editores y directores deciden en sus despachos de qué se puede o no se debe hablar, unas veces por intereses políticos, por presunta conveniencia social, o por dinero. Así es como el sistema, la plutocracia, se retroalimenta.
Se trate del tema que se trate, siempre hay alguna crítica que hacer desde los medios, algo que recordar, que molesta a unos u otros, siempre hay titulares enojosos, o editoriales y comentarios poco amables, o desacertados. Pero entre los años 20 a 22, en materia de pandemia, los medios actuaron como una orquesta que dirigía cada gobierno de cada país, y que tocaba, incomprensiblemente, la misma canción. No se había visto nada igual nunca. No se había visto una sumisión tal de los medios de comunicación desde los tiempos en los que el alemán Johannes Gutenberg creó la imprenta, en el siglo XV.
La de la pandemia fue una época frustrante en la que se puso en marcha buena parte de los contenidos de la llamada Agenda 2030, auspiciada por la ONU, y cuyo objetivo es cambiar el mundo en apenas una década, convertirlo en digital, eléctrico, ecológico, sexualmente más libre, transhumano … Pero también y esto es lo que los disidentes de la pandemia denuncian, la Agenda lleva incorporado un gobierno único mundial y por tanto la amenaza de pretender controlar todo cuando hacemos y decimos, y hasta comemos. La Big Pharma y los grandes fondos de inversión tendrán luz verde para utilizarnos como conejillos de indias y para que los ricos acaben con la clase media aumentando la pobreza. Y esto se está haciendo en 10 años, a gran velocidad. Quedan cinco.
Esta Agenda persigue 17 objetivos aparentemente positivos, pero que van cargados, como se dijo, con dinamita ideológica, según y quién la interprete. Por recordar detalles de la Agenda 2030, persigue conseguir el hambre cero, el fin de la pobreza, la igualdad de género, la salud y el bienestar de todos, trabajo decente y energías no contaminantes… Esta Agenda la apoyan los denominados globalistas, los demócratas, los grupos socialistas moderados, gente situada en el centro izquierda del espectro político y la rechazan la derecha y la extrema derecha, espacio donde los globalistas dicen que se refugian disidentes, negacionistas y conspiranoicos, entre los que se encontrarían, en tal caso, el presidente Donald Trump y Robert Kennedy Junior, el político más popular e influyente de la disidencia o resistencia. Kennedy se presentó a las elecciones de 2024 en Estados Unidos primero con el Partido Demócrata, después como independiente y finalmente a las órdenes de Trump.
El día que Donald Trump anunció su flechazo con Bobby Kennedy, lo presentó como el norteamericano que más había hecho por la salud de los hijos de todos los estadounidenses. Y debe ser cierto ya que el propio Bobby Kennedy, el día que él oficializó su unión con Donald Trump, fue por cierto el 23 de agosto de 2024, no hizo más que hablar de la salud de los hombres y mujeres de USA. En su discurso, Kennedy definió su país como un territorio de obesos, lo es el 74 por ciento de la población, de enfermos en general, y, sobre todo, de crónicos que gastan 4 billones de dólares. Gastan cinco veces más dinero que lo que invierten en armamento. “Hemos despilfarrado ya 200.000 millones de dólares en Ucrania”, país en el que habían muerto 600.000 niños ucranianos y 100.000 rusos, a fecha de septiembre de 2024. Esperemos que la buena sintonía que parecen tener Trump y Putin sirva para detener esa barbarie.
Precisamente, Kennedy destacó que se había metido en la carrera hacia la presidencia por 3 razones: “libertad de expresión, Ucrania y nuestros niños”, y que le preocupaba “la censura, el control de los medios y la utilización de las agencias federales como armas”. Fue sutil, pero tajante, al calificar el papel que jugaron con él los medios durante la pandemia y, después, en la carrera hacia la Casa Blanca. Cuando estaba en un 30 por ciento en intención de voto, “las grandes cadenas tradicionales de televisión mantuvieron un embargo casi perfecto de las entrevistas conmigo. Desde que me presenté, ABC, NBC, CBS y las cadenas que actúan por suscripción: MSNBC y CNN, en conjunto, me dieron solo dos entrevistas. Sin embargo, esas cadenas mantuvieron un diluvio de peyorativos inexactos, a menudo viles y difamatorios”. Televisiones y su propio partido, el Demócrata por aquel entonces, se confabularon contra él. De ser cierto, ya no es censura solo lo que denuncia el líder de la disidencia norteamericana, es también manipulación y corrupción. Bobby Kennedy asegura que instituciones como la FDA, CDC y USDA son dirigidas por las grandes empresas de procesamiento de alimentos, agrícolas y químicos, y que el 75 por ciento del presupuesto de la FDA es privado. Es decir, lo pone la Big Pharma.
A Robert Kennedy Junior se le atribuye la siguiente frase que circula por internet: “Las grandes farmacéuticas ganan 60.000 millones de dólares al año vendiendo vacunas, pero obtienen 500.000 millones vendiendo remedios para las lesiones causadas por esas vacunas. ¡Enferman a la gente y luego venden una cura para toda la vida!”. Un plan de negocios realmente fantástico el de estas empresas. Robert Kennedy y Donald Trump, pensaban en aquel tiempo acabar con tanto favoritismo.
En el Parlamento español ha habido pocas alusiones a la Agenda 2030 y prácticamente ninguna a sus críticos. Cuando algún parlamentario ha criticado la Agenda, desde los asientos del Gobierno se ha respondido enseguida acusándolo de esotérico y negacionista. El gobierno español, y cualquier otro gobierno, sigue a pies juntillas el camino que le marca la ONU, Naciones Unidas, responsable última de la Agenda, y a su sombra van surgiendo quienes se aprovechan económicamente de la coyuntura: fundaciones, ONGs, Institutos, y los MMM o medios de manipulación de masas. Éstos tampoco le han dado excesiva importancia a los 17 puntos clave de la famosa Agenda, ni han visto su carga ideológica. O no han querido verla. La publicidad pagada viene por otro camino. Los MMM tradicionales tampoco han reparado en las polémicas palabras sobre la sexualidad infantil del eurodiputado Marcel de Graaff, quien viene a decir que en el marco de la Agenda 2030, la UE propone la legalización del sexo con niños, además de subvencionarlo. Por su parte, “la OMS y las Naciones Unidas ordenan a todas las guarderías y escuelas primarias del mundo que enseñen a los niños pequeños a masturbarse” (www.kla.tv). También los animan a usar la pornografía, a realizar actos homosexuales y a los más pequeños les enseñan a practicar el sexo oral. Puede que estemos ante una organización pedófila, pero nadie parace interesado en denunciarlo.
Como comprobamos, en las redes sí se demoniza la Agenda 2030. Hay mil y un canales donde se le da caña sin piedad. Iremos viendo por qué y cómo, para maniatarlos, a estos canales les han puesto una vigilancia especial: los verificadores, empresas pseudo periodísticas que actúan al dictado de los intereses de sus patrocinadores. Con la excusa de que determinados canales practican la desinformación, es decir la información falsa, a sabiendas casi siempre de que lo es, los verificadores buscan supuestamente la verdad. Es decir, buscan respuestas que protejan la narrativa del sistema. Muchas de esas respuestas, sobre todo si son científicas o médicas, las responden profesionales que reciben comisiones de diferentes tipos de las multinacionales farmacéuticas.
Lo que lleva a preguntar quién o quiénes son los propietarios de los MMM medios de manipulación de masas. Una pregunta que se hizo también el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, allá por el mes de septiembre de 2024, pero por distintas razones. Puede que quisiera conocer los nombres de quienes les persiguen a él, a su hermano David, y a su esposa, Begoña Gómez, a los que abogados independientes, algunos afines a la derecha española, llevaron a los tribunales, acusándolos de corrupción y tráfico de influencias, apropiación indebida…
La cuestión es que se deberían conocer los nombres de todos los grandes accionistas de los medios, al igual que se les exige a las empresas que cotizan en el IBEX y lanzan una opa hostil. Y no para defender a la señora Gómez, sino para que el juego de la democracia sea transparente.
Por cierto, que nadie espera, sino todo lo contrario, que la presidencia de Donald Trump sea una bendición, entre otras cosas porque va a oponerse probablemente a los planes cuidadosamente diseñados y financiados por los globalistas. Será interesante ver jugar al Dinero esta partida, ver cómo se alían, quien con quién. Ellion Musk y su X apostaron ya por Donald Trump.