NO SON LOS PUTOS AMOS

La presidenta Armengol, que no es santa de gran devoción corriente, en la apertura de la legislatura presidida por el Rey se dio un controvertido baño oratorio salpicado con la propaganda de responsabilidad contractual de leyes aprobadas y llevadas a la práctica como corresponde. Compromisos y cometidos funcionales que cuentan con la legitimidad que otorga el Parlamento y que han salpicado con virtud los derechos sociales que avala nuestra ya incuestionable democracia. (Guste o no guste). Hacer anuncio abierto y político de estos avances no es en absoluto irrespetuoso con la Institución, ni está fuera de tono. Pero para ese retrogrado y belicoso PP que se acuesta con VOX para levantarse meado, esto ha sido un desliz intolerable, y juntitos han montado un berrinche de ruidosos perdedores-perjudicaditos, porque lo que allí se exponía con mesura estaba claramente en contra de todo lo que intentaron ferozmente tumbar durante la legislatura y no pudieron. Votaron de la manita en contra de todo lo habido y por haber y han intentado descafeinar cualquier logro social con la tenacidad de los brutos cabestros peor adiestrados.  La derecha y la ultraderecha, “ya montaraces”, se han posicionado frontalmente en contra de la reforma laboral, la ley de vivienda, la ley de eutanasia, la del aborto, las leyes de igualdad,… Sí. Se han ayuntado desparramosamente sin argumentario social, de espaldas a la realidad del país que consideran sólo suyo a toda costa, y han perpetuado un NO de losers gigantes enanizados por su falta de propuestas inteligentes alejadas de lo deseable-razonable-pertinente y consecuentemente, faltos de resultados en las votaciones, se cabrean y lanzan mordiscos desdentados al aire. (Un pesado aire que se les hace irrespirable aquí y en Europa). Se han enrocado en aquel plan B que soñaron malamente y que alucinaban resuelto en un torpe mantra nostálgico, empecinado en proponer “la repetición de elecciones tantas veces como sean necesarias hasta que salgan favorables a la carcundia nacional”.

La fortuna en este caso, ya histórico e histérico, ha estado, como corresponde, a favor de la democracia.  El propio Rey, (que una banda de desgalichados caraduras oportunistas, a los que pagamos el sueldo por presentarse, no reconocieron en el acto “con ausencia reivindicativa”), nos dio un baño de Constitución que no sabemos cómo podrán digerir las ácidas tripas de  -los impresentables de signos diversos-, reivindicado desde el estrado que los valores de la Carta Magna no están anclados en el pasado y recordándoles que el pluralismo político debe  impulsar la mejora de las condiciones de vida desde el entendimiento y el reconocimiento de las diferencias. Es una lástima que no se lo dijera cantando para intentar que sus niveles de comprensión tomaran cuerpo y espíritu constructivo. La música que amansa las fieras no será nunca la banda sonora de sus vidas parlamentarias, porque como dice la canción de Jason Mraz “la música es un arma en la guerra contra la infelicidad” y estos amantes del ruido marrón que ansían ser – los putos amos- son los peores sordos desventurados que no quieren oír.