Por fin se irán a la cloaca las prerrogativas y privilegios militares y civiles concedidos durante la dictadura de Franco a las pardas bestias dirigentes de otros regímenes dictatoriales extranjeros de idéntica catadura moral y política entre los que se encuentran Adolft Hitler, Rudolf Hess, Benito Mussolini, Roberto Farinacci, Pedro Teotónio… El PP de Feijoo, ese gran “moderado del pan pringao” que dice el Boinas, se ha retratado votando en contra de quitarles los honores: “Cagaron primero sobre la inteligencia y la razón, con una enmienda a la Ley de Memoria Democrática en el Congreso de los Diputados y, al decaer esta, entruñaron -a culo lleno- las sensibilidades más calmadas de la misma carajada con igual cantinela pedorra en el Senado”. Las condecoraciones a estos deleznables animales, que la humanidad ha despreciado justamente, por fin saldrán sin honor de las páginas de la historia de esta España democrática que los cavernícolas han pretendido conservar con inaceptable gloria o respeto. Alguien en el PP, que seguro tendrá un montón de partidarios sin serrín en la mollera y que no se lavarán la cabeza con champú fascistoide, tendría que endosar a sus dirigentes la factura de acciones tan poco edificantes para con nuestra presuntamente progresista sociedad del siglo XXI. El mes pasado, Begoña Garcia, diputada del PP de la Asamblea de Madrid, desparramó “en sede” la desafortunada frase: «El caudillo que ganó la guerra civil hace 82 años», y recibió los parabienes de su bancada que no tolera con aplomo masticar en su boca ni la palabra dictador ni la de golpista. Recordemos para estos despistados, que Alianza Popular (AP), germen del actual Partido Popular (PP), fue fundado en el 76 por seis exministros franquistas: Manuel Fraga Iribarne, Cruz Martínez Esteruelas, Federico Silva Muñoz, Laureano López Rodó, Gonzalo Fernández de la Mora y Licinio de la Fuente y el ex alto cargo de la dictadura Enrique Thomas de Carranza. Un año después, en su primer congreso, al grito de “Franco Franco Franco” reivindicaron con orgullo casposo la memoria del enano galleguito. Ya convertidos en “democráticos peperos”, en más de media docena de ocasiones en Cortes se han negado a condenar ese criminal régimen que les iluminó la senda política, y han hecho malabares dialécticos irrespirables para anular los juicios políticos del franquismo. La gran mayoría de votantes del PP y muchos de sus dirigentes tratan de olvidar con cabezonería torticera que ya en el 2002, con José María Aznar como presidente del Gobierno, se condenó por unanimidad parlamentaria el golpe de Estado franquista. Pero, por lo visto en su empachado imaginario, ¡no se pasó página! Se pregunta el Boinas a través del -vino de otoño con peras-, que cada día es más rojo y ya apunta al color del camión de los bomberos: ¿Por qué persisten en esta cutrísima connivencia con la memoria de la dictadura? ¿Ese inapropiado y funesto legado lastra las meninges de estos herederos hasta volverlos tontos? ¡Coño! ¡¡¡Hace falta dejar de llorar la muerte de Chanquete!!!