Cien años con Salvador Freixedo. Los habría cumplido este 23 de abril. Como homenaje, rescatamos esta entrevista de Magdalena del Amo, publicada en 2015, en la que el autor sintetiza sus ideas mollares.
En cuanto una oveja se separa un poco de la manada, el pastor le echa a los perros para hacerla volver al redil. Con el ser humano pasa lo mismo. Somos una granja propiedad de seres superiores, a los que servimos
…
Es un ser honesto, libre y sin dogmas, que utiliza su inteligencia. Durante treinta años perteneció a la Orden de los Jesuitas. La publicación del libro Mi Iglesia duerme en 1968, en el que hacía pública su discrepancia con algunos dogmas y la instaba a no quedarse amodorrada en el pasado, le granjeó una suspensión a divinis y su salida de la Compañía de Jesús. Ya con el marchamo de hombre libre, empieza a viajar por el mundo y a inmiscuirse en todo aquello que le había sido vedado. Su sed de conocimiento le hizo entrar arrasando en el mundo de las religiones comparadas, los ovnis, el espiritismo, los curanderos, la parapsicología, la radiónica, y cualquier tema que irradiara un resplandor de nuevos amaneceres. Sus conclusiones sobre las disciplinas citadas y su valentía al exponerlas, le han garantizado un lugar al lado de los pioneros de estas ciencias tan interesantes como escurridizas.
Magdalena del Amo: Ha dedicado usted parte de su vida a estudiar el fenómeno ovni (que para la oficialidad es una patraña), a los curanderos (que según se dice son unos farsantes), y la parapsicología (que se dedica a interpretar simples trucos de magia). ¿Es por ir contracorriente?
Salvador Freixedo: No es por ir contra corriente, porque siempre me ha interesado muy poco lo que otros piensen de mí. Es porque estos fenómenos extraños son como ventanas hacia otros mundos desconocidos que están más allá de lo que perciben nuestros sentidos y nuestra inteligencia. Por eso siempre he sido muy curioso y me he asomado a esas ventanas, en busca de respuestas. Y por mucho que se obstinen los cerrados de mente, ni los ovnis son un cuento, ni el curanderismo es charlatanería, ni la parapsicología es lo que dicen nos negadores de la evidencia.
M. del A.: ¿Ha conocido a algún curandero que cure de verdad, que no sea un farsante?
S. F.: Antes de contestar a tu pregunta, déjame decirte que hay dos tipos de curanderos: los que lo hacen de manera natural, porque tienen algún don físico o psíquico especial o conocen remedios, plantas o preparados descubiertos por ellos o transmitidos por otros curanderos; y, por otro lado, los que curan de una manera “extranatural” y hasta, a veces, absurda.En Barcelona tengo una muy buena amiga que con la sola imposición de sus manos en varias sesiones, es capaz de curar úlceras sangrantes, tumores y llagas que han resistido a toda clase de tratamientos médicos. No es debido a milagro ni a magia alguna, sino a la capacidad que tienen algunos seres humanos de emitir ciertas radiaciones con unas cualidades terapéuticas extraordinarias. Aparte de estos curanderos, que podríamos llamar naturales, hay otros en cuyos trabajos intervienen otras fuerzas que ya entran en el mundo de lo paranormal.
M. del A.: De eso quería preguntarle. Dígame un caso que haya conocido o investigado que no tenga explicación racional.
S.F. Pues, como te decía, en este tipo de curanderismo, lo paranormal está presente, y no hay explicación racional. Aquí también habría que distinguir entre la parapsicología animista, en la que interviene solamente nuestra mente, y la trascendentalista, en la que actúa algo ajeno, algo extrahumano. Un ejemplo de estos sanadores que, aparentemente, están en contacto con seres de otras dimensiones, es la famosa curandera mexicana Pachita con la que tuve la buena fortuna de participar en algunas de sus muchas e increíbles intervenciones. Como ya en otras partes he descrito detalladamente mis experiencias con ella, solo te diré que con su famoso cuchillo de monte abría los cuerpos, metía las manos, cortaba y sacaba alguna víscera o introducía alguna “nueva” que ella tenía en su nevera. ¡Créanlo o no lo crean! En algunos de estos trabajos yo la ayudaba con mis manos. Todo de no creerse, pero practicado a centímetros de mis ojos. Recuerdo que, en muchas ocasiones, mientras observaba cosas imposibles, yo sacudía violentamente la cabeza porque me parecía que estaba alucinando.
M. del A.: ¿Pero no hay mucho fraude en eso, mucho farsante? A algunos les han descubierto el truco.
S. F.: Sí. Como en todo. Ha habido por ahí unos filipinos fulastres, a los que les pillaron incluso los higadillos de pollo; creo que también el hijo de Pachita quiso subirse al carro de la madre y hacer sus pinitos a base de engaños. Hay mucho vividor y mucho fantasma, que se aprovecha de las desgracias y las debilidades ajenas. Pero eso no invalida los casos auténticos, gente honrada que suele hacer lo que no han sido capaces de hacer los médicos… Y Pachita era auténtica, y Arigó también… Me preguntabas por curanderos auténticos y creo que estos lo eran. He conocido a sanadores y a chamanes muy honestos.
M. del A.: Dice que están en contacto con seres de otras dimensiones. Volviendo a Pachita, ¿con quién se comunicaba ella?
S. F.: Cuando ella entraba en trance y le colocaban la clámide, decía que le “entraba el hermanito”, que no era otro que Cuauhtémoc, nada menos que el último emperador azteca. En esos momentos le entregaban el cuchillo y ella decía: “en el nombre de Dios”; entonces empezaba a operar al paciente que tenía tumbado en la camilla. ¡Y cortaba de verdad… y manipulaba las vísceras… y el paciente sangraba… y la sangre era auténtica! Yo no creo que fuera el espíritu del indio, que ni siquiera era médico, pero lo cierto es que ella hacía operaciones portentosas y los enfermos se curaban. Los médicos que iban a ver sus intervenciones se quedaban boquiabiertos, y en alguna ocasión alguno estuvo a punto de desmayarse. El neurofisiólogo Jacobo Grinberg trabajó con ella y estaba tan alucinado como yo. Él decía que las piezas que ella materializaba las “creaba” directamente de la “lattice” [1]. ¡Es un mundo muy interesante!
M. del A.: A propósito de Jacobo Grinberg, su desaparición sigue siendo un enigma. ¿Qué piensa usted? ¿Fue voluntaria?
S. F.: No lo sé, como dices, es un misterio y hay cosas muy raras y bastante irregulares en la investigación policial. Jacobo era un tipo curioso. Buscaba el equilibrio entre los dos hemisferios. Había hecho investigaciones importantes en el terreno de la “visión extraocular” y estaba seguro de poder alcanzar una frecuencia para poder crear de la nada como Pachita, organizar la materia desde la “lattice”. Quizá esté trabajando en alguna base subterránea. ¿Voluntario? No lo sé, aunque me inclino a pensar que no. Lo que te puedo decir es que era un gran investigador y muy buena persona, con el que pasé muy buenos momentos.
M. del A.: Hablemos de los No identificados: ¿Cuál es para usted el caso ovni más importante, que no le ofrezca ninguna duda?
S.F.: Alguno de los que yo he visto, o mi entorno cercano y los que he investigado personalmente. No necesito recurrir a lo que cuente ningún piloto ni ningún científico. Después de estar viendo durante más de veinte minutos balancearse un ovni en forma de platillo a baja altura, y verlo repentinamente salir disparado, o después de haber presenciado a plena luz del día, desde un coche en el que viajábamos varias personas, cómo un objeto se desplazaba a baja altura, paralelo a nosotros, ¡qué me van a contar los científicos! O el caso de mi hermana cuando viajaba en coche con su marido por una zona despoblada de Pontevedra –el Alto del Paraño— y vieron, ¡nada de una luz!… una nave del tipo de las de Mayer, cerquísima, con dos hileras de ventanas. Les entró un pánico terrible. Y ya ves, años después, su hijo, el coronel Ángel Bastida Freijedo fue el encargado de la bochornosa desclasificación, y el pobre tuvo que hacer el paripé y seguir las órdenes de otros. Yo por eso no quise saber nada, ni le pregunté nada, a pesar de ser mi sobrino. Yo no necesito teorías de si son las chimeneas o son aviones.
M. del A.: ¿Por eso en el Congreso sobre Ovnis de la Complutense le colocaron en la mesa redonda sobre “las otras apariciones”, con el Padre Pilón y Joaquim Fernandes, como si usted no tuviera nada que ver con los ovnis?
S.F.: Ahí pasó algo muy raro. No me extrañaría que alguien hubiese conspirado y tengo algunas sospechas. Pero nunca me molesté en averiguarlo. Nunca he sido ni rencoroso ni vengativo.
M. del A.: ¿Son extraterrestres o seres de otras dimensiones? Me refiero a los visitantes.
S. F.: Yo siempre suelo escribir “extraterrestres” entre comillas, porque de una manera general pueden ser las dos cosas, aunque como son tan variados, el adjetivo puede aplicársele con más propiedad a unos que a otros. Lo de extraterrestres es fácilmente inteligible; lo que ya no se comprende tan bien es lo de la ultradimesionalidad, porque no tenemos ni idea de qué es eso. Cuando están entre nosotros se atienen bastante a nuestras tres dimensiones, pero parece que conservan su naturaleza ultradimensional, por ejemplo, ser invisibles, ingrávidos, penetrar la materia sin chocar contra ella y no estar tan prisioneros del tiempo y el espacio como nosotros. Curiosamente, cuando el contactado está en compañía del extrahumano, es decir, dentro su campo magnético, es frecuente que adquiera momentáneamente alguna de estas capacidades ultradimensionales y se vuelva invisible o tenga la capacidad de atravesar paredes. Te podría contar algún caso curioso que investigué, y que incluso casi viví.
M. del A.: ¿Cree que están infiltrados en nuestra sociedad?
S.F.: Totalmente, pero no tanto de una manera física, directa, inmediata y visible, sino a través de las ideas que nos han ido inculcando a través de filosofías y religiones, mediante las cuales los humanos, creyendo que somos libres, hacemos lo que ellos quieren, sirviéndoles de esclavos. Pero también algunos están entre nosotros de una manera física. Yo he conocido personas extrañas, que dudo que fuesen auténticos humanos. Y he sido amigo de una mujer que estuvo casada con un “extraterrestre”, tal como describo en mi libroLa granja humana.Era un hombre muy raro, medio anfibio. En días de gran temporal, con bandera roja, él se internaba en el mar y volvía después de horas. Decía que nuestra atmósfera lo agobiaba. Tenía un frasquito que contenía algo brillante que él ingería cuando se encontraba mal, pero le había prohibido a ella que lo tocase. Lo guardaba en el cuarto de baño, y un día la mujer casi cae en la tentación de cogerlo, pero entonces oyó la voz enérgica de él: “Deja eso”. Él había captado su intención desde otra habitación. Eso la asustó, y por todas las cosas que veía, llegó a sentir miedo. Cuando el tipo se murió, creció repentinamente más de veinte centímetros. Los médicos estaban muy intrigados porque, además, según la autopsia, no tenía pulmones.
Aparte de este contacto particular que tienen ciertos “extraterrestres” con algunos humanos, está la convivencia física de las “razas” de seres extrahumanos, de diversas procedencias, que conviven con nosotros, algunos de ellos en profundas ciudades subterráneas construidas desde hace miles años.
M.del A.: ¿En ciudades subterráneas? Entonces Shambala, por ejemplo, ¿no sería un mito sino una realidad? Y, según esto, ¿la crónica de Akakor estaría basada en hechos reales?
S.F.: Los mitos casi siempre se basan en realidades. Yo antes no le daba demasiada verosimilitud al tema de los intraterrestres, pero me he ido convenciendo. En los 7.000 kilómetros que hay desde la superficie de la Tierra hasta su centro, hay espacio más que suficiente para construir toda suerte de ciudades. Hay abundancia de testimonios de personas fidedignas. Aparte de lo que sobre este particular podemos leer en muchos autores, yo he conocido por lo menos a tres personas que han estado en esas ciudades y que, aun no teniendo ninguna relación entre ellas, me han contado ciertos detalles comunes de esos lugares. Esas ciudades parece que están unidas por túneles que surcan las entrañas de nuestro planeta, por los que circulan unos vehículos que no tocan el suelo cuando se mueven a una enorme velocidad.
M.del A.: Pero eso suena a ciencia ficción. ¿Hay datos de ello?
S.F.: Sí, los hay, pero no suelen llegar al gran público. Por otro lado, el ser humano tiende a negar lo que no encaja con sus coordenadas mentales y necesita tiempo para admitir lo que no entiende. Te puedo decir que, en grandes hangares en el extrarradio de sus ciudades, estos habitantes guardan las naves con las que salen a viajar por nuestro espacio y que tantos millones de personas hemos visto. Para entrar y salir no necesitan tener aberturas materiales, porque debido a su física, penetran la tierra lo mismo que la luz entra a través de los cristales o que muchas radiaciones traspasan los cuerpos sólidos.
M.del A.: ¿Y qué hay de la relación entre algunos de estos seres y ciertos gobiernos?
S.F.: Hace tiempo que esta relación existe. Y enlazando esto con lo de las ciudades subterráneas, en alguna ocasión, militares de EE.UU. que construían una base subterránea, dieron con una de estas dependencias de alienígenas, y debido a la agresividad que los militares mostraron, los “extraterrestres” se defendieron con unas armas que disparaban rayos, entablándose una batalla en la que hubo más de cuarenta muertos humanos. Este hecho, como tantos otros, ha querido ser desmentido y desprestigiado por las autoridades norteamericanas, pero Philip Schneider, ingeniero jefe de la excavación que se estaba realizando –aparte de haber sido gravemente herido en la batalla— fue el gran testigo de todo ello, y por no haber querido guardar silencio, fue drásticamente “silenciado”, lo mismo que muchos otros testigos importantes de hechos que molestan a las supremas autoridades.
M.del A.: ¿Cree que a la gente que molesta la quitan de en medio?
S.F.: Sí, siempre lo han hecho, y de varias maneras: propiciando su ruina, haciéndoles el vacío social y mediático, desprestigiándolos, pegándoles un tiro o lanzándolos desde una ventana. El sistema es terrible, pero no solo con los que saben algo más de la cuenta sobre los ovnis, sino con cualquier otro aspecto que pueda poner en peligro los imperios económicos protegidos por ciertos axiomas; por ejemplo, que el cáncer es una enfermedad incurable. El cáncer es una enfermedad muy rentable, y al médico que se atreva a poner en duda el dogma científico se le hará el vacío o se le inhabilitará. Lo mismo que ha ocurrido a lo largo de los años con los inventores de nuevos combustibles. El sistema se los carga. Punto. Y no quiero entrar en otros temas “sensibles”, como se dice ahora.
M. del A.: ¿Qué relación existe entre ovnis y religión?
S.F.: Entre los llamados “extraterrestres” hay que hacer una triple distinción: 1) los que son neutros y no pretenden entrometerse en nuestras vidas (aunque a veces lo hagan), 2) los que quieren ayudarnos pero respetan una ley cósmica de no interferir, y 3) una minoría de seres malvados, muy inteligentes y poderosos, que tienen esclavizado y a su servicio al género humano, y cada vez estoy más convencido de que también esclavizan a los habitantes de otros planetas que han invadido. Cuando hablo de la “amenaza extraterrestre” y de los espíritus malignos que nos dominan, no me refiero al fenómeno ovni en general, sino a esta especie en particular, a esta minoría de seres que son los que más interfieren en nuestras vidas.
La relación es total. No se pueden explicar las religiones sin tener en cuenta el fenómeno ovni, es decir, la llegada a nuestro planeta de seres que fueron recibidos por nuestros antepasados como dioses. Por lo que se refiere al judeocristianismo, el Génesis es la gran prueba de ello. Yahvé, como ya te dije, era un ser maligno disfrazado de Dios, que engañó a Abraham y ha seguido engañando al pueblo hebreo, e indirectamente ha hecho llegar su influencia al cristianismo a través de algunas falsas creencias, por ejemplo, la del infierno eterno con fuego. En mi libro Teovnilogía trato este tema a fondo.
En relación con esto, yo estoy muy intrigado con la conversación que el papa Juan XXIII sostuvo en 1961 con un ser que salió de una pequeña nave que aterrizó en los jardines vaticanos de Castelgandolfo. Creo que este caso tiene mucha más importancia que todos los que nos puedan presentar los investigadores. El escueto comentario con que el pontífice resumió a su secretario la conversación que tuvo con el “extraterrestre”, tiene más fuerza que todo lo que los teólogos nos han dicho en veinte siglos. Las palabras de Juan XXIII fueron: “Los hijos de Dios están por todas partes, pero nosotros, a veces, tenemos dificultad en reconocer a nuestros hermanos”. El Vaticano, por la cuenta que le tiene, nunca ha querido darle publicidad a este hecho, pero el acompañante del Papa en aquella ocasión, Loris Francesco Capovilla, actual cardenal y testigo también del aterrizaje, vive todavía a sus 99 años y preguntado recientemente sobre la veracidad del caso, dijo que lo que él le comunicó a un periodista tras veintidós años de silencio, era totalmente cierto.
M. del A.: Pero si este caso es cierto, ¿por qué no ha sido más comentado entre los investigadores, por qué no ha sido tomado más en serio? Aunque, por otro lado, llama la atención que el Vaticano no lo haya desmentido.
S. F.: A Juan XXIII se le achacan muchos hechos extraordinarios de incierta realidad y es lógico que este acontecimiento de tanta importancia caiga también entre los mismos. Y hay que reconocer que es extraño que un contacto así, cuando sucedió, no haya tenido más resonancia. Pero a favor de la autenticidad de lo ocurrido en Castelgandolfo está el hecho de que es muy raro que en los años transcurridos desde que fue publicado por el Sun de Londres hasta hoy, y viviendo todavía el testigo de lo que allí ocurrió, ni el Vaticano ni el propio Capovilla hayan desmentido una noticia tan importante y de tan grandes repercusiones para el dogma cristiano. Parece que han preferido la táctica de “no meneallo”.
M. del A.: ¿Qué piensa hoy sobre los contactados?
S. F.: Los contactados varían muchísimo, dependiendo de la entidad que los contacta y de cómo ha sido su experiencia. Y antes de nada hay que hacer la distinción entre los que simplemente han sido visitados y han recibido algún tipo de mensaje, y aquellos que dicen haber sido llevados a alguna nave o a algún lugar del espacio o a alguna base subterránea, los cuales pasan a ser clasificados como abducidos. Y todavía hay que hacer la gran distinción entre los que han sido llevados voluntariamente y han recibido un buen trato, y los que han sido prácticamente raptados y sometidos a análisis médicos, a veces muy dolorosos.
M. del A.: ¿Y hay tantos contactados como parece?
S. F.: Más de lo que parece. Hay cientos de contactados que, por prudencia, guardan en secreto su experiencia porque temen que si la hacen pública los tomen por chiflados y eso arruine su vida, como así ha sido en muchos casos. La mayoría de los contactados suele acabar mal, porque la experiencia es demasiado fuerte para su psique. La información que reciben les hace vivir dos realidades paralelas. Muchos de los famosos contactados han tenido vidas desastrosas e incluso problemas con la justicia y algunos han sufrido cárcel. Pero también abundan los que han tenido suerte de haberse relacionado con seres positivos que, de alguna manera, los han ayudado. He sido muy amigo y confidente de algunos y me han contado las increíbles cosas que vieron por aquellos extramundos, y de entre ellos he conocido a varios a los que les han tocado pequeñas loterías que les han ayudado a salir de algún mal momento económico por el que estaba pasando su familia. Los mensajes de los contactados hay que analizarlos con gran cautela porque suele estar muy mezclado lo verdadero con lo falso. Puede haber una intencionalidad en ello por parte de los contactadores, pero también la mente del receptor juega un papel muy importante a la hora de interpretar. Es indudable que entre verdades, semiverdades y falsedades nos han ido dando mucha información.
M del A.: Pero usted también llama contactados a los místicos, a los profetas y a los líderes religiosos.
S.F.: Llamo contactados a los místicos y videntes de las religiones porque cumplen fundamentalmente con las características de un contactado, es decir, estar en relación directa con algún ser inteligente no humano. Y más, si tenemos en cuenta que muchas de estas entidades tienen la capacidad de disfrazarse y presentarse con la apariencia del ser celestial al que invocan los creyentes de las diferentes doctrinas.
M. del A.:¿Qué piensa sobre el más allá?
S.F.: Para mí, el más allá es un formidable misterio. Liberado de las creencias en infiernos eternos, purgatorios, limbos, juicios finales y resurrecciones con los mismos cuerpos, y teniendo por otro lado la certeza de que nuestro espíritu es inmortal, me entretengo, a veces, en imaginar cómo será nuestra actividad mental cuando abandonemos el cuerpo físico. Es muy curioso lo que dicen algunos grandes videntes como Serge Alalouf. Él veía a todas horas los espíritus de los muertos siempre ocupados en algo, y muy animados hablando entre ellos. Según el espiritismo kardeciano, nuestras almas o están esperando su turno para tomar de nuevo un cuerpo y volver a este o a otros mundos para terminar lo que haya quedado pendiente en una previa encarnación, o ascenderemos un peldaño más en esa infinita escala cósmica hacia la Fuente, como le llaman a Dios algunos “extraterrestres”. Qué hay en esos otros niveles y cómo será nuestra actividad intelectual es algo que escapa por completo a nuestra comprensión. Un gran consuelo es pensar que, lógicamente, en esos niveles nos encontraremos a todas las personas que hemos querido y que nos han querido en este mundo.
M. del A.: Acaba de hablar de la reencarnación y he visto que en su último libro Iglesia despierta, deja una puerta abierta a esa posibilidad.
S. F.: Es cierto. Siempre le tuve un gran respeto a la doctrina de la reencarnación y cada vez la veo más plausible. A lo largo de la historia ha habido muchos hombres eminentes, y no precisamente de los ámbitos religiosos, que han tenido esta creencia. Parece que en el cristianismo primitivo la creencia en la reencarnación era muy común, y Orígenes, el famoso teólogo, era uno de sus seguidores. En el siglo XIX el espiritista Allan Kardec, del que acabo de hablarte, en su Libro de los Espíritus recopiló las doctrinas que todavía perduraban entre muchos cristianos. En la era moderna, el primer científico que estudió seriamente esta creencia fue el psiquiatra canadiense Ian Stevenson, que en 1966 publicó su libro Twenty Cases Suggestive of Reincarnation, y a lo largo de su vida estudió en los cinco continentes más de tres mil casos. Las creencias cristianas sobre lo que nos sucede después de la muerte son demasiado simples; la reencarnación tiene mucha más lógica. Nos explicaría, por ejemplo, las tremendas diferencias que ya desde el nacimiento se dan entre los seres humanos. Si al nacer es la primera vez que venimos al mundo, uno no se explica por qué unos nacen en hogares confortables, mientras que otros carecen de todo. Lógicamente, deberíamos nacer todos con las mismas oportunidades y el hecho de nacer en tan desiguales circunstancias nos hace sospechar de alguna deuda pasada. En la India es la creencia común.
M. del A.: ¿Es posible el contacto con las personas fallecidas?
S. F.: Yo así lo creo, a juzgar por las infinitas experiencias fidedignas que hay de ello y creo que es mucho más posible y frecuente de lo que se cree. Pero no hay que confundir el seudoespiritismo de baratija que vemos en programas de TV, que tienen como meta el espectáculo frívolo, con el espiritismo serio de Allan Kardec o el de Chico Xavier. Claro, a uno siempre le queda alguna duda, porque aunque las noticias que nos llegan del más allá y del mundo ultradimensional son muy abundantes, por otra parte, son muy confusas y contradictorias.
M. del A.: Usted nunca admitió al Yahvé bíblico, pero siempre creyó en un Dios, digamos, cósmico. ¿Se necesita más a Dios a los 92 años que a los 20, 30 o 60?
S. F.: Como te dije, el Yahvé del Génesis era tan ofidio como la serpiente con la que discutía. Se deduce de su comportamiento con su “pueblo escogido”. Se había disfrazado de Dios, de “ayudador”, como hacen en la actualidad las entidades reptilianas que dominan este mundo. En cuanto a mi creencia en una Inteligencia Omnipotente, cuando uno observa la infinita variedad de especies de animales, la programación que existe en las semillas de todas las plantas, el incansable giro de los electrones en torno a sus núcleos y la infinitud de las distancias y los tamaños de las galaxias, es imposible no sospechar que detrás de todo ello no haya algo o alguien. Creo que un ateo integral es un ciego de nacimiento.
En cuanto a si se necesita más a Dios a los 92 años que a los 20 o a los 60, es natural que así sea. Como que se siente más cerca. Pero cuando digo que se siente más cerca, no tengo la infantil idea de que en cuanto cierre los ojos me voy a encontrar con Dios, como si Dios fuese un personaje. Cuando cierre los ojos espero, simplemente, subir un peldaño más en esta escala del espíritu hacia eso que llamamos el Creador, que las religiones tanto han deformado y caricaturizado. Creo que nuestra vida en el más allá depende mucho de cómo ha sido nuestro comportamiento en el acá.
M. del A.: ¿El tiempo le ha hecho ser más escéptico o más “crédulo”?
S.F.: El tiempo me ha hecho más escéptico en cuanto a lo que dicen las autoridades, sean del tipo que sean, porque parece que en la idiosincrasia y en la esencia del poder y de los que mandan, está el mentir y ese es el primer paso a la corrupción. La gran banca, la gran prensa y los políticos, tienen al planeta sumido en este caos económico y social. Las crisis no son coyunturales, sino planificadas. Pero ¡ojo! estos son marionetas de otros, de otras fuerzas oscuras… Pero a lo que íbamos, soy más escéptico con los que detentan el poder, pero, por otro lado, me he hecho más crédulo en cuanto a que las cosas más extrañas pueden suceder. Mis exploraciones en el mundo de lo paranormal me han enseñado que en este mundo ocurren muchos hechos extraños de los que la gente común no tiene ni idea, y que van no solo contra los dogmas científicos sino contra el sentido común. Y muchos no son demostrables en laboratorio, pero eso no les quita ni veracidad ni autenticidad.
M.del A.: En el mundo está habiendo cambios muy importantes. Por un lado, tenemos un sistema corrupto, donde la mentira prima sobre la verdad y la injusticia sobre lo justo. Pero la alternativa no es nada halagüeña. ¿No hay esperanza para la humanidad?
S.F.: Efectivamente, en el mundo está habiendo cambios muy importantes en todos los sentidos, mucho más trascendentes de lo que la gente cree [2]. Y estos cambios están directamente relacionados con lo que llamamos fenómeno ovni, porque aunque los “ufólogos” no lo quieran admitir y los científicos lo vean como una creencia de fanáticos, las fuerzas extrahumanas que dominan el mundo se están sintiendo incómodas porque una buena parte de la humanidad está despertando y queriendo liberarse del yugo al que hemos estado sometidos por milenios.
El repudio general que en muchas partes del mundo se está sintiendo contra las autoridades de todos los países, es parte de este despertar. Estas entidades oscuras que nos dominan –que a lo largo de los siglos se han valido de los líderes mundiales— están desesperadamente tratando de que el poder resida solo en manos de unos pocos, para poder controlarnos más fácilmente, y además está queriendo sembrar el caos, el malestar y las desavenencias entre los pueblos. Todo es parte del llamado Nuevo Orden Mundial. Las guerras son una de las estrategias que a lo largo de toda la historia humana estos seres tiránicos más han usado para conseguir sus propósitos: por un lado, impedir nuestro progreso y nuestra evolución mental y espiritual, manteniéndonos en una frecuencia vibracional muy baja, de reptiles; y por otro, tener a nuestras mentes atormentadas, porque con el sufrimiento nuestros cerebros emiten un tipo de ondas que ellos necesitan o, por lo menos, les agradan mucho. Eso es lo que fundamentalmente quieren de nosotros estos “extraterrestres” a los que yo llamo dioses [3].
M. del A.: ¿Estos dioses son como los arcontes de los gnósticos?
S. F.: Son maneras de llamar a estas entidades oscuras, que nos “ordeñan” para extraernos el caldo aurífero –creo que el término es de John Baines—. Aparecen en los textos de Nag Hammadi y, modernamente, los ha puesto de moda John Lash, un místico sui géneris. Se dice que los arcontes no son nuestros creadores, pero que ellos lo creen y nos usan. Pero sí, de manera general, los arcontes serían estos dioses con minúscula, los dueños de la granja. Algunos los han descrito con pelos y señales, pero no deja de ser mera fabulación. Lo que importa es la idea, que sepamos de su existencia y de cómo defendernos de ellos.
M. del A.: ¿Qué otros signos alarmantes ve, que denoten una injerencia de estas inteligencias?
S.F.: Como te dije antes, en estos momentos, la ruina económica que casi repentinamente ha afectado a muchas naciones no es casual. Los índices de delincuencia en muchos países y el clima bélico de nuestro planeta –con una seria amenaza de una guerra global—son alarmantes, y esto tiene angustiada el alma de millones de personas.
Otra de las tareas que tienen en la agenda nuestros invisibles tiranos es la drástica disminución de los habitantes del planeta, y para ello se valen, de hambrunas –provocadas por las corruptas autoridades— que causan millones de muertes al año, y se valen asimismo de las matanzas generalizadas de las que te hablaba, de epidemias naturales o artificiales como el sida, el cólera, el ébola, y matando en el vientre de sus madres a diez millones de niños cada año, mediante las leyes mundiales del aborto.
Hay otras sutiles estrategias en las que están muy involucrados los medios de comunicación: la animalización del ser humano a través de la banalización del sexo, la erotización de la infancia, el utilitarismo de la vida humana y las leyes de eutanasia a petición… estrategias sutiles, pero no quiero entrar en detalles.
M. del A.: ¿Pero hay esperanza o no?
Claro que hay esperanza, pero la humanidad tiene que pegar un cambio sustancial; tiene que despertar, desarrollar la conciencia e ir dejando atrás su componente más primitivo. No voy a decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque eso sería desconocer la historia. Pero fíjate que hoy, a pesar de todos los avances en cuanto a prestaciones sociales y todo lo que nos reporta el estado del bienestar, la sociedad no es mejor. Hay una especie de mal sutil, hay una pérdida de empatía. Dentro de quinientos o de mil años, nuestros descendientes contemplarán con horror cómo la gente bárbara del 2015 –nosotros—eliminaba a los bebés en gestación sin el menor remordimiento de conciencia, o sedaba a viejos porque habían dejado de ser útiles… o seguía alanceando al toro de la Vega o tirando cabras del campanario. Hay que evolucionar.
M. del A.: Hay que evolucionar… ¿cómo?
S. F.: Pues mira, yo escribí hace tiempo que hay que evolucionar en cuatro niveles fundamentales: en el nivel intelectual, sabiendo cada vez más, interesándonos por todo lo relacionado con el ser humano y compartiendo el conocimiento; en el nivel moral, siendo cada vez mejores y defendiendo siempre el bien y lo justo; en el nivel estético, creando belleza, respetando la naturaleza, y haciendo de este planeta un lugar donde todos podamos convivir en armonía; y, por fin, en el nivel espiritual, elevando nuestra mirada a lo trascendente, conectándonos con lo divino, con la esencia. Solo así lograremos romper el vínculo con las entidades que nos parasitan y se alimentan de nuestro dolor. Nuestra esperanza es la evolución, ser mejores en todos los sentidos.
NOTAS:
[1] El concepto de la lattice considera que la estructura fundamental del espacio es una red o matriz energética hipercompleja de absoluta coherencia y total simetría.
[2] Esta entrevista fue publicada en 2015.
[3] En estos últimos párrafos, Freixedo sintetiza su tesis sobre la esclavitud