Por Cristina Avalaa
Hasta ahora, la industria farmacéutica se ha presentado como salvadora y benefactora de la humanidad, avalada por la ciencia y sin la cual no podría existir ninguna sociedad moderna.
Su gran inversión en campañas publicitarias inspiran la confianza de profesionales y pacientes.
Una de las razones de su gran negocio es que perdura, gracias a los profesionales médicos y a la «cronicidad» de las enfermedades. La erradicación de las enfermedades, la sanación, destruiría su negocio y por eso no está en los intereses de esta industria.
La doctora Ghislaine Lanctot, autora del libro La mafia médica, afirma que: “La estrategia consiste, en suma, en tener enfermos crónicos que tengan que consumir todo tipo de productos paliativos, es decir, para tratar sólo síntomas; medicamentos para aliviar el dolor, bajar la fiebre, disminuir la inflamación … pero NUNCA fármacos que puedan resolver una dolencia. Eso no es rentable”.
Los efectos de los medicamentos, supuestamente avalados por la «ciencia», están orientados a los síntomas físicos, en lugar de dirigirse a la prevención y tratamiento de la causa profunda. Además, la mayoría de las drogas farmacéuticas no tienen una eficacia probada, son moléculas sintéticas tóxicas, cuya patente genera millones de dólares de beneficios a todos los estamentos implicados.
Las vitaminas y terapias de salud natural, amenazan las bases del negocio farmacéutico. De hecho, se puede observar cada vez más consumo de complementos naturales, ya que los pacientes empiezan a sospechar de alergias y consecuencias biológicas de los fármacos sintéticos, que generan otros síntomas, nuevas enfermedades e incluso la muerte.
Por ello, ha aumentado la demanda de tratamientos de salud con productos naturales, que hace años podemos adquirir en cada vez más farmacias. Entendemos que aceptan su demanda en el mercado, y de paso, hacen la competencia a los negocios de salud natural.
Es obvio que los métodos y herramientas de prevención y tratamiento de la salud de forma natural, sin efectos secundarios son incompatibles con el «negocio de la enfermedad» de la industria farmacéutica.
Pero no penséis que esto siempre ha sido así. Lo que hoy llamamos “medicinas alternativas” hace un siglo era lo más común, en zonas rurales sobre todo.
John D. Rockefeller era a principios del siglo XX el principal magnate del petróleo en Estados Unidos. Cerca del 90 % de las refinerías eran de su propiedad. Hacia el año 1900, los científicos y tecnólogos descubrieron los petroquímicos, y que a partir del petróleo se podían elaborar numerosos productos, por ejemplo, las drogas farmacéuticas.
Rockefeller, a través de la Fundación Carnegie Illuminati, contrató a Abraham Flexner para que evaluara cómo se enseñaba y se ejercía la medicina, y luego formulara una línea a seguir. Debía visitar las escuelas de medicina y hospitales, y luego hacer un informe.
El resultado de la investigación fue el informe Flexner.
Imagina la gran visión de un magnate de los negocios, ¿qué producto puede interesar más a todos los ciudadanos del mundo? La solución a su mayor miedo: el dolor y la enfermedad. Y lo convirtió en objetivo de los grandes psicólogos empresariales enfocados en marketing y ventas. Solución a los miedos humanos: la salud. ¿Y cómo conseguir la venta masiva de «salud»?
¡A través de los Gobiernos! ¡El perfecto cliente! Los Gobiernos recaudan miles de millones de dinero público, a través de los impuestos, ofrecen SANIDAD PÚBLICA (en unos países más privada) como una de las ventajas de la sociedad del bienestar. ¡Tu Gobierno te cuida, vótanos!
Esa es la visión: EL NEGOCIO DEL SIGLO es la enfermedad.
A partir de este informe, la AMA (American Medical Association) y los AAMC (Association of American Medical Colleges) hicieron cambios radicales en la enseñanza y la práctica de la medicina, entre 1910 y 1925.
El informe Flexner introdujo tres de los cambios en la medicina, que se mantienen hasta la actualidad. El primero, el énfasis biológico, es decir, la separación de cuerpo y mente en los tratamientos. El segundo, la departamentalización de la medicina, es decir, su división por especialidades y subespecialidades, tratando los síntomas de forma separada dentro de la misma persona, al contrario que la “medicina integral” y oriental, por ejemplo. Y el tercero, el uso de fármacos como tratamiento de base para prácticamente cualquier síntoma etiquetado como enfermedad.
Las facultades de medicina y los hospitales debían adoptar todas las recomendaciones consignadas en el informe Flexner. Este cambio llevó a que el número de escuelas de medicina pasara de 650 a 50. Los alumnos se redujeron de 7.500 a 2.500. Dentro de las recomendaciones estaba, por ejemplo, la eliminación de las mujeres del servicio médico, así como de personas de color.
Los médicos no estudian razones biológicas, estudian soluciones farmacológicas.
No entienden conflictos biológicos como consecuencia de estados psicológicos o emocionales. No existen el proceso de la enfermedad ni la crisis de sanación como toma de conciencia.
Desde el principio de su carrera, sus estudios se fundamentan en protocolos médicos, que siguen pautas farmacológicas: para un síntoma, existe un medicamento, o varios….
Los protocolos vienen dictados por los laboratorios farmacéuticos, que patentan fórmulas, para venderlas a otros laboratorios, y cuyos comerciales, ofrecen en instituciones públicas sanitarias a los médicos, a los que agradecen sus servicios y les «premian» en especie, en la mayor parte de los casos; Congresos, revistas, apoyan asociaciones contra enfermedades graves…
Las instituciones sanitarias obedecen estos protocolos, ya que los laboratorios «venden» que se basan en pruebas científicas, que a pesar de que no siempre las muestran, se aceptan como oficiales, con respaldo de Gobiernos y mandatarios. Incluso algunos de ellos tienen acciones o tienen cargos en estas empresas.
Hace más de 50 años la industria farmacéutica, también necesita experimentar en humanos, y lanzan medicamentos en fase experimental, a veces vacunas, con el apoyo de los Gobiernos, que se encargan de impulsar la confianza y uso de los mismos; hasta ahora, en caso de efectos secundarios, rápidamente se retiran del mercado.
En estos últimos tiempos, se evita el término «fase experimental» y promocionan ciertos fármacos sin tener en cuenta los efectos secundarios masivos y letales.
La salud es algo natural, pregunta, investiga y protégete. Hay muchas formas de alcanzar la salud, cada uno tiene que encontrar la suya. La prevención es tu responsabilidad.
La búsqueda de la salud es un derecho individual, así que, recuerda: legalmente no existen vías obligatorias.
…Cristina, has dado en la diana…Las Mafias se han apoderado de nuestras vidas y, ahora, la Humanidad està en la Peor de las situaciones que ha vivido y, aún, no se ve el punto de inflexión…si volvemos al 2019 o, èsto No tiene marcha atrás…
Magnifico articulo!!!