Santa María de Mezonzo es una bonita iglesia románica del siglo XII declarada monumento nacional, que se encuentra en Vilasantar, La Coruña, en la que destaca especialmente su hermoso triple ábside. Formó parte de un antiguo monasterio.
Es una de esas joyas que tachonan nuestros campos como una constelación de estrellas lejanas en una noche oscura del alma.
Santa María de Mezonzo viene a significar una variante eclesiástica de la tan famosa España vaciada. Un universo completo de significaciones que ha quedado perdido en las edades, atrapado a la espera de nuevos personajes que lo habiten. Una reliquia de genuino arte sagrado antes de materializarse en “religioso”. El arte no es sagrado por la mera intención del artista sino por elementos objetivos tales como el contenido, el estilo o el simbolismo. En el arte sagrado el contenido y el uso de la obra prevalecen sobre lo demás. Acaso no es superfluo recordar cosas tan sencillas en estos tiempos modernistas.
Pero incluso en esta “Iglesia de salida” como quiere su jerarquía actual aún existe un guardián solitario, testigo de otra época, la de la Iglesia de la permanencia, inmutable ante los siglos, símbolo del Ser y no de las acomodaticias adaptaciones del Estar. Se trata de don Miguel, el cura rural nonagenario que vive solo en la rectoral desde que falleciera su madre hace ya muchos años. Un personaje muy singular que resiste la incuria del tiempo o los trastornos y turbulencias posconciliares y nos mueve a la mayor de las ternuras pues muestra por su avanzada edad un cierto desvalimiento físico, bien compensado por su fuerza interior, su voluntad de resistir. De no doblegarse. Luce con gran dignidad una sotana más que raída cubierta de remiendos, imagen de un auténtico voto de pobreza. Un personaje auténtico sí, en las antípodas del lujo y ostentación de poder de otras personalidades eclesiásticas más mundanales, soberbias y encumbradas. Don Miguel es de Carnota, localidad en la Costa de la Muerte famosa por su enorme hórreo símbolo del poder material eclesiástico Epulón rural de antaño. Sin embargo, ha unido su vida a Mezonzo, donde reposan los restos de su madre y él desea también ser enterrado.
Junto la iglesia, cerca de la fachada del mediodía existe una fuente de piedra a través de la que corre el agua que recuerda La Fuente de Vida de nuestro Ibn Gabirol con su imagen de dos principios la Materia y la Forma universales que se combinan con la Voluntad o el Verbo que creó ambas. Una idea recogida antes en un sentido emanantista por los neoplatónicos y luego enunciada también en el Zohar. Ibn Gabirol, como Plotino, identificaban la Voluntad con la Sabiduría. Para alcanzar la ciencia de la Vida divina preconizaban seguir el camino de la virtud y sostenerse en el Dador de la bondad.
Hablamos sobre la Biblia y la actualidad del Apocalipsis con Don Miguel, ejemplo personal de Voluntad, junto a la fuente en la que parece haber bebido como probaría su vida. Es curioso que la gran aportación de la Cultura española al pensamiento filosófico occidental sea precisamente la Filosofía de la Voluntad. De los cabalistas como Moisés de León y su Zohar. O el citado Ibn Gabirol y su Fuente de la Vida. Filosofía que luego es recogida vía del jesuita Baltasar Gracián por su traductor al alemán, Schopenhauer. En el conjunto de su obra filosófica y en especial en El Mundo como Voluntad y representación. Y que más tarde inspiraría al propio Wagner.
En la Galicia profunda del grial surge la epifanía de la espiritualidad. Y no únicamente en el Cebrero donde el famoso mito: Don Miguel, imperturbable, dice Misa todos los días. “Si viene gente a oír Misa mejor, y si no, la digo yo para mí solo”, nos explica. Aunque con ritmo adecuado son ceremonias breves pues su condición física no permite grandes recreaciones litúrgicas. Pero en su alcance cósmico la alquimia de transformación eucarística conmueve y funciona perfectamente en su desnuda sencillez. El la soledad del recinto resuenan las divinas palabras, como así ha sido allí a lo largo ya de ocho siglos. Y el grial desciende a la demanda sacerdotal como la paloma del Parsifal para renovar y mejorar nuestra condición humana. Como es arriba es abajo.
Viene a la memoria la leyenda de cuando durante una razia de la morisma que devastara Compostela San Pedro de Mezonzo consiguió orando impasible, por su serenidad demostrada ante la muerte, que el propio fiero Almanzor se conmoviera y decidiera respetar el templo. El mundo tridimensional y el espiritual se interrelacionan cuando inteligencia de conocimiento, voluntad de querer y alma de virtud se disponen en armonía.
Más pronto que tarde habrá que reconstituir la civilización occidental de modo que sirva para potenciar la asunción de unos valores personales y sociales dirigidos a los aspectos numinosos o espirituales. Querer y saber. Conocer los logros de nuestro Arte sagrado, nuestra Cultura, y de nuestra historia, en tantas ocasiones gloriosa y digna de admiración con la voluntad de hacerlos nuestros.
Don Miguel no es perfecto, según nos confiesa, y se permite una concesión al mundo moderno: le gusta mucho el fútbol.