«Nos amenazan guerras y revoluciones en un grado terrorífico, las cuales no son otras cosas que epidemias psíquicas. En cualquier momento la demencia puede hacer presa de algunos millones de seres humanos, y entonces tendremos nuevamente una Guerra Mundial o una desoladora revolución. En lugar de hallarse expuesto a los animales salvajes, la caída de rocas o a la crecida de las aguas, el ser humano se halla expuesto a las fuerzas elementales de su psique. Lo psíquico tiene un poder que supera todos los poderes de la Tierra».
Desde su punto de vista científico Jung nos avisaba de la extrema gravedad de las pestes psíquicas de las que apenas somos capaces de defendernos. Unas élites profundamente malvadas hacen todo lo posible para difundir y materializar tales pestes para conseguir sus efectos de devastación y sacrilegio de la condición sagrada del hombre.
«Cuanto más se pierde la ilimitada autoridad de la visión cristiana del mundo, tanto más se revuelve en su prisión subterránea la bestia rubia y nos amenaza con un ataque de consecuencias imprevisibles. Este fenómeno se produce en el individuo como una revolución psicológica, pudiéndose presentarse también en la forma de un fenómeno social”.
El individuo es más importante que el sistema. Tan importante como las leyes para preservar los derechos humanos y la libertad es promover la madurez, la sabiduría, la honradez en cada persona.
«Desde que las estrellas han caído del cielo y nuestros símbolos más elevados han perdido su color, domina en el inconsciente una vida secreta.. Por eso tenemos hoy una psicología y por eso hablamos del inconsciente. Todo ello sería, y de hecho es, superfluo en una época y una forma cultural que dispusiera de símbolos. Pues los símbolos proceden de un espíritu superior, de un espíritu que permanece en lo más alto».
No estamos solos e indefensos ante la barbarie. Como nos enseñaba Góngora, El sol pace estrellas en campos de zafiro. Si atendemos al principio de sincronicidad, ahora podemos sintonizarnos con el nacimiento del sol, símbolo de Cristo. Es decir, con la emergencia del arquetipo de Dios en el plano de la Conciencia, misión fundamental del Arte y de la Cultura. La Navidad nos invita a hacerlo junto con el crecimiento de la energía solar. También del Sol interior del que nos hablan los místicos. Conocida y dominada nuestra Bestia interior podemos acometer como un valeroso aunque incomprendido Don Quijote la lucha contra la Bestia, adopte la forma exterior que adopte para engañarnos y confundirnos. Molinos de viento, duques encanallados, venteros maliciosos, necromante Merlín, doncellas maritornes, escribanos venales, clavileños, gallardos vizcaínos…
Feliz Navidad, que no es el Amor quien muere, sino nosotros mismos cuando no lo vivimos…
Por Alfonso de la Vega