Yo no sé nada de fútbol, pero me gustó la manera de tocar las pelotas de Jennifer hermoso en las campanadas que nos ofreció la cadena pública TVE. Lo vi en diferido porque alguien en mi casa se adueñó del mando y en directo me zampé las hermosas curvas de la Pedroche, vallequera y simpaticona, envueltas en una leve ola de fantasías transparentes muy interesantemente diseñadas, sin pretenderlo, para dar guante aceitado a manos onanistas, llevando a término la hortera tradición de un marketing poderoso y amarillista sobrevolando catodicamente la originalidad con suspense. Como se había hecho una reaccionaria, cutre y desesperada campaña del diario La Razón en contra de la participación de la futbolista- mundialista en el evento del reloj de Sol, mi curiosidad se satisfizo esta mañana al contemplar en legañoso streaming el limpio cante de Ana Mena sosteniendo el alegato de empoderamiento femenino de la deportista y la -llamada a la solidaridad y la igualdad- de esta campeona por encima de las baboserías de haters y de deslenguados jurásicos. Confieso que me encantó la naturalidad y el contenido de su participación que , infundadamente lleno de prejuicios, yo suponía resultaría patatero, patadero y traido por los pelos del calvo polémico beso robado perpetrado por un gilipollas olímpico de libro. Fue muy sobria la campanada de la tal Jenny, muy elegantemente natural, muy oportunamente reivindicativa y sorprendentemente novedosa para el acartonado -pase de malas uvas- que acostumbramos a atragantarnos cada inicio de año a golpe de badajo. Así se lo han reconocido con unanimidad asombrosa las redes sociales y toda la prensa de diferentes signos a esta joven pelotonera. Nos alcanzó su alegato y dicen los que saben de fútbol y -los que saben de lo catódico- que Olga Carmona, la otra campeona mundial, tambien dio repiqueteo con la zurda asistiendo de regate en la tele andaluza, y marcó un gol agitanado a los cenizos rancios atocinados de banquillo que postulan un fútbol solo de -machirulos señoros carpetovetónicos-. Si. Si señoras y señores. Comienza un año con chicas valientes que taconean con determinación las pelotas de los más cerriles coceros de herradura sin suerte ni futuro y mis deseos de continuidad para estas aguerridas muchachas que ganan mundiales es que su empoderamiento sirva para que todas las mujeres sean 2024 veces más activas en el borrado de las desigualdades que la necia afición del palco gritón intenta mantener sin escuchar el silbato del imparcial árbitro que ya les ha pitado por su recalcitrante fuera de juego. El VAR no falla.
Creo que esta vez el Señor Toral ha puesto la pica en Flandes,ahora nuestras chicas futboleras que tan bien y limpio juegan dan un ejemplo importante de poderío femenino,ellas no admiten insultos ni vejaciones,son libres,sin importar sus tendencias o privacidad.
Ese aire fresco que aportan al futbol donde en los partidos se insulta y ataca sin pudor a los ídolos rivales, a menudo por aficionados que dicen amar el deporte y que generalmente son aquellos que nunca hicieron deporte.
El futbol femenino tiene mas nobleza y compañerismo sin perder rivalidad ni emoción,la mujer es mas dura,se queja menos y lucha hasta la extenuación y todo eso con una sangrante diferencia salarial.
Lo de Las Campanadas y Jenny ha sido un gesto genial de la cadena que no falla y sirve para dar una pincelada a la afición, a ver cuando sienta igual de mal un insulto a un ministro o la esperpentica piñata de radicalismo fascista jaleada entre improperios sangrantes que un insulto racista aun jugador importante.
Los aficionados ante esos desgraciados faltosos se movilizan raudos y en bloque mientras que el país se siente insultado pero no sale en masa a la calle pidiendo respeto democrático.
A lo mejor en política también todo iría mejor si las mujeres mandasen como decía la copla.