FEIJOO MANTIENE EL CHANDAL

Ha llegado el momento de que Feijoo nos cuente que no dimite con efecto retroactivo -porque no quiere- y porque “los pelotas”, que le habían jaleado con el «calienta que sales», ya están todos en la surtida cola chupatintas de la IDA. Mucho rascar de todo para un pequeño nada de nada, donde el condicional ha hecho estragos dialecticos, literarios y políticos. Es asi de dramática la lectura anterior y posterior al » yo sigo», del presidente. Los periódicos que han quedado señalados como albañales putrefactos al servicio de las bien pagadas cloacas mediáticas de la torcida derecha, donde incluso había policías patrióticas falsificando falsas pruebas incriminatorias contra políticos de izquierdas, se han enrocado en sus mentiras y su lucha contra las instituciones. Y nosotros, los ciudadanos, aguantando la mascarada de unos y otros en una pérfida teatral comedia bufa de impredecible resultado, mantenemos las expectativas, asillonados entre mal y peor. El triste porvenir para nuestros ideales de un país lleno de ilusiones y conquistas se está fraguando en un horizonte de frustraciones, de desencantos y de frivolidades tan banales como innecesarias. Nadie pide disculpas por sus barbaridades que tanto daño han causado a quienes las han padecido. (¿Verdad que sabemos a quienes nos referimos?). Estos fracasos estructurales, que nos agitan y hacen de la incertidumbre nuestro potro de tortura, para ellos son el combustible motor. A veces, llegamos a suponer, que a quienes no estamos en su pomada nos desprecian y calculan en modo bombero incendiario, cómo pueden hacer mal las cosas para jodernos y tenernos pendientes y acobardados de sus rocambolescas y avinagradas movidas mediáticas. Por eso, en esta temporada de alergias, cuando el polen se adentra en nuestros pulmones dificultando la respiración, y cuando nos lloran los ojos, y cuando se nos muere Auster, y cuando la mentira interesada sigue siendo moneda de cambio, hemos de dar la espalda a la estupidez supina y dejar que las puñaladas traperas desviadas por el omoplato nos maten menos que las palabras. Se inaugura una nueva forma de ofender que no entierra los privilegios obtenidos por los descendientes de la guerra que ganó Franco, destruyendo los pilares de la democracia, sumiéndonos en la abismal dictadura, y para darnos ánimos y soportar las maldades recurriremos desanimados a la sabiduría maquiavélica como antihistamínico de ocasión: “Las viejas ofensas no se borran con beneficios nuevos, tanto menos cuanto el beneficio es inferior a la injuria.» Habrá que volver a enseñar a esta derecha tramontana las cuentas de la vieja para que se enteren, de una vez por todas, lo que suman los legítimos votos, sin esperanza de que una concordia constructiva nos alegre una Primavera exenta de efectos colaterales apuñalados, y maniobras orquestales en la oscuridad. Señor Feijoo, tómense algún calmante, abandonen los laxantes y propongan un «manual de persistencia» frente al de “resistencia” en el que sus correligionarios sean más patriotas y menos soplagaitas. “España no es suya”, es de las urnas y las crisis de gobierno gozan internacionalmente de una estupenda salud democrática. ¡Enterense y obren en consecuencia!