cuando en noviembre de 2021 el doctor Pablo Campra Madrid hizo público el informe DEFINITIVO sobre el contenido del óxido de grafeno reducido en las vacunas covid, nos mostramos muy esperanzados ante la posibilidad de poder defendernos ante la justicia. Ninguna de las más de cien denuncias presentadas a raíz del informe PRELIMINAR, cuatro meses antes, había sido admitida. Creímos entonces que el estudio sería un jalón en el campo covidiano, señal de un antes y un después, e instábamos a jueces y fiscales a estar más al tanto de las investigaciones, dado que había indicios suficientes para asegurar que el tóxico llamado grafeno en los viales era el responsable de ictus, infartos, trombos, miocarditis, neumonías, trastornos mentales y otros síntomas, todos ellos asociados al espectro covid. Sin embargo, la triste realidad fue muy distinta. El documento no tuvo ninguna consecuencia positiva institucional, ni en España, ni en el resto de países en los que, con posterioridad, se realizaron informes similares. Las instituciones del Estado hicieron caso omiso en las diferentes naciones, al igual que la mayoría de biólogos y médicos, que dieron la espalda a los ciudadanos limitándose a cumplir con el relato oficial. Se confirmaba, por si hubiera dudas, que el contenido de los viales –por cierto, custodiados por el Ejército en todos los países— guardaba secretos inconfesables. Nos encontrábamos ante una guerra declarada por los organizadores de “la situación de diseño” que llamaron pandemia, contra la humanidad; un atentado a la libertad, a la dignidad y a la vida de las personas. Por tanto, nadie iba a defendernos. Y, una de dos: o lo hacíamos nosotros o estábamos irremisiblemente condenados al matadero.
Sin embargo, la valiosa investigación sí fue de gran utilidad, y lo sigue siendo para muchas personas que han descubierto la gran mentira, y que no solo han salvado sus vidas, sino que las ha protegido del bucle de síntomas del universo covidiano.
Pero también ha tenido sus efectos negativos estigmatizantes, no solo para sus descubridores –que le pregunten a Ricardo Delgado por sus calvarios—, sino para quienes, conscientes de su gravedad e importancia, lo hemos rotulado en un lugar prioritario de nuestro estandarte. Y ahí vamos, con un sambenito que llevamos con orgullo.
Ahora, más de dos años después, tras un buen número de denuncias, artículos y opiniones a favor y en contra, amén de encarnizadas polémicas entre diferentes facciones de la disidencia, la Audiencia Provincial de Almería ha ordenado a la Policía Judicial una investigación sobre el Informe Campra [1]. ¡Por fin, quieren corroborar si realmente las vacunas covid contienen grafeno! ¡A buenas horas, cuando hay contabilizados miles de muertos por el dichoso material! No obstante, el optimismo fue la primera sensación al conocer la noticia, pero solo por un instante. Conociendo la corrupción en las alturas, a todos los niveles, enseguida las preguntas y las dudas asaltaron nuestra mente. Ojalá nos equivoquemos, pero mucho nos tememos que se trate solo de un paripé ordenado desde instancias superiores para darle carpetazo al asunto y continuar con los bulos oficiales, sobre todo, ahora que preparan otra pandemia mucho más mortífera, con toda su parafernalia ritualista y leyes mordaza contra la desinformación –es decir, los bulos oficiales—, el gran problema y temor de los profesionales de la mentira.
El tufillo sobre este tema huele de lejos. En su día fue llamativo aquel extraño comunicado, supuestamente de la Universidad de Almería –sin identificación— declarando que dicha universidad no había realizado ninguna investigación sobre las vacunas, y cargaba la responsabilidad sobre “un profesor” de dicho centro. ¡Enigmático! Pero hay mucho más, que conviene recordar.
Cuando Campra Madrid concluyó el primer informe declaró que era necesario realizar más investigaciones y lanzó una invitación a la clase científica y médica. Por lógica, pensamos que habría cola de interesados. ¿¡Qué puede haber más honroso para un científico que hacer avanzar la ciencia y, en este caso, intentar aportar luz sobre este experimento llamado vacuna que nos afecta a todos!? ¡Y qué decir de las instituciones! Estos estudios deberían ser motivo de orgullo para cualquier universidad o institución científica. Pero nos equivocamos. Cero ayudas y cero colaboraciones. Tras la publicación del informe preliminar de junio, hubo presiones y movimientos extraños. Campra estuvo completamente solo y un estudio que podría haberse realizado en una semana se prolongó durante cuatro meses. En su día, el científico expresó su decepción por la actitud de sus colegas, quienes se negaron a prestarle ayuda cuando se enteraban de que investigaba el contenido de las vacunas. Nadie se atreve con este tema y el “sistema científico está de perfil”, fueron sus palabras. Existe una especie de omertá, un síndrome de “no te metas en esto”. ¡Qué oportunidad ha perdido la Universidad de Almería para significarse ante el mundo! Pero, todo lo contrario.
La investigación continúa abierta y se pone a disposición de la comunidad científica para su discusión y replicación y optimización”. A pesar de esta nota, que reza al final del informe, ninguna institución médica o científica, se ha atrevido a abordar esta investigación para replicarla u optimizarla, a excepción de equipos y profesionales en el ámbito privado. Aparte de La Quinta Columna TV, [2] que lidera Ricardo Delgado y José Luis Sevillano, pioneros en esta cruzada contra el sistema y a favor de la vida, hay que destacar la gran labor investigadora y divulgadora del doctor Martín Monteverde, de la biotecnóloga Lorena di Blassi, del doctor Chávez, de COMUSAV y de tantos otros alrededor del mundo. Gracias a todos.
Todo esto nos lleva a desconfiar de la investigación de la Policía Judicial, porque cada vez es más evidente que la separación de poderes no existe y, además, lo dicen a las claras. La sinvergonzonería ha llegado a tal extremo que ni se preocupan de ocultarlo, sobre todo, en estos tiempos previos al lowfare. Recordemos el intercambio de palabras entre el presidente Sánchez y el periodista de Radio Nacional: “¿La Fiscalía de quién depende?” –“depende del Gobierno”, contestó el periodista- “Pues ya está…”. Las preguntas pueden continuar: ¿De quién dependen los jueces? Hemos visto a lo largo del tiempo, demasiadas sentencias “políticas”, empezando por la del síndrome tóxico, la de Alcácer, la del 11-M, la de la Manada, y podríamos seguir. Hay un sinfín razones para no creer en el resultado de la investigación sobre el grafeno por parte de la Audiencia Provincial de Almería. Hablamos de un gran secreto, no de Estado, sino de mucho más arriba, de las élites globalistas y militares: de un auténtico “cosmic top secret”.
Y hay más: no sabemos si nuestro pálpito será errado o acertado, pero, conociendo el modus operandi de esas manos negras que se agitan en las alturas y cómo se las gastan a la hora de presionar a testigos y cerrar bocas, sospecho desde hace tiempo que Pablo Campra pudo haber sido amenazado; de ahí que no defienda su informe e incluso le reste la importancia que le dio al principio. Al menos, públicamente. No tengo datos al respecto y puedo equivocarme, pero su comportamiento sigue el patrón de otros investigadores, inventores o testigos que sí están o han estado amenazados por ser poseedores de cierta información delicada. De ser así, él nunca lo reconocerá. Va incluido en el pacto de silencio. También podría ser que, dada la gravedad del tema, él mismo optase por mantener un perfil bajo. Es un golpe muy fuerte encontrarse con “algo” en los viales que no debería estar ahí. En cualquier caso, es mucho lo que le debemos.
Para completar el mosaico de la desconfianza, nos llamó la atención que Médicos por la Verdad, el grupo de disidencia controlada más numeroso y mejor organizado, haya compartido la noticia de la investigación de la Audiencia de Almería sobre el grafeno en las vacunas, con cierto alborozo. Como si intuyeran que la sentencia iba a corroborar su discurso negacionista. Ellos, tan entretenidos con los papers que les insuflan sus “sabios” jerárquicos, sobre el ARNm y la proteína spike, que han denostado el Informe Campra y que no hablan de grafeno salvo para injuriar y calumniar a quienes defendemos su existencia en los viales, ahora se muestran interesados ante el veredicto de la Justicia. ¿Y si echara por tierra todas sus teorías? Cabe esa posibilidad, pero parecen estar muy seguros.
Nada nos gustaría más que no tener razón, y que la Audiencia de Almería confirmase la veracidad del Informe Campra y limpiase su nombre. Sería muy gratificante tener que pedir disculpas y escribir un artículo laudatorio reconociendo mi error. Mientras tanto, la gente continúa muriendo y enfermando, la mordaza sobre el grafeno se hace cada vez más férrea y los señalamientos más certeros. No podemos dejar de preguntarnos cada día cómo es posible que un asunto tan trascendente solo sea conocido y reconocido por una minoría exigua, preocupada por saber, difundir y salvar a la humanidad de una catástrofe irreversible en los ámbitos físico, emocional, mental y espiritual. Despierta, humano. Estás ante el reto más importante de tu vida.
NOTAS:
[1] El auto revoca una decisión anterior de otro juzgado, de archivar la causa “por falta de competencia territorial”. La fuente es el despacho jurídico Sergio Cebolla Abogados, representante procesal de Pedro Rosillo y otros, a través de una nota de prensa.