En febrero de este año, en el programa “Todo es mentira”, Zaida Cantera le plantó airadamente al exministro Margallo: “Vamos a hacer un pacto: no cuento más verdades sobre vosotros si no cuentas más mentiras sobre nosotros”. Poco caballeroso, el exministro, en un penoso alarde dialectico, se permitió el innoble lujazo de llamarla “ordinaria”. Un alarde argumental impropio de un político con raza o, simplemente con principios, contra una tertuliana oponente. En esta semana, este mismo sujeto viejuno, con aspecto de dislocado abuelete cascarrabias, ha acusado a la periodista Silvia Intxaurrondo ¡de estar informada! (ríanse a placer) y, además, la ha intentado dar una clase de periodismo apesebrado, a modo de clásico libro de estilo pepero, con esta turbadora frasecita: “el entrevistador es periodista , no moderador”, escondiendo, a sabiendas, del escamoteo que hace muy poco, EN MARZO DE ESTE AÑO, EL PP VOTÓ EN CONTRA DE LA REVALORIZACION DE LAS PENSIONES. ¿Corta memoria de turbia ancianidad interesada o malvada prosopopeya de abogado de pleitos tramposos? Otros compañeretes de filas le han seguido en esa misma senda torticera contra esta PERIODISTA (con mayúsculas) que ni calló ni se amilanó ante la marrullería de un incomodado Feijoo. ¡¡¡Ole por la barakaldara! Rafael Hernando ha refunfuñado fuera de compás con la sobada tecla del aburrimiento reiterativo, sin evidencias, que la televisión pública es “TeleSánchez”, y Esteban González Pons celebró el capoteo de las mentiras trafulleras como si fueran un gol de su equipo en Champions, acusando a la Corporación de comportarse como un partido. Estos insultos a la inteligencia de la gente común y corriente, que no son tontos, además de inútiles y vergonzosos, adolecen de efectividad y provocan el descojone de las charlas de bar e incluso de las familiares. Feijoo les tendría que dar a estos caballeretes unas directrices tan claras como las que implantó para SU televisión gallega, donde los periodistas, arropados por toda la plantilla, no fueron sumisos al PP y le clavaron más de 200 “viernes negros”, que supusieron la probablemente más larga de las protestas de la historia de nuestro país. El posible “narcopresidente”, (apreciación de un periódico mejicano que retomo entrecomillado), en estas cuestiones y en otras, está lechuzo y de espaldas, tocándose los intestinos sin pudor ni olfato, al comprobar que sus defensores proponen drogar o derogar el espíritu crítico y fabricar con el ordinario vasallaje dócil la moneda de cambio de sus intervenciones. ¿Pero en qué siglo quieren que vivamos estos carpetovetónicos cavernícolas con robusta aversión a las diferencias y decidido afán censor? Me parece ridículamente estupendo que estos individuos celebren que su “moderado gallego” se vaya de rositas, ganando un debate donde fríamente, descarnadamente y sin vergüenza atropelló la verdad, o mintió con antipoética exageración hiperbólica: en lo referente a los datos de pensiones, de inflación, de deuda pública, del PIB, del empleo, del precio de la energía, de la política exterior, de la de Vivienda, Educación e Igualdad… De todo lo que se le pasó por el orto a Miguel Angel Rodríguez. Y con esos mimbres, ayudado por un arrebolado Vicente Vallés y una silente Ana Pastor, estatuados periodistas de plomo que se agarraron a un cronometro como tabla de salvación, en esa artificial tormenta borrascosa diseñada por A3, ganó el paisano orensano claramente el debate a un cansino, cansado y apabullado presidente muy teletipado en derechosos medios afines a la carcundia como “el mentiroso Pedro Sánchez”.
*”Es terrible hablar bien cuando se está errado.” Esta frase también es de SÓFOCLES.
Fantástico artículo, lo competirá con algunos desmemoriados