A BUEN ENTENDEDOR…

Eduardo Toral

Eduardo Toral

Hoy quiero hablar aquí alto y claro sobre (y para) mis muchos amigos de derechas. Gente buena, a la que respeto y tengo aprecio. Gentes que, desde mi punto de vista, probablemente equivocado, se hacen eco de lo que sus intoxicadores les administran a través de las redes y que, de buena voluntad, intentan compartir conmigo sin ánimo de convencerme de nada, supongo, pero chinchando con voracidad de mosca cajonera. Confieso que me han agotado ya todas las reservas de tolerancia, desde una reiterada carga de estulticia con memes torticeros, llenos de mentiras y de medias verdades mal traídas o, lo que es peor, maliciosamente venidas al caso, colgadas por los pelos. Me pregunto si de verdad me considerarán estúpido, o si su descuidada pretensión del “sinquerer” es la de ofenderme, cabrearme o simplemente informarme de la geolocalización en las antípodas de mi pensamiento, donde todo es mil veces más triste de lo que de verdad es triste, y donde el humor cabalga entre lo zafio, lo provocador y lo vulgar. Y, repito, son buena gente. Quiero confiar y confío en que son buena gente. La mala gente, con mi provecta edad, procuro alejarla de mi compañía, y, educadamente, no respondo a sus comunicaciones en la espera de que sus cortas entendederas se hagan cargo de mi vacío. A los otros, los que están con letras de oro en mi agenda, sí que les respondo con igual cantidad de afecto que de ironía y de una didáctica de corral propia de viejo leonés. Constato con asombro, pero sin estupor, que no les hace mella mi discurso rojeras sin estridencias y con la medida del respeto antepuesta. Ni un ápice mueven su criterio que en el escándalo de su abducción se encuentra más cómodo que en mis reiterados intentos de propinarles cariñosamente un poco de mi torpe y escasa cordura, y un mucho de razonable sentido crítico que pasee por el sabio camino de Don Antonio Machado: Tu verdad no; la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela.
Yo no tengo verdades absolutas y soy inmensamente rico en incertidumbres, pero no quiero pecar con ellos de pesado Pepitogrillo. Entiendo que dar la respuesta por callada no es de amigos de verdad estén en la acera que estén y se equivoquen o acierten con sus mandados. Ayer, sin ir más lejos, me colgaron dos amigos uno de esos incongruentes y patéticos memes del jefe de la oposición el señor “Fake-joo” en el que balbuceaba, doblado magistralmente, al enchulado Sánchez, todavía mejor doblado, que le diera “un piquito”, y no pude callarme porque la banalidad, en mi forma de entender el humor, está reñida con el talento. Le respondí, a bote pronto, con un conocido poema para dar peso elegante al argumentario, y en la convicción de que venía muy a cuento, aunque que no sé si lo habrán entendido del derechas o del revés:

MELISANDA.
En un beso sabrás todo lo que he callado.

PELLEAS.
Tal vez no sepa entonces conocer tu caricia,
porque en las venas mías tu ser se habrá confundido.

MELISANDA
Cuando yo muerda un fruto tú sabrás su delicia.

PELLEAS.
Cuando cierres los ojos me quedaré dormido.

Crepusculario
Pablo Neruda

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