Consta en el programa marco de ADN que para comenzar NO HAY QUE CREAR PROBLEMAS, lo que debe traducirse en su lucha contra la desinformación, la propaganda y la censura. ADN o Acción Democrática Natural entre otras singularidades pretende «racionalizar el uso y empleo de medicamentos, con especial énfasis en el control desde el poder democrático de las actividades de la Industria Farmacéutica». Vaya, que se nota que ha nacido en tiempos de pandemia y de dolor.
Significativo es también que se trate de «convertir los centros educativos en auténticos gimnasios mentales en los que, específicamente, todas
las actividades se orienten a una mejora y ampliación de la
inteligencia y la consciencia; auténticas fábricas del bien más
preciado por una economía moderna: la inteligencia; ese oro gris que
desde ADN valoramos y buscamos activamente».
Y cuando pasamos de lo micro a lo macro, de la filosofía a la acción, destaquemos sus objetivos: «lo primero es garantizar alimentos de calidad y
vivienda a un precio asequible a toda la población, especialmente a
los jóvenes; y después viene todo lo demás». Pues si empieza bien, debería seguir bien y terminar aún mejor porque la ilusión no debe faltar, si acaso falta que sea por culpa de quienes son nuestros rivales.
Destacable es su visión panorámica del cambio de paradigma que se avecina, lo que justificaría un punto como es el de defender » la necesidad de crear unos
Estados Unidos Iberoamericanos. Esta es la principal obra colectiva a la que
ADN debe consagrar sus esfuerzos». Tendría tanto sentido ser iberoamericanos como ser europeos, la cuestión sería saber qué beneficios tendría una Iberoamérica unida y cómo, por otra parte, podría unirse más de lo que ya está.
Hay un punto que traerá cola y es el de la corrupción, que ADN enfrenta creando vigilantes de quienes gobiernan. Difícil es impedir que alguien se lucre, se haga lo que haga resultará conflictivo, pero algo habría que decidir llegado el caso de tener un peso específico en la sociedad. ADN es una utopía aún, pero merece la pena reflexionar sobre lo que propone. Nosotros comenzamos con estos breves apuntes. Esperamos que positivos. No merece la pena involucrarse si no se cree que quizá haya llegado el momento de evolucionar hacia una sociedad distinta a la que nos ofrecen desde la ONU y el World Economic Forum. La plutocracia no cuenta con nosotros, la mayoría les debe ciega obediencia, pero nosotros, los disidentes, para ellos ni existimos. ¿Les damos una sorpresa o seguimos esperando?
Nosotros creemos que vale la pena seguir sumando. Y si decidimos movernos y nos estrellamos… No pasa nada, porque no existimos. Y porque no existimos, no nos hacen ni puto caso ni los dormidos ni los plutócratas. Si no es con ADN será con otras siglas, pero convendría que tanto ego como tenemos, tantos egos como somos, sepamos dónde y con quién sentarnos.