Perro Sanchez tendría que saber, (seguro que sabe), aquella vieja máxima de “perro no come perro”. Los jueces de este pais y de cualquier otro son tan gremiales y gregarios como las bandas de lobos, las de estorninos y las de piojos. Cualquiera, en su sano juicio y sin copas, apostaría elefante contra pajaritos a que su denuncia de prevaricación será INADMITIDA. El corporativismo profesional es un mal endémico en una sociedad (la nuestra) tan torpe como necesitada de verdades eficaces para el total desarrollo democrático. Lo hemos visto tantas veces y tenemos tantos ejemplos de atribuladas noticias del disparate, que hemos perdido los ciudadanos de a pie los respetos, (¿tambien la esperanza?), y nos hemos convertido en objetivos desafectos a lo que naturalmente habría de ser acatado y honrado por principio. El tal juez Peinado, a nadie se le oculta, es un agitador derechizador, que se pasa por las puñetas, con facilidad desvergonzada de prestidigitador al que se le ven los trucos, lo más simple que el derecho nos muestra como camino correcto a través de una impresentable chapuza de instrucción que avergonzaría a un becario. Ni he leído ni leeré el farfollo de 35 páginas de la querella, porque sé que las llevará al olvido el viento tórrido de este Julio que cruje las piedras y los cerebros con el mismo ardor, con la misma velocidad, con el mismo cansancio y con la misma antipatía. Los que habrían de controlar a quienes tienen la responsabilidad de impartir justa justicia o están dando vacaciones a una mujer con los ojos vendados, con la espada en una sudada mano y la balanza llena de refrescos en la otra o están apuntándose a algún partido donde poder ascender en el escalafón de su carrera. Al Poder Judicial le encanta tocar los cojones del Gobierno y esta época de poca ropa se lo pone facilito. Hagamos un pequeño ejercicio de memoria: ¿cuantos jueces recuerdan ustedes que hayan pasado por la cárcel por motivos de prevaricación o cualquier otra figura punible? Yo solo recuerdo a Alba, a Lavernia y a Penalva de Vega. Mientras, al tran tran, escucharemos rebuznar a los peperos encargados de amenizar musicalmente este desparramo, y las tertulias televisivas sacaran astillita de este vergonzante despropósito político con el que rellenan sus horas vacías de contenidos, con intención de sacar espectáculo de una realidad que se nos antoja cutre, cansinamente mal intencionada, y que se nos sirven sin hervir tan crudamente como la alfalfa a los rebaños. Me dijo el Boinas en una ocasión hablando de la Justicia y no se me ha olvidado: “Los abogados se sabe cuándo mienten si mueven los labios, y los jueces, que nacieron para no estar callados, han convertido su toga en el púlpito donde berrear sus méritos ajustados o embutidos a derecho en la búsqueda de medrar a un más glorioso y mejor pagado destino que del que disfrutan.”
Excelente… y excelentemente escrito el comentario de Eduardo Toral sobre el último problema judicial.