Hace unos 30 años, cuando me decidí a poner teléfono en mi casa de Villanueva de la Cañada, Telefónica me cobró cerca de cien mil pesetas, porque, aunque estaban colocados los postes, estaba tendido el cable de 20 metros hasta ella y había tenido linea más de dos años, consideró que me tenía que facturar por su “careto duro” la instalación de estos. Una instalación que estaba perfecta instalada y de la que no tuvieron que tocar ni un cablecillo. Me arañaron el bolsillo y el corazón “sin piedad alguna”. Entonces Telefónica era pública: un potente monopolio estatal. Cuando años más tarde Aznar tuvo la infeliz ocurrencia de regalárselo a la privada y, a propuesta de su gobierno, beneficiar a Juanito Villalonga compañero de pupitre del “bigotín fijo” en el cole del Pilar, El carapan Vidamonda (para sus enemigos), de ser un mindundi hijo de ricos ferrocarrileros valencianos a ser un rico oligarca-olicarca subido al super-rápido convoy de la prosperidad. 196 millones de acciones pasaron de papá-estado a las manos privadas de TIMOFÓNICA por la putisima cara “sin piedad alguna”. Unos pocos suspiros después, estando de vicepresidente de gobierno otro sujeto,curiosamente “sin piedad alguna”, Rodrigo Rato, se pasó por el túnel negro de la entrepierna y muy supuestamente también por el forro del bolsillo el 29% de las acciones que quedaban descuidaditas -de todos nosotros- para perpetuar el abandono público de casi cuatro mil millones de euros de los de ahora “y en la hora de nuestra muerte”. Al Ibex se la trajo floja todo, incluso actuó mirando a otra parte con la cantada de -la acción de oro- “sin piedad alguna”. El Villalonga enfebrecido, ebríaco de stoks options, se arrimó de una jugada maestra de tahúr con las cartas marcadas 500 millonazos de euros, acompañado por una patulea de lameculos directivos chupatintas “sin piedad alguna”, lo que le llevó en el 2000 a darse un urgente piro hipermillonario para no salpicar al PP, que no podía quitarse ya la mierda de encima ni a paladas. Le sucedió en TIMOFÓNICA otro tóxico personaje que venía de Tabacalera con otros humos privatizadores cargados de adicción sin boquilla para sus enfisémicas aspiraciones cancerígenas de Altadis. Y fallecido, imaginémoslo de un empacho privatizador que nada tendría que ver con su enfermedad física ni política, le sucede por orden directa de un Aznarín, muy seguro de su desparramo y “sin piedad alguna”, el “econo-mixta” José María Álvarez-Pallete, que releva al difunto al frente de la Fundación Timofónica y que , “sin ninguna piedad”, lanza un plan para impulsar las capacidades digitales para fomentar la empleabilidad. Hasta hace unos dias, este tipo se sostenía triunfante en el cargo y, cuando el actual Gobierno le defenestra poniéndole “sin ninguna piedad” 26 millones de euros en el bolsillo que distraerá, supongo, de lo que se estime le costará volver a tener control sobre esta empresa que, antes no, pero ahora sí, el PP considera estratégica*,cantará aquello de “adiós con el corazón, que con el alma no puedo”. Telefónica, de nuevo, esa empresa que vuelve al cauce público del que nunca hubo de salirse, será criticada sin piedad por Cuca, por Feijoo, por Tellado y por toda la corte de babosos hipócritas defensores del NO “sin piedad alguna”. La joda está en que da igual lo que digan o dejen de decir. El Ibex entretanto, sin duelo alguno, acogerá a esta teleco de vuelta a lo público con cariño (ya lo ha hecho en bolsa y a lo bestia), y la sumará a sus empresas del selectivo bursátil, donde una de cada cinco tienen participación estatal. Ni es moco de pavo ni pasará nada de nada, salvo el ruido de estos desaforados gritones sin sentido del tiempo ni de la oportunidad de callar lo mucho que tienen que callar para no hacer el ridículo con el que insultan nuestra golpeada inteligencia.
*“La esencia de la estrategia es elegir lo que no hacer.” – Michael Porter