Entrevista publicada en D!6
El Dr. Prieto Valiente formó durante 25 años a varias generaciones de médicos en las aulas de
la Universidad Complutense. Enamorado de su profesión, sigue como catedrático (ahora en la
UCAM), pues considera que aún queda mucho por mejorar en la investigación médica
española. Su disciplina, la bioestadística, es la clave de bóveda del paradigma médico actual, la
Medicina Basada en la Evidencia. De ella depende, por ejemplo, que el diseño y el resultado de
un ensayo clínico puedan ser tenidos por válidos.
Sin embargo, reconoce que algo falla en su oficio: muchos médicos apenas dominan los
fundamentos de la metodología de la investigación médica, sustituyéndolos por fórmulas vacías
y lugares comunes. Pero no pierde la esperanza, y es por ello que sigue dando clase a
estudiantes y a médicos.
Piensa que los médicos de a pie deben estar en el centro de la investigación médica. Por este
motivo, tras haber escrito algunos de los manuales más comunes en las facultades de
Medicina, y de haber participado en más de 120 publicaciones científicas, ahora haya decidid
centrarse en estudios con los productos no patentables, que son poco rentables
económicamente, pero sin dejar de trabajar en proyectos de grandes empresas farmacéuticas
Hablamos con él en una sala del Colegio de Médicos de Madrid, donde imparte uno de sus ya
famosos cursos de “bioestadística sin fórmulas ni lágrimas” para médicos en ejercicio. Se
muestra cercano, divertido y didáctico, aunque también duro y batallador, evitando las frases
vacías y teniendo muy claro de qué temas quiere hablar.
En esta ocasión Prieto Valiente aborda el tema de los recursos diagnósticos o terapéuticos no
patentables. ¿Se les está prestando suficiente atención? ¿Quiénes deben llenar el hueco que,
lógicamente, deja en este punto la industria farmacéutica? Son temas de vital importancia a la
hora de buscar el correcto equilibrio entre la actividad pública y la privada, entre la iniciativa
empresarial y la científica
D16 Usted suele decir que hay tres errores que aparecen reiteradamente actualmente en el
ámbito de la investigación medica. Puede resumirlos en términos que lo entiendan los
pacientes , además de los médicos
LP El primero es no distinguir adecuadamente un problema sanitario sin urgencia (y por ello hay
tiempo para planear y realizar cuidadosamente estudios muy detallados), de una emergencia
médica en la que no podemos solucionar un problema grave con los recursos disponibles en ese
momento y por ello puede estar justificado (e incluso ser obligado) probar cautelosamente posibles
recursos optativos, aunque que no estén totalmente contrastados, si hay datos que avalan la no
toxicidad y posible eficacia.
D16 Y el segundo?
LP Creer que la utilidad de un recurso diagnóstico o terapéutico solamente queda definitivamente
avalada cuando se conoce con cierto detalle sus mecanismos de acción. Ese conocimiento es muy
deseable, pero no imprescindible para que la comunidad científica asuma que un producto o
procedimiento son útiles. La última palabra la tendrán estudios clínicos que muestran efectos
concretos sobre enfermos reales.
D16 Y el tercero?
Confundir las normativas legales en Medicina con la verdad científica. Siendo aquellas, en general,
necesarias y pertinentes, debe estar presente que la verdad científica, avalada por los testimonios
de médicos honestos y corroborada por informes científicos e investigaciones rigurosas reflejadas
en publicaciones controladas por pares, debe ser la referencia última en el ejercicio y avance de la
medicina.
D16 Algunos médicos acusan a la industria farmacéutica por ocultar información o darla de
modo sesgado. En algunos casos ha actuado incorrectamente, hasta el punto de ser
condenados por los tribunales a pagar grandes cantidades de dinero. El Prof. Joan-Ramón
Laporte, catedrático emérito de farmacovigilancia entre otros, lo ha denunciado
reiteradamente
LP Sí. En eso el Prof. Laporte, que tiene un enorme prestigio nacional e internacional en fármaco-
vigilancia, tiene mucha razón. Pero ese tipo de conductas también ocurren con la industria del
motor, la cárnica, la alimentaria en general, etc. El Prof. Miguel Ángel Martínez-González,
catedrático de epidemiología de la universidad de Navarra, reconocido como autoridad
destacadísima en salud pública en todo el mundo, también denuncia que “la industria alimentaria y
la farmacéutica crean falsas necesidades dietéticas, mantienen a científicos a sueldo y presionan
contra la regulación del consumo”. Hay que reconocer que es así y luchar enérgicamente contra
ello. Pero no podemos demonizar indiscriminadamente a toda esa industria. Hay en ella buenos
empresarios y bueno científicos, respetables y admirables. Hay que trabajar para conseguir que
esos sean mayoría y los delincuentes sean excepción.
D16 Parece que en todas las profesiones y actividades hay conductas delictivas.
LP Sí. Y por ello necesitamos entidades supervisoras que las detecten. Pero, en general, la
iniciativa empresarial, que es el motor económico de lo que llamamos el mundo occidental, presta
servicios que la sociedad demanda y genera beneficios que permiten, entre otras cosas, pagar a
los trabajadores y seguir investigando. La industria farmacéutica y de aparatología médica generan
productos que ayudan decisivamente a luchar contra la enfermedad.
D16 Y en relación con los productos diagnósticos o terapéuticos no patentables, hay algo
que reprochar a la industria farmacéutica?