«La foto de hoy de Pedro Sánchez con Bildu, con una condenada por apología del terrorismo, es la imagen de la indignidad, y la imagen de lo más bajo que se puede caer en nuestro país». Con este supositorio galvanizado se despachó el 13, que tiene tan malas rimas, una acalorada Cuca Gamarra y se quedó tan fresca. Nuestros traseros, acostumbrados a todo tipo de escatológicos usos políticos se quedaron estupefactos y gaseados con esa descarada falta de vaselina histórica. Un amigo, proctólogo de afición pero historiador de oficio y beneficio, me recordaba tras el cubata la facilidad que estos altavoceros del PP tienen para que la decisión libre de los ciudadanos eligiendo a sus representantes se desprecie y se vilipendie sin cuestionar su legitimación por las urnas y me rememoraba, de corrido sin músicas festivas, cómo este mismo partido nos la metía doblada negociando con Bildu, cuando la desaparecida ETA todavía mataba y nos ensuciaba de sangre las portadas de los periódicos un día sí y otro también. Me trajo al caso a ese locuaz Maroto de Vitoria, que se pasó por el ojal los «votos de la infamia» a tan sólo unos días de la masacre de Vic en la que murieron cinco menores, y cómo Aznar aseguraba el blindaje de sus hemorroides con balsámico papel higiénico en el que escribía en letras gordas que, si ETA renunciaba a las armas, él estaba dispuesto «al perdón y a la generosidad». Este mismo sujeto marrón, de azul bigotillo fijo, a tan sólo un año y medio del vil asesinato de Miguel Angel Blanco, y poco después del controvertido pacto de Lizarra que hermanaba federalistas, independentistas y nacionalistas vascos, ordenaba a negociar con el cutre Otegui al Secretario de estado de la Presidencia Zarzalejos, al Obispo de Zamora, al Secretario de Estado de Seguridad Fluxá, y a un tal Arriola -ideólogo-gurú del PP. De esa reunión burgalesa con morcillas arroceras salen las bases para la apestosa cumbre de Ginebra con la dirección de ETA en 1999. El resultado, todos nosotros (los porculizados) lo sabemos: acercamiento masivo de presos, indultos a cascoporro y mimitos guiñosos al Movimiento Vasco de Liberación, eufemismo banal de retrete sucio donde los haya. (Por la paz y por sus derechos no nos cerraremos, sino que, por el contrario, nos abrimos a la esperanza, al perdón y a la generosidad, y por la paz pondremos lo mejor de nuestra parte para hacerla definitiva con la ayuda y la esperanza de todos”. Aznar, 5-11-98) ¡¡¡Oleeee!!! Cuca Gamarra, por lo visto y contado, es la única despistada del país que no se ha enterado de nada de estas veleidades de su venerado líder de la FAES, y, como ventosidad de monja ursulina poco recatada, pretende encaminarnos en olor de falsa santidad a la obsesión carcúndica y viejuna de que retrocedamos nuestras sufridas posaderas cuarenta años atrás; distorsionemos la realidad y hagamos intimidación mental con la “indignación“que, se supone, nos ha de entrar a capón por la retaguardia sin dificultad. Pues, que sepa está pesadísima señora de labio contorsionado en palabras tramposas, que nuestro recto está ocupadísimo con otro tipo de supositorio de mayor calado, recubierto de un incómodo preservativo llamado amnistía con el que nos amenaza este Sánchez en trance de investidura , que es muy doloroso, que tampoco nos merecemos como medicina curativa y que muchos nos resistimos a sus dolorosos efectos de praxis. Los ciudadanos y nuestras espaldas estamos hartos de que todo lo torcido venga a parar a nuestro recto, porque sabemos que está diseñado para evacuar y no para introducir mierdas de ningún tipo, las recete quien las recete.