La heroica prensa de la oposición fláccida al parecer está muy disgustada porque en las encuestas la PSOE esté empatada más o menos con la banda del socialismo azul, entusiastas promotores ambas de la agenda 2030.
A falta del dictamen irrevocable de la maquinita que mostrará lo que mejor nos convenga no deja de ser una mohatra que no por repetida aún engañe a mucha gente lo de la artificial diferenciación de producto añagaza de la economía en régimen de competencia monopolística. Galgos o podencos, mejor intentar resguardarse en la madriguera si fuese posible.
Otra prueba la hemos tenido con la campaña electoral de la infame Úrsula Von der Leyen con su colaboracionista Feijoo, representante de la derecha apocada, blandita, pusilánime, fláccida, centrista como la llaman ahora.
Por desgracia, casi todo se encuentra tergiversado, descontextualizado, ahora no hay locura posmoderna neomarxista de ingeniería social que las mesnadas globalitarias no adopten para sus fines particulares.
Eso del voto de Santiago a la pía Úrsula le sonaba a otra cosa y quiso pillarlo. Nada de votaciones, la cosa se parece más al abusivo IVA. Tras la batalla de Clavijo en la que Santiago y San Millán derrotaron a las huestes de la morisma se introdujo el llamado Voto de Santiago, una renta cobrada por la iglesia compostelana que sería la base económica de su enorme riqueza y poderío. Allá por el año 834 Ramiro I concedió un privilegio de acción de gracias por la decisiva intervención del apóstol en la legendaria batalla. El famoso Voto de Santiago tenía cierto disfraz eucarístico pues consistía en el pago anual de una medida de pan y otra de vino por parte de los campesinos para el sostenimiento del culto de Santiago y del oneroso clero de la catedral. Tal privilegio fue abolido por las Cortes de Cádiz, restaurado por el rey felón por antonomasia y definitivamente anulado en 1834.
Sin embargo, Miss Pfizer, decidida agente de la invasión moruna en Europa, aprovechando su campaña gallega se ha acercado a pedir el voto frívola e incoherentemente a Santiago Matamoros cuyos restos mortales, de no ser los del heresiarca Prisciliano, se habrán agitado horrorizados en su tumba compostelana. La interfecta ha abrazado al apóstol pero no ha quedado fulminada por el osado sacrilegio.
Santiago Matamoros fue jefe de la iglesia primitiva de Jerusalén, enfrentado a San Pablo por su visión de extender el Cristianismo a los gentiles en vez de reservarlo como secta del judaísmo, fue decapitado y dos ángeles pusieron su cuerpo en una singular patera y cruzando el Mediterráneo, el estrecho y luego costeando terminaron embarrancando en Padrón. Se produce la invención del sepulcro de Santiago, el famoso camino de estrellas y bellezas arquitectónicas que alcanzó extraordinario interés internacional y su consagración como centro de peregrinación de la Cristiandad medieval, en cierto modo sustitutivo de los inaccesibles Santos Lugares.
Pero la invención del sepulcro de Santiago no es del todo original. El antiguo tema tradicional de la muerte aparente del Sol en Poniente, en el finisterre geográfico, (“fisterra” en la jerga del paleto galleguismo oficial), ya existía en la religión egipcia faraónica.
Bien es verdad que la causa de la España cristiana necesitaba un buen motivo de carácter mítico o religioso para defenderse del Islam invasor y guerrero. Una de las misiones del mito es precisamente la de inspirar conductas. En el caso de la España y Europa amenazadas por el Islam era la defensa de las propias tradiciones frente al violento invasor. Un asunto otra vez de plena actualidad por las nuevas invasiones promovidas por el sionismo y la plutocracia internacional. Su corolario militar entonces fue el Santiago Matamoros del famoso lema ¡Santiago y cierra España!
Frente a la del Santiago peregrino, la promoción de la iconología de Santiago Matamoros también en la artesanía compostelana del azabache vendría de Felipe II cuando trataba de combatir los abusos y granjerías contra los peregrinos sufridas durante el camino de Santiago para lo que arbitró las disposiciones adecuadas.
El mítico Santiago, patrón de España y auxiliar de sus ejércitos en defensa del territorio contra el Islam tenía una pareja dual, San Millán. Porque la pareja cristiana Santiago y San Millán es el trasunto actualizado del mito pagano de Cástor y Pólux, los Dioscuros.
Pero cabe rastrear este mito aún más lejos: la antigua India de los Vedas. Acaso el que posee más componente metafísico. Entre los dioses solares de la tradición védica se cuentan los Azvines, gemelos que abrían camino a la Aurora. Los Azvines védicos son piadosos, pero si a veces rompen las huestes enemigas y desbaratan a los rakshas o demonios, igual que Cástor y Pólux con los enemigos de sus fieles, o Santiago y San Millán a la morisma, es con intento de amparar a los que imploraron su favor en momentos de zozobra o tribulación. A veces también los Azvines sacan del hoyo a los Rishis sacerdotes o poetas. En el mito compostelano también es preciso recuperar una tumba sagrada de un sacerdote legendario.
Probablemente, como en tantos otros casos, el mito cristiano medieval de Santiago puede tratarse de una “porfidización” mitológica o de una simple adaptación de mitos anteriores, en este caso de la mitología griega o la tradición védica, a las necesidades del Cristianismo de la época. Lo que no se contradice con que sea un arquetipo colectivo al modo jungiano que adopta diversos nombres o figuras según las épocas. La aspiración humana a ser ayudado por enviados del Espíritu en graves momentos de zozobra, peligro o aflicción.
Hoy, con la impostura democrática que muestra la actual incapacidad institucional de los pueblos europeos para revertir la deriva despótica de la UE, a falta de Espíritu ahí está la pareja impostora más descreída que sagrada, Feijoo Von Trinken, para suplantar o tergiversar el mito. Mientras no venga un nuevo Clavijo pero sin Voto que ponga las cosas otra vez en su sitio la situación se va agravando con la imparable promovida invasión africana. Sin embargo, la comisionista y sus secuaces disimulan el verdadero enemigo y apuntan contra Rusia. Ardor guerrero, sí, pero con destino equivocado. Los verdaderos demonios a combatir están dentro.
Pero volviendo a lo de las elecciones, que seguramente serían ya las últimas si la plutocracia oculta se sale con la suya y se desencadena la guerra en Europa, el caso es que la PSOE y la PP tan supuestamente enfrentados votan lo mismo en el Parlamento europeo en casi el noventa por ciento de los casos, dejando sólo un once por ciento para disimular. Una colusión casi total.
Bien es verdad que lo bueno para las instituciones del tenderete despótico de la actual UE es que el tal Parlamento no vale para nada. Las decisiones importantes se toman en el cuarto oscuro lejos de la mirada del populacho al que para disimular la mohatra hoy se le pide solemnemente su voto.
El Brexit marca el camino.