¡Ja val de ximpleries! ¡Prou!

Eduardo Toral

Eduardo Toral

La amnistía civil alejada de los cargos públicos es lo que, a las gentes de calle y de corral, se nos antoja como una buena medida. Liberar a los políticos de oficio es una medida que nos hace menos progresistas y más bobos que los que pretenden limpiar la playa con la aspiradora o barrer los desiertos con un escobón. No vale igual un huelguista, un participante en una manifestación no autorizada, un enredado en la ley mordaza o un tio que protesta irregularmente contra una confesión religiosa, que un funcionario de grado que, por sus “santoshuevismos”, se salta la ley mientras es pagado con nuestras aportaciones pecuniarias. ¡No señor!  Que un sujeto como Puigdemont se vaya de rositas, o que Laura Borras se cisque en la condena que la apartó de la poltrona no es progresismo, por muy necesario que resulte para la confección del oportuno muro contra la carcundia patatera, es una simplísima cagada como la copa de un pino en el plato de la democracia. Es un mal postre servido por unos cocineros que, si bien es verdad que han tenido como materia prima para el menú las sobras revenidas de unos cutres cocinillas trapaceros y “cientocincuentacincoceros”, tambien es cierto que han de intentar mantener las normas mínimas que el decoro de un plato tan esencial como el postre ha de guardar para que no solo nos alimentemos sino que a la vez degustemos culinariamente el acto de nutrirnos.  Los adornos y el emplatado, esos vaivenes lingüísticos que reclaman oficialidad idiomática en los organismos estatales es una entretenida chorrada de esas de Abundio haciéndose más paleto que aplaudir en el avión al aterrizaje. En contra de lo que dice el refrán, hablando no se entiende la gente. Por lo general, hablando es como se confunde.  ¡Que no nos embarullen! Que pongan traductores para decir que dos y dos son cuatro, que dos i dos són quatre, que dous máis dous son catro o que bi gehi bi lau dira, dará unos cuantos puestos de trabajo a traductores simultáneos pero seguro restará celeridad a la suma, sin aportar nada de nada al contenido de la operación. Estoy tentado de hablar del “lawfare sin seny” para referirme a los de Junts y hacer un chiste sobre el inglés catalanizado, pero por respeto a poetas tan maravillosos como Espriu , como Merce Marçal, Goytisolo o Gimferrer le ahorraré a los lectores mi pésimo gusto y afición a las risas facilonas y a las rimas vulgares. Por último, y a modo de finalización “anal-ítica” de las peticiones de los legitimados pelagatos bisagra, esclarecer la vinculación del CNI con el imán Es-Saty e investigar si los aparatos del Estado tenían información sobre el atentado y aclarar por qué no se pudo evitar, es algo que es necesario, que es higiénico y que nos merecemos todos los interesados en la limpieza de la información y sus consecuencias.  Veremos en las Cortes hablar más temprano que tarde a estos de Junts en el hermoso idioma de Josep Pla y seguro que solo les escuchan con atención estatuada los leones de la portada de hemiciclo y cuatro caganets despistados en alguna masía irreductible que no pasaron de leer los comix de Asterix. Nadie más.

 

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