por Magdalena del Amo
Rajoy fue un continuador de Zapatero y Feijóo lo será de Sánchez
No tengo bola de cristal, pero me atrevo a vaticinar que así será. Me gustaría ser tan ingenua como en 2012, cuando tras dos desafortunadas legislaturas del “presidente por accidente” Zapatero tantos españoles esperábamos la llegada del mesías Rajoy para redimirnos del fatal hechizo del socialista de la sonrisa burlona, doctorado en corrupción de amplio espectro. Una España arruinada en lo económico, con los valores morales hipotecados, fue la herencia de un Partido Popular que si no llegó engañando, muy pronto se sumó a la dinámica de la mentira y la obediencia ciega a quienes mueven los hilos en la sombra. Toda una traición a sus votantes. Pero eso lo supimos después, cuando caímos en la cuenta de que Rajoy había llegado para sellar los pactos de Zapatero y hacer seguidismo del nuevo modelo de sociedad. Era, en realidad, su continuador en el plan que las élites globalistas habían previsto para España; lo mismo que habían cumplido, entre otros cometidos, Adolfo Suárez con la Constitución, Felipe González con la OTAN y J. M. Aznar con Maastricht. Ahora toca implementar la Agenda 2030 que conducirá a la humanidad a un estado de esclavitud consensuada, tranquila y transhumana. Lo que empezó con la Transición de manera velada, muestra ahora su cara más siniestra, aunque muchos no tengan ojos para verlo. ¿Algún político dispuesto a objetar la Agenda 2030? Creo que ninguno, lo cual hace verdadero el viejo y desesperanzado dicho popular: “todos son iguales”. En efecto, los nuevos mandamientos laicistas de Klaus Schwab los hermanan.
Es difícil hacer análisis político al uso, una vez conocida la cripta de los secretos, y descubrir ciertos elementos que no entran en la ecuación y que, sin embargo, son causa y origen de la situación actual, en pendiente resbaladiza hacia la distopía total.
Por todo lo dicho, no es fácil hacer una valoración profunda sobre el reciente debate entre un Sánchez a la baja en las encuestas y un Feijóo en alza rayando la mayoría. Valorar cuál de los dos estuvo más afortunado y de quién es la victoria me parece un juego ingenuo y engañoso en el que mi conciencia no me permite entrar. Los dos son actores de un drama que han escrito otros. En lo esencial, no existe diferencia entre ambos; los dos se encuentran muy a gusto en sus papeles de dictadores dispuestos a cumplir su objetivo. Y si uno babea ante Europa y el globalismo, el otro no le va a la zaga.
En contra de lo aparente en la superficie, los problemas cruciales en estos momentos no son las eléctricas, la deuda o la renovación del CGPJ, sino la crisis moral de la sociedad, de la que los políticos son una excrecencia, una especie de cáncer en un cuerpo enfermo.
Si a Sánchez lo hemos visto actuar, especialmente durante la pandemia, con sus decretos, su parte de guerra, confinamientos ilegales, censura, desinformación de Estado y demás “iniciativas” impuestas, que redundan en una pérdida total de libertades, Feijóo seguirá en la misma línea y no se arrugará a la hora de aplicar mano dura contra los ciudadanos. Ya lo hizo en Galicia, donde ya reformó algunas leyes para cuando la OMS –portavoz de los amos del mundo—decida declarar otra falsa pandemia, con el fin de dar la siguiente vuelta de tuerca, y así hasta el ahogo y la consiguiente rendición total.
Nuestra intención no es desesperar a los ciudadanos, sino despertarlos de su letargo. Necesitamos políticos sabios y capaces. Pero, como ya quedó expresado, estos salen de la sociedad y no dejan de ser un espejo de lo que somos. Los políticos corrompen jueces, médicos y periodistas porque hay jueces, médicos y periodistas dispuestos a venderse, y así hasta el último eslabón de la sociedad. Si no fuera así, nada de esto estaría ocurriendo. Para que el mundo cambie, cada ser humano debe cambiar.
Despertar no solo radica en saber que existen unos suprapoderes que nos engañan para hacernos esclavos, y luchar contra ellos. Es imprescindible pero no suficiente. El verdadero despertar consiste en erradicar de nosotros la mezquindad, la envidia, la intolerancia y la falta de amor: todo eso que nos impide ser buenas personas de verdad. Si fuéramos capaces de hacerlo, cambiaríamos el mundo. Merece la pena reflexionar sobre ello.
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CALENTAMIENTEN Y CLIMANIPULAN
Partiendo de esa interesante imagen que empieza a rodar por ahí y de acuerdo a lo que estamos viviendo al respecto, teniendo en cuenta la doble vertiente de la manipulación del asunto (de datos y de fenómenos), se proponen dos nuevas imágenes. Tienen los mismos enlaces pero una es más sintética y otra se explaya un poquito más, cada una a su estilo, a elegir por quien se anime a difundirlas, muy de agradecer por todos los que respiramos y queremos seguir haciéndolo lo más sana y libremente posible: postimg.cc/DJP2Zcmr y postimg.cc/JthwZ8FV
Cuidado … Muy interesante análisis: https://periodistasporlaverdad.com/estelas-en-el-cielo-son-quimicas-son-fumigaciones-o-es-vapor-de-agua/