Ni del norte ni del sur

Algunas personas se preguntan para qué sirve el crecimiento personal. Hacemos este tipo de trabajo cuando nos adentramos en nuestro autoconocimiento; cuando nos hacemos conscientes de nuestras heridas, de los traumas que arrastramos del pasado… cuando nos damos cuenta de que tenemos miedos y que estos nos dominan y condicionan nuestros pasos y decisiones… Y, entre otras cosas, cuando somos capaces de dar la vuelta a los acontecimientos, sabiendo extraer lo mejor de las situaciones más hostiles y desagradables.

Este trabajo nos sirve también para reflexionar sobre el pensamiento dicotómico, hoy más conocido como el fenómeno de la polarización. Cuando aplicamos este tipo de pensamiento interpretamos la realidad de forma binaria, sin gradaciones, sin tener en cuenta las distintas dimensiones y pautas relativas. Solo contemplamos dos alternativas que son opuestas y excluyentes entre sí, lo que nos lleva a significados extremos y absolutistas.

Aplicando este enfoque calificamos unas situaciones de perfectas y otras de imperfectas… Encasillamos de manera rígida y excluyente a colectivos de todo tipo, por ejemplo: creyentes o no creyentes, primitivos o civilizados… Ejemplos más recientes y muy usados los encontramos en el caso de los independentistas o unionistas, vacunados o no vacunados, prorrusos o proucranianos, y también en los llamados negacionistas, diferenciados estos de los defensores de lo políticamente correcto en relación a la pandemia.

Cuando vemos los acontecimientos de forma binaria, en blanco o negro, solemos tener distintas reacciones: pasión, ansiedad, frustración, crispación, rechazo, odio, miedo, etc. Inmersos en este estado emocional podemos llegar a sentir el deseo de atacar o idealizar a personas o colectivos. El pensamiento dicotómico es pura distorsión cognitiva: limita nuestra capacidad de comprender el mundo, obstaculiza el debate libre y plural, impide tener una percepción abierta y profunda de la vida, como seres libres que somos. Nos aboca al sufrimiento innecesario, nos instala en la rigidez, en posturas defensivas…

En los medios de comunicación (privados y públicos), que deberían garantizar la pluralidad y la neutralidad, cada vez es más habitual que las informaciones se presenten de forma sesgada y tendenciosa, que se menosprecie e incluso que se vete la participación de voces discrepantes. Nos hemos acostumbrado a simplificar, uniformizar y magnificar los temas; a una “pluralidad”, bajo control, llena de líneas rojas; a tertulianos bendecidos por los que mandan. Todo ello despierta visceralidad, interesadas divisiones, falsos dilemas y problemas…, haciendo llegar a creer a quienes les siguen que determinadas cosas o personas son “buenas” y otras “malas”.

Ya lo explicaba muy bien esa historia de un rey que desde la torre más alta de su castillo, al contemplar la gran multitud que se acercaba a la fortificación, en voz baja le dijo a su consejero: “Son tantos que en verlos tengo miedo”. El consejero le contestó: “Majestad, no debéis sufrir… Solo tenéis que propagar historias que digan que los del norte quieren robar a los del sur o que los del sur tienen un plan para matar a los del norte y pronto veréis que empezarán a pelearse entre sí y se olvidarán de vos. Hacedlo así y tendréis un reinado de gloria asegurado”.

Estos son tiempos duros porque los que mandan lo hacen creyendo que, por el hecho de haber gestionado la pandemia, tienen “bula papal”. Hoy se gobierna, o mejor dicho se malgobierna, con la tranquilidad de que no deben rendirse cuentas; para ello tienen los algoritmos, las agencias de verificación de la información que a la velocidad de la luz califican como fake cualquier discrepancia. Una época en la que las plataformas de comunicación marcan la agenda política, crean estados de opinión generalizados, fanatismos de todo tipo, en base a discursos superficiales, monotemáticos y estridentes.

Por todo esto, creo que es importantísimo que aprovechemos esta época tan extrema y sorprendente dedicando tiempo a gestionar nuestras emociones, nuestra autoestima, a practicar el arte de dar la vuelta a los problemas… Acercarnos a las dificultades del día a día, desde la autoconciencia, es tan importante que empezar a hacerlo ya nos ayuda a avanzar como personas y como sociedad, porque nos hacemos conscientes de los prejuicios, miedos y rigideces que todas y todos debemos superar. En este trabajo nos damos cuenta de que cuando nos comprometemos con nuestro trabajo interior construimos un mundo mejor.

Marta Domènech

Consultora de crecimiento personalAutora del libro Súbete al árbol más alto (Autoconocimiento en tiempos de transformación)Disponible en www.ElAngel.es, también en Amazon y librerías…

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