Sánchez y Feijóo, después de marear la perdiz, hasta aburrirla cansinamente, por decidir el lugar de encuentro, acordaron eliminar la palabra “disminuido” de la Constitución. Nos ven tan “discapacitados” que entienden que es lo que más nos puede importar y que todo lo demás, lo necesariamente mollar para un pais con 9,67 millones de personas en riesgo de pobreza, a unos nos la resbala y a otros se la trae al pairo y más bien floja. En enero terminarán de arreglar ese “profundo y sustancial” cambio de dos míseras palabras. Ímprobo trabajo de estos dos mandamases que, arropados por 350 “jesuseros” (los que en el congreso dicen un emocionado y empático “Jesús” cuando a estos les da por estornudar sus desatinos), llevarán a cabo para ponernos más contentitos que un perro con dos colas. Y con ese agotador pacto literario-semántico-retórico de dos términos con el que pensaban justificar la gruesa paga de Navidad no les fue bastante. A renglón seguido pactaron y acordaron sin discusión que los miembros de PP y PSOE de la Mesa del Senado se subieran el sueldo entre un 8 y un 13%, lo cual aumentaría su salario entre 11.000 y 16.600 euros brutísimos más al año. ¡¡¡Ole y ole!!! Los de Bildu, entiendo que mosqueados, -en su disminuida idiotez política supina “legitimada por las urnas”-, porque no recurrieran al euskera “desgaituta” (que tambien significa desactivado) -mucho más comprensible y arropador-, nos invitaron a que hiciéramos un boicot activo al mensaje del Rey. Que apagáramos los televisores, que son las entendederas mediáticas de nuestra sociedad, las ventanas cerradas de nuestra saciedad y el triste falsario termómetro de la desafección hacia esta clase política que nos desprecia y nos manipula sin tino mañana, tarde y noche. No les hicimos caso y las dejamos encendidas, y seis millones de espectadores escuchamos al de la boina de oro que nos espetaba muy solvente y circunspecto: “ Hay otra dimensión de la Constitución en la que a menudo no reparamos: La que nos permite asegurar nuestro modelo de vida. Expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, o protegerse de la enfermedad, es sin duda clave en nuestro día a día. También lo es acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno… Todos esos hechos diarios […] son los que la Constitución ampara, garantiza y protege»… Y lo rumiamos sin poder reír, porque no nos creímos ni una palabra, y brindamos con gaseosa a media voz porque se acabara este maldito año de amnistías , de poderes judiciales, de vacilones diversos con toreo de salón malparido, de añagazas, de tonterías de diferentes colores y de continuidad en la sumisión a estas patuleas. “Fuera de la Constitución no hay democracia” nos dejó de postre el controvertido discursito, y mi amigo el Boinas añadió a renglón seguido: lo que hay es un frio de cojones que no lo calientan ni las hostias del desaforado Ortega Smith, ni la palpación pechera del dimitido Biondi, ni el levantamiento de mano del cenutrio concejal de Cangas José Luis Gestido.