Desde Psicólogos por la Verdad agradecemos a los parlamentaris españoles que han respondido a nuestra preocupación, a raíz del daño que las medidas del ministerio de igualdad están causando a la infancia, desde la plandemia. Consideramos que la clase política es esencial en este trabajo de despertar a la humanidad, a pesar de los encadenamientos ideológicos a los que se ve sometida. En nuestro informe se hace hincapié en que el objetivo de todas estas medidas de supuesta igualdad no es otro que dañar a la infancia y a la adolescencia, dado que, por un lado, son el grupo etario más vulnerable, al estar en periodo de formación neuronal y de identidad personal y, por otro, se trata de reducir a la población mediante medidas de esterilización. De este modo, a través de los cambios de sexo, los tratamientos hormonales y cirugías a tal fin, el objetivo es tener menos hijos. De este modo, la reducción de la población se realiza de manera indirecta, a través del engaño mediante el placer, deteriorando de paso las relaciones familiares, mediante la retirada de la patria potestad a los padres.
Este fenómeno no es nuevo y parte de la figura jurídica de la protección del menor desde hace años, cuando no solo se trataba de desmontar un sistema educativo considerado machista y autoritario, sino dándoles derechos que les permitían denunciar incluso a los padres, que se convertían en supuestos maltratadores, incluso psicológicos.
Estos cambios, tan lentos e imperceptibles, han pasado desapercibidos incluso aplaudidos por gran parte de la población. Pero estas políticas no se quedaron en estas nimiedades, sino que estaban pensadas para un fin mucho más satánico que se implementaría con el paso de los años.
Actualmente, en el año 2022, se dan visos de las verdaderas intenciones de las élites satánicas: por un lado, aprobar la pedofilia, en la que encajan las declaraciones de la ministra de igualdad Irene Montero cuando nos dice que «las niñas, los niños y les niñes tienen derecho a conocer su cuerpo y a tener sexto con quienes quieran, siempre que den su consentimiento», con el hecho de que la ley Si es sí reduce las penas en el nuevo delito de agresión sexual, que elimina el de abuso de un plumazo, y que a los niños se les enseñe a masturbarse y a jugar con seudoórganos sexuales en las aulas de manera inocente.
Todo ello está ligado a un fin, que es la perversión de la mente infantil y conseguir que el mundo del placer sea la prolongación del pensamiento mágico y del yo psicótico. Para eso, no hay mejor política que dibujar a los menores de edad un mundo maravilloso en el que pueden disfrutar a tope y, si sus padres se oponen y quieren sacarlos del placer, los denuncian sin más, siendo los padres los que han de probar que no discriminan a sus hijos.
La ley trans, además de introducir ese dogmatismo en los centros educativos, establecer multas de 150.000 euros a los profesores que no estén de acuerdo con esta salvajada, establecen el cambio de sexo y el cambio de nombre en los registros públicos desde los 12 años, siendo a partir de los 16 el momento en el que el menor, según la ley, tiene la madurez para decidir llamarse Manuela en vez de Manuel o viceversa, confundiendo a los menores de edad de manera intencionada.
¿A qué viene ese nuevo dogmatismo en pleno siglo XXI, cuando se sabe que la madurez sexual se establece en la adolescencia y en periodos iniciales de la madurez? Saben perfectamente que la identidad sexual es fundamental para una identidad personal, emocional y psicológica de manera definitiva, y si esta se disfraza como un juego (como cuando a los niños se les engaña diciendo que su sexo biológico no tiene significado alguno), conocen perfectamente los puntos débiles para sus espurios fines.
¿Quiénes están detrás de todo esto? No es obviamente la ministra, dado que esta no es más que portavoz de las élites más oscuras. El pensamiento satánico se caracteriza por carecer de dogmas para generar conclusiones (es una de las máximas de las sectas masónicas), de modo que el placer genera un feedback que nos señala no solo cómo nos sentimos, sino con qué nos identificamos, empleando el mínimo esfuerzo posible. La fuerza de la subjetividad reside en el juego infantil, que puede ser el de adulto que cae en esta trampa terrible, genera una sensación de veracidad tal que en ese momento en el que la emoción es muy intensa (miedo, amor, rabia o tristeza), el sujeto cree que lo que siente es cierto y que la razón de dicha emoción, atribuida a hechos externos, se convierten en hechos verídicos. Por ello victimizan a los niños de esa forma tan exagerada y simulan defenderlos, como si ellos fueran los únicos que se preocupan, mientras el resto de los mortales los detestan porque luchan por sus derechos.
Dado que en el sistema límbico residen las emociones, las cuales generan la memoria, cuanto mayor sea la huella y cuanto más satisfactoria sea, más fácil es que se busque sentir lo mismo y, de hacerse con frecuencia, el sujeto se aleja de realidad y vive en su fantasía, que puede llegar a ser psicótica y delirante. Es coincidente este hecho con la obsesión podemita del delito de odio, dado que estos sujetos deben vivir en una aureola de poder y de placer mental, cuya intensidad está relacionada con su debilidad.
En una de las respuestas a los envíos de nuestro informe a los parlamentarios del Congreso de Diputados y asambleas autonómicas, una diputada me recordó que estaba expandiendo el odio a la comunidad LGTBIQ+, argumento que se puede oír por parte de las feministas radicales cuando se les niega la existencia de la violencia de género, por ejemplo.
El problema de ello no solo reside en que el Estado se haya convertido en un foco de ideologización, sino que quienes defienden estas posturas se mueven en actitudes psicológicas límites y enfermas, donde las creencias son tan extremas que se alejan de la verdadera necesidad de las personas, anteponiendo los intereses de las minorías a las mayorías y haciéndonos creer que los que estemos en contra del gobierno somos fachas y el odio nos sale de la boca como perros rabiosos.
Estas actitudes están fuera de lo que es un Estado democrático en el que se respetan los derechos más necesarios de los ciudadanos y establecen un fanatismo más propio de los antiguos fascismos que tanto denostan los que dicen defender de manera fanática la libertad del individuo. ¿A quién pretenden engañar?
Psicólogos por la Verdad ha hecho un envío masivo de información a todos los parlamentarios de España con el fin de que se sepa la verdad y que no se siga con estos despropósitos por más tiempo. Afortunadamente, una parte de la clase política a la que hemos informado debidamente con datos que no reciben de los colegios de psicólogos, vendidos a las élites superiores, al gobierno y a las normas oficiales ha reaccionado y se ha percatado del peligro.
Es nuestro cometido dejar muy claro que permanecer impasibles ante tal ataque –el siguiente paso de la agenda 2030, tras la plandemia y las pseudo vacunas—, ya no es de recibo.
Hay que detener a quienes imponen esta dictadura satánica, por el bien de la humanidad y de los que vivan en este maravilloso planeta. El esfuerzo merece la pena en pro de nuestro legado como seres humanos. Permanecer impasibles e indiferentes, no solo es de cobardes, sino de cómplices de un delito de genocidio, premeditado y pensado desde hace siglos cuando se estableció el objetivo de un Nuevo Orden Mundial.
Por Angel Núñez
Psicólogo, coordinador y portavoz de Psicólogos por la Verdad