Como la Nogueras no me ha respetado como ciudadano de este país que le paga el sueldo, y como no ha ponderado convenientemente las formas naturales en sede parlamentaria, me voy a permitir el mishuevismo de hablar, en voz alta, de lo que usted y su partido representan para quienes creemos en lo social y en la vocación activa de lo público. Primero le escupiré (me acomodo en mi derecho de opinión), que me parece usted un sapo con raya al medio que croa mal y que, en su repugnancia a lo español, se jacta del veneno que inunda la repugnante mierda de su criterio. Usted no puede despreciarnos por la puta cara batracia que se gasta o por el puto culo giñado de su puto jefe cobarde, buscapleitos, mendicante y meticón. No lo merecemos, ni es de sentido común si desean la prosperidad de su discurso. Objetivos imprescindibles, aunque, en mi corto entender escasos, era lo que se defendía en la esperada votación de esta primera entrega de la legislatura, y ustedes, en su palanca fascistoide y chupatintas, amenazaban artilleramente con torpedear este -débil intento social- para mostrarnos, desde su torticera extorsión, que les importamos un bledo de tallos rastreros y que, además son capaces de escenificarlo en racimos axilares, llevando la tensión al último segundo, cuando el contrincante casi roza la lona, y los menos favorecidos de este país se apretaban los machos del infortunio, castañeando los dientes con rabia e impotencia. Usted y la Belarra, que riman, aunque “alejadas próximas”, con bandarra, con mojarra y con marchita alcaparra, han considerado que el mantenernos en vilo para sacar rédito político es una opción sostenible, acorde con sus desastrosas y dolosas intenciones de manipularnos, de insultar nuestro maltrecho presente, defecar en nuestra inteligencia y enfriarnos a punto de congelación el poco prometedor futuro. La fachosfera fue feliz esa frenética tarde, bailando sus ritmos babeantes en negociaciones de infarto para votaciones empapadas de necesidad en forma de agua de mayo. Ver a los residuales de Podemos votar contra los obreros, de la mano del PP, es un chaparrón insólito con paraguas de papel que, “Nogueras que no te enteras”, patrocina una desafección de la gente hacia los que malamente sacáis astilla de la miseria, y lo ensayáis vestir de la necesidad de una virtud absurda que subasta argumentos. A quienes nos sentimos progresistas nos importa un carajo y menos que el gobierno se retrate favorecido, pactando hasta la extenuación, para mostrarnos su talante publicitario con mejora de suelditos, de rebajas de IVA, de transportes gratuitos, de gaseosas subidas de pensiones que no llegan a los cien euritos, de diminutos subsidios y necesarias tiritas a los rasguños de una sociedad demasiado abollada, demasiado desigual y demasiado anticuada. Nos preocupa que esa derechita juntita, catalanita, liberalita y traicionita sea tan poco de fiar como nos muestran reiteradamente, creyéndonos más tontos que un cenicero en un parapente. A los del PP y VOX ya sabemos, por descontado, que esas aspirinitas calmantes de la gente con pocos recursos se la repampinflan. Ellos están para defender otros intereses que confunden patria, banca, empresariado y corrupciones varias. ¿Qué hubo al final de positivo en esta primera sesión con luz, taquígrafos y votación? La cara del tonto más tonto del “hemiciclico”, que, derrotado tras creerse por enésima vez -el ganador que no quiso ser presidente-, intenta pellizcar los cristales con guantes manchados de pellets y asombro ojiplático de lechuza gallega que no entiende la democracia, además de no saber qué botón apretar.