El nuevo tratado de pandemias, la identidad digital y la desaparición del dinero físico son tres de las estrategias prioritarias de los diseñadores del sistema para un futuro tan próximo que es casi presente. La muletilla “si no lo remediamos”, aunque pronunciada cada vez con más escepticismo, debe seguir formando parte de la esperanza. Tal vez nuestro tesón y enmienda a la totalidad les obligue a bajar el listón del disparate. ¡Por eso quieren cerrarnos la boca! Las leyes mordaza con sus impertinentes algoritmos y fact checkers, será otro de nuestros retos a no mucho tardar. Nada que ver con la censura actual de retirada de artículos, strikes o cierre de canales.
No deja de ser llamativo que “reconstruir la confianza” fuese el lema de la reciente reunión del Foro de Davos. ¿Se trató de un autojuicio velado, dadas las disputas y desacuerdos entre los portavoces de quienes diseñan el devenir del mundo? Sus continuas discrepancias han traspasado la frontera de la confidencialidad, lo cual no es ningún secreto. Por otro lado, no les es ajeno que una buena parte de la sociedad ha descubierto sus maquiavélicas intenciones y no está dispuesta a seguir tragando sus mentiras de laboratorio, ni a obedecer consignas estúpidas, surrealistas e incluso inconstitucionales. En efecto, esta facción de rebeldes con causa, que se niega a dejarse manipular, no quiere oír hablar de mascarillas, de confinamientos ni de vacunas que no son tales.
Queda muy lejos aquel marzo oscuro de 2020, en el que la pandemia covid nos sorprendió desprevenidos e inocentes, incapaces de deducir que todo estaba programado para iniciar el establecimiento de la dictadura global, el cacareado Nuevo Orden Mundial. De la noche a la mañana la sociedad se vio bombardeada por la propaganda goebbelsiana, la mentira mil veces repetida, la amenaza, los muertos del triaje de guerra, la mano dura de los cuerpos de seguridad del Estado, la incertidumbre, la culpa de matar a los abuelos y, sobre todo, el miedo. Se ha inoculado más miedo que en cualquier guerra; más de lo que un ser humano es capaz de soportar para mantener el equilibrio emocional, mental y físico. No hay que olvidar que el miedo y la culpa son las dos emociones base del ser humano, de las que derivan todas las demás. Rescato esta retahíla de circunstancias covidianas por si se nos ocurre preguntarnos cómo vamos a reaccionar ante la próxima pandemia que, según nos anuncian, habrá mucha más mortandad. ¿Creeremos sus mentiras o seremos capaces de permitir que nuestra razón decida?
Hoy la sociedad es menos ingenua, aunque gran parte aún ignora que nuestro sistema está anclado en los pilares de la corrupción y la mentira. Incido en esto en cada artículo porque es muy importante; la clave para ver más allá de lo aparente. Casi nada es lo que parece, y cuanto acontece de relevancia ha sido minuciosamente diseñado en reuniones secretas, oficinas y think tanks expertos en armas psicológicas de seducción y manipulación. Por poner un ejemplo, el complot del clima, uno de los nuevos sacramentos de la religión laicista/satanista, fue programado en las reuniones de Iron Mountain, de 1961, entre científicos, militares y especialistas en control de masas. Curiosamente, en el informe del mismo nombre también proponen las pandemias como estrategia para controlar la población en los periodos entre guerras. Se entiende así la anticientífica falacia del cambio climático y las sucesivas amenazas de Bill Gates sobre virus mortíferos, así como sus patentes de mosquitos modificados genéticamente, transmisores del dengue y otras enfermedades, amén de sus vacunas de gravísimos efectos adversos, distribuidas en los países en vías de desarrollo de Asia y África.
No es casualidad que este personaje, a través de su fundación, sea el mayor financiador de la OMS; y tampoco que un genocida como Tedros Adhanon –que le pregunten a los etíopes— se mantenga año tras año al frente de la ONU. Claro que los anteriores no le van a la zaga. Conviene repasar sus historiales y condenas para comprender mejor nuestro presente. Estos personajes parecen estar por encima del bien y del mal.
El gran público desconoce que en 2017 y 2018 el Banco Mundial exportó instrumental y aparatos de pruebas y diagnóstico de covid-19 a diferentes países, como consta en un documento de la entidad, posteriormente retirado. ¿Cómo puede ser posible esto? Y también que los protocolos de la pandemia fueron ideados y redactados por la GPMB, un organismo creado en 2017 por la OMS y el BM ¡para controlar el reparto de fármacos y vacunas en caso de pandemia! Tampoco se imaginaban los bienintencionados ciudadanos que los aplausos balconeros a las ocho de la tarde durante el confinamiento venían diseñados de fábrica. Y así podríamos seguir con la serie de consignas que, con escasas variantes, se siguieron en todo el mundo. ¿Servirá esto de algo ante las próximas pandemias anunciadas, como la enfermedad X, cuyos protocolos ya están redactados? Sobre ella, el citado dirigente de la OMS dijo estas crípticas palabras: “Hay cosas que se desconocen, que pueden ocurrir y todo lo que ocurra es cuestión de cuándo, no de si ocurrirá”. Vaya, no se puede con tanto filósofo adivino.
Ahora, el objetivo de las élites globalistas y su coro de alguaciles es restablecer la confianza perdida y seguir vendiendo e imponiendo sus ideas de control, etiquetadas con marchamos de sostenible, resiliente, multicultural, y los variados mantras surgidos del atanor de la ingeniería verbal/social/ destinados a una sociedad durmiente. Y si bien saben que tienen blindada a la gran masa obediente, quieren evitar fisuras por donde pueda permear la crítica a sus planes antihumanos.
Reiteramos que la libertad de expresión es una de las mayores preocupaciones de los arquitectos de la nueva sociedad. Así que el castigo a la discrepancia ya espera su turno en la antesala del BOE. No olvidemos que los regímenes comunistas se han impuesto en la mayoría de las naciones del mundo; y los no declarados comunistas, han asumido todos sus principios. Fue uno de los puntos fuertes de Davos, en el que se dio carta blanca a la legislación internacional para imponen mordazas de hierro. Claro está, empaquetado como un bien social: la lucha contra la desinformación. Es cierto que a todos nos llegan noticias falsas que hemos aprendido a tamizar, a eliminar y a poner en cuarentena, y estamos en contra de ello. Dicho esto, hay que reconocer que la mayor desinformación proviene de las instituciones del Estado y de los gobiernos de sátrapas oportunistas de rasgos psicopáticos. Nos esperan, por tanto, leyes y decretos de sesgo involutivo, de mundo al revés, de cruz invertida, de culto al Mal, contra la esencia del ser humano y la vida en general.
En breve, el Reglamento Sanitario Internacional de 2005, citado al inicio del redactado, será sustituido por la ley o el acuerdo de pandemias propuesto por la OMS, apoyado por todos los países miembro y que, si un milagro no lo remedia, quedará cerrado en el mes de mayo del presente año. ¿Qué ventajas tienen los Estados con este nuevo acuerdo? Ninguna; al contrario, pierden soberanía, pero como los estadistas son una clase extinguida, que ha sido sustituida por caballeros de mohatra y sátrapas de medio pelo que exhiben la maldad como estandarte, con tal de seguir almidonando sus egos y llenando sus bolsillos, les da igual; menos trabajo y responsabilidades. Además, ya están acostumbrados a seguir órdenes. ¿Y qué ganamos los ciudadanos? Nada. El tratado de pandemias supone un pasaje hacia el totalitarismo; es un doble pacto de sumisión: por un lado, a los corruptos que nos gobiernan, y por otro, a quienes les dan las órdenes. Una venta solapada del rebaño humano a la organización más corrupta del mundo. Al escribir estas palabras no podemos sentir la vergüenza de la que estos megalómanos psicópatas carecen.
Cualquier argumento sobre la necesidad de este nuevo tratado de pandemias es pura falacia. Dicen que es para “conseguir un mundo más justo”. Sin embargo, cada vez que esta tropa habla de un mundo más justo es para echarse a temblar. Nos dicen también que se trata de no repetir los errores cometidos durante la covid. Como si no fuera archiconocido que fue la santa OMS quien diseñó los protocolos por los cuales fueron asesinados miles de personas mayores en todo el mundo. ¡Como para fiarse!
Hasta ahora, a pesar de las recomendaciones de vacunación de la OMS, al no ser vinculantes, en España, la libertad de los usuarios estaba protegida por la Ley de Autonomía del Paciente del año 2002, que otorga a la persona la libertad de aceptar o rechazar un tratamiento. Y aunque hay que denunciar, una vez más, la presión ejercida a través de los medios, so riesgo muerte, contagio o la pérdida del puesto de trabajo, la vacuna era voluntaria. Sin embargo, a partir de mayo, el ciudadano queda a merced de una orden de vacunación obligatoria a capricho, por parte de la OMS. Y a eso no estamos dispuestos.
Otra de las estrategias a las que aludimos al principio es la implementación de la identidad digital, prevista para este año. Aún no sabemos si lo harán de manera agresiva; quizá instalando un chip emisor-receptor con toda la información biométrica de cada ciudadano, para ser monitoreado a distancia. Otra de las opciones contempladas sería obligar a inocularse la vacuna de puntos cuánticos del citado Bill Gates, que él mismo anunció en 2020. Sin embargo, lo más probable es que la ID se implante con las ya experimentadas vacunas de códigos MAC y grafeno, que será la interface que, a través de las frecuencias electromagnéticas, nos conectará al Gran Hermano central. Las consecuencias de esta operación tecnológica serían terribles, y marcarían el fin de la era humana, tal como ansían los psicópatas aprendices de dioses, léase Yuval Noah Harari, Rafael Yuste, Elon Musk, José Luis Cordeiro, y toda la babosería científica servidora del Mal. Su complejo de inferioridad, a pesar de su sapiencia, les impulsa a rechazar la naturaleza del hombre y despreciar su momento evolutivo. Paradójicamente, pretenden aumentarlo para disminuirlo.
No creo, no obstante, que se atrevan con este experimento. Nos inclinamos a pensar que optarán por una identificación digital más suave y menos invasiva; quizá a través de la huella digital, el iris o el reconocimiento facial. Pero no podemos fiarnos.
¿Qué hacer ante este sombrío panorama? Lo primero, no tener miedo. El miedo enferma, amilana y no nos permite pensar con claridad y tomar decisiones correctas. Es lo que pretenden. Lo segundo es buscar información veraz en medios alternativos y dudar de cualquier noticia oficial. Hay que desconfiar de los profesionales sabiondos que salen en las teles. Están pagados para engañar. A quienes luchan por el bien de la humanidad no se les permite hablar. Es la triste realidad de este momento. A pesar de todo, hay que alejar la pesadumbre y centrarnos en todo lo bueno que tenemos a nuestro alrededor, que es mucho.