El general retirado Agustín Álvarez sí tiene quien le escriba. A este sujeto le responderé sin ningún respeto, porque me ha incluido, en su amplificado ruido de sables oxidados, a mí y a todos aquellos que la IDA nos cae un poco peor que mal. Y sí, antes de que se me olvide el recalentón, pertenezco al grupo de los “malnacidos”, a los que no les gusta la fruta. No quiero ni defender la de sobra conocida honorabilidad de mi madre, ni ensuciar la de su madre, para no rebajarme al sucio nivel cuartelero de –interfectobesaculos-, del cual esa señora, estoy seguro, no se sentiría orgullosa (Transcribo literal este enfadado cuchicheo calificativo del Boinas salpicándome en el vermut). Un viejo presuntuoso, mapeado de medallas franquistas, insultando en verde oliva, que considera que el resultado de las elecciones últimas ha sido –traumático-, que considera retóricamente ejemplar cómo gestionó esta controvertida Presidenta “salvadora de la derecha española” la pandemia y que , a todos aquellos que no votamos a esta provocadora inarticulada, nos apaña el adjetivo de indeseables, no merece el debido respeto que a un General del Ejército español tendría que honorablemente corresponderle por transitar la cima de la jerarquía castrense. No me vale, siendo como soy leonés como él, que ostentase un tiempo la máxima responsabilidad del Sector Aéreo de León y el Aeródromo Militar de la Virgen del Camino en su trabajo de velar por la patria, con sueldo. A un tipo de altos vuelos como él, (y menos en situación de retiro), no se le pueden permitir esos exabruptos, estas barbaridades sin casco y sin paracaídas, ni ese desprecio a los otros. (Los otros son todos aquellos que no siguen las instrucciones del PP). Así lo tendría que percibir de rasposo la también leonesa ministra Margarita Robles, quien tendría que tomar cartas en el asunto y, como muy poco, darle un público tirón de orejas al amigo de “asnar”. Lo peyorativo en León, menos con uniforme de mando, no funciona ni en las Cabezadas. Para quienes lo desconozcan, el Ayuntamiento leonés todos los años ofrece dos hachas de cera y un cirio de una arroba al Cabildo que, aceptando el presente, intenta dejar patente su carácter obligatorio. Por esa disquisición se enredan en una siempre respetuosa pero encarnizada batalla dialéctica con alardes oratorios de alto nivel, y persistentemente se cierran desde hace más de cuatro siglos con un empate que pospone la discusión hasta el año siguiente. Pues, en este indeseable caso, si este sujeto faltón se va de rositas sin sentirse humillado por la ley que la Constitución impone para el régimen militar, propongo humildemente que en el Barrio Húmedo, que encabeza el ranking a la mejor zona de bares de España, en señal de protesta activa, se eliminen -los tercios-… de cerveza-, en recuerdo de este feo cazurro que se ha ganado un lugar preferente en ese rincón, donde todo lo indeseable de esa bendita tierra de nobleza se pudre entre mohos para ser pasto del olvido. A partir de su borrado lo que fueran “tercios” los llamaremos “griales”. (-No se puede subestimar ni echar por tierra de esa forma tan miserable el crédito de una ciudad que tiene el verdadero grial de Indiana Jones-, me dijo el Boinas cuando le conté la propuesta). Prometo que en mi próxima visita a la catedral meteré la cabeza en el famoso hueco del sepulcro para pedir que este deseo se cumpla.