Nosotros, los pesimistas ecuménicos, acojonados por el músculo militar de los EEUU, de Rusia y de China, deseamos la Paz Universal; ser más ciudadanos que vasallos y no ser borregos tras ningún cabrero. Nosotros, los pesimistas ecuménicos en esta Semana de trompetas y tambores cercanos a la muerte, somos más que partidarios de las torrijas, de los huesos de santo, de los pestiños y rosquillas con anís y de los potajes de vigilia con bacalao y espinacas. Pero los de los muñecos sangrantes de madera en procesión, los encapuchados de cucurucho, las músicas dramáticas llenas de silencios ensordecedores, las juncales manolas penitentes pese a ellas, las cadenas de los cofrades, los ostentosos bordados hábitos de fiesta de la curia, los claveles, los lirios y las rosas sobre los costaleros de vocación temporera, y las banderas rojigualdas en los balcones se nos hace mucha bola. En León, mi tierra, en esa mezcla de sentidas devociones cofrades que nunca llegué a entender en su dimensión popular multitudinaria, hay una Cofradía del Cristo del Santo Perdón que, año tras año, consigue indultar a un preso frente al ‘Locus Apellationis’ del atrio de la Catedral. Creo que es lo único que de verdad me motivaba de niño para asistir a esta marabunta de «papones» (algunos descalzos), con faldas hasta el suelo de raso bien planchado en blanco, negro y morado, que admiraba inocente sin sentido religioso alguno pese a la insistencia cansina de los Hermanos Maristas. Y luego, la «limonada» para pasar el mal trago de tantas emociones contenidas y fermentadas en vino peleón con frutas de temporada y canela de canutillo. Yo no sé si este año en «El barrio húmedo» tendrán los Santísimos Cojones de seguir utilizando el local término «matar judíos» para nombrar tradicionalmente al tapeo de estas fechas. ¿Estará mal visto en este momento histórico por los trumpistas netanyahuteros? ¿Se embotellarán limonadas gazaties sin alcohol para homenajear a los más de mil niños entre asesinados y heridos en esa guerra exterminadora? ¿Los turistas chinos que inundan las calles principales de los remozados y casi despoblados restos de la Legio Séptima Gemina*se harán los suecos? (*Aguerrida legión romana que salvó a Hispania desde esta fría capital de ser invadida por los africanos cinco siglos antes del 711) ¿Pausarán por respeto los rusos en la concurrida y teatral Procesión del Silencio las dronadas demoledoras contra Ucrania? ¿Se detendrá un solo instante la contienda en las 56 guerras que permanecen activas con 92 países involucrados según el estudio sobre la paz global del Institute for Economics and Peace? Ser pesimista ecuménico es como estar menos cansado del mal que desencantado con el raro bien que padecemos, y amortizar la desilusión incluso en estas vacaciones, donde la multinacional del crucifijo se expone con todas sus armas de penitencia por nuestras muchas maldades universales. Ya Europa, arrepentida de su piadosa inacción global nos va avanzando un -chat control- (por la puerta trasera) para fortalecer nuestro recalcitrante pesimismo, que pasará de ecuménico a militante.