Los embarullantes tingladillos societarios de las riquezas españolas ubican en Europa y sus sistemas tributarios Low Cost, sin hablar del Caribe que arroja otra alucinantemente obscena cifra: beneficios superiores a los 19.000 millones de euros. Esta pasta gansa -se la maman por todo el duro careto-, disfrutando la enana presión tributaria de países como Irlanda, Bélgica, Holanda o Luxemburgo. Y los incorregibles tragapichas de la ibérica derechona cutre de la caverna se rasgan las vestiduras porque el Estado, en un momento tan difícil como este, les aplique a 23.000 muchiricachones, cuyas fortunas dan para que vivan -sin dar palo al agua y malgastando- media docena de generaciones, una levísima cuota para seguir manoseando y pateando sin tino el culo pelado de los menos favorecidos. Pero ¿de qué van esta banda de abusadores? Van de listos y de chulanganos. Van de defensores (a golpe de talonario con los medios) de unos privilegios brutales que, salvo raras excepciones, les regaló la cuna. ¡Qué católica tristeza! Si a esos 19.000 milloncejos los difuminamos en el casi medio millón de millones de beneficios que las multinacionales deslocalizan en estos acolchados paraísos bendecidos por la ley, para no tributar en sus países de origen, entenderemos por qué las clases humildes en la UE no acabarán nunca de levantar cabeza ni para peinarse. Somos así de bestias y así de sumisos y así de memos y así de consentidores, legitimándolos con nuestros votos de “empleados de la llorería”, sin espacio “urnable” donde desahogarse a moco tendido. Se admite como natural, por imposición del tiempo y de esa malvada ideología institucionalizada del “to pa ellos”, que la presión fiscal exenta de progresividad durante décadas que soportan las rentas más bajas de España sea idéntica a la que afecta a los más ricos del país. Leí en un informe de EsadeEcPol (Centro de Políticas Económicas. Think tank independiente) esta demoledora certeza matemática: —Para el 1% más acaudalado, las rentas del trabajo representaban menos del 35% de sus ingresos, mientras que el peso para el resto de la población oscilaba entre el 65% y el 85%. — El mismo día que se publicó esta inquietante información, el -babososo barbososo bulososo- Espinosa de los Monteros pedía en “ruedo de prensa “ que el Estado ayudara a las familias que tenían empleadas domésticas con el pago a su cargo en los presupuestos. ¿Se puede ser más cretino entrenando o hay que nacer en casa donde se aplauda mear a chorro gordo la moqueta por el placer de que lo limpie el servicio? La indigentemente bruta insolidaridad sumada a la roña moral produce este tipo de “bichocongresista” que solo puede tener cabida en el lado oscuro de la política.
Me recordó el Boinas que hoy andaba en modo “muy leído”, sin copas y muy cabreado, una lapidaria frase de Honoré de Balzac : “Detrás de cada gran fortuna hay un delito.” No le hice mucho caso, pero el insistió: ¡Migajas! Entre 3 y 5 millones de riqueza se pagará un 1,7%; entre 5 y 10 millones, un 2,1%; por encima de 10 millones, un 3,5%. ¡Con eso no se paga ni medio delito!, remató agarrándose furioso a la barra cuando le invité al copazo presintiéndole escaso y estrecho de bolsillo jubilado. Masculló primero un tajante: ¡A la mierda! Y tras el trago reflexionó a voz en grito … ¡A llorar a la llorería! ¡¡¡ Desalmados!!!