La mayoría contempla dos caminos para ir al futuro. El soñado, donde las vacunas llegan a tiempo, se distribuyen entre la población correctamente y acaban con la pandemia de la Covid, y en el que volvemos a la nueva normalidad con salud, dinero en el bolsillo y más trabajo en las oficinas de empleo.
Y, lamentablemente, el real, en el que las PCR siguen decidiendo quién tiene o no Covid, en el que las tasas de contagiados y fallecidos sigue su evolución a oleadas, unas veces descendiendo y casi siempre en aumento, desgraciadamente; en el que las vacunas no llegan o desaparecen, o se trapichea con ellas – la corrupción no escatima en nada ni con nadie -, o se incumplen los contratos y no se entregan a tiempo. Un camino donde se aprueban pasaportes para los vacunados o los no vacunados, distinguiendo entre ateos y creyentes o, simplemente, señalando a los judíos, que esta vez son los que no se quieren vacunar, los que nos quieren aguar la fiesta, verdad, cuando lo que nos interesa es pincharnos, no importa que no sepamos lo que nos meten en el cuerpo. “No pienses y estira el brazo”, te dices, cerrando los ojos. Pero… Siempre hay un pero. Si tienes menos de 55 y vives en Canadá, no podrás pincharte la de AstraZéneca, y si tienes menos de 60 no podrás pincharte esa misma vacuna en la Comunidad de Castilla y León, en España. En otras comunidades sí. Ni en Francia. Las han suspendido, de momento. Pero sí en la Gran Bretaña. Hay un cierto caos y hay dirigentes políticos europeos que ahora dicen que si no llegan a tiempo las vacunas compradas en Bélgica irán al mercado ruso a por las Sputnik. Reina la confusión.
Es este un camino en el que los gobiernos lanzan campañas para levantar el ánimo de la población. “Las vacunas son la solución a nuestros problemas”, pregonan. “Creo que sería oportuno detener la vacunación de AstraZeneca” – plantea por su parte, una doctora de urgencias del hospital Mateu Orfila, de Menorca, a un periódico de la zona. ¿Por qué lo dice? Porque por sus manos han pasado 19 personas que enfermaron tras vacunarse. Tres fueron ingresadas, una incluso podría tener meningoencefalitis. Las demás sufren cefaleas, vértigo, síncope, caminan mal…
“Bah, poca cosa, unos pocos entre cientos de miles” -, arguyen los defensores a ultranza de las vacunas, pero cada vez son más los que dudan, dudan al menos de AstraZeneca y su vacuna. Veremos qué pasa con las otras. Curioso es que haya países que estén poniendo una de AstraZeneca y otra, la segunda, de Moderna o de Pfizer, y países que por prudencia se nieguen a hacerlo. Todo vale, según parece. Y lo más curioso: en Menorca llevaban tres semanas sin tener un solo caso de coronavirus en ese hospital. “Si no hay enfermos, ¿por qué vacunan a la gente?”, habría que preguntarse en tal caso. Pero cómo no hacerlo si hay comunidades autónomas en España que dicen, temerosos, estar entrando en la cuarta ola, y hay las que dicen que las UCIs las tienen en situación crítica. También hay quien pide que si acaba el toque de queda en mayo, al menos se impida circular entre autonomías, no sea que las que van bien terminen siendo contaminadas.
¿Sabe qué?: Que hemos llamado a una docena de médicos para saber cómo están las urgencias en sus hospitales y o no se ponen al teléfono o no hablan de si hay vacunados con problemas. De manera sibilina, alguno menciona su hipoteca, su sueldo, a la Organización Médica Colegial… Les ronda el miedo y la vergüenza. Pero algo rascamos entre unos y otros, todo off the record. Averiguamos, por ejemplo, que algún afectado por las vacunas sufre una cefalea tan aguda que hay que administrarle morfina, y que hay afectados a los que han tenido que hacerles punciones lumbares para diagnosticarles. Hablamos de temas muy serios, hablamos de que hay otros problemas tan delicados como los ya conocidos trombos.
¿Qué por qué se nos oculta. Solo cabe pensar que tanto el gobierno como las autoridades sanitarias siguen apostando por las vacunas, a pesar de estos casos aislados. Así que hay que recordarles que somos adultos y que nos traten como tal, no como a niños a los que protege papá Estado. Tenemos derecho a saber lo que está ocurriendo. También hay que recordar que hay científicos y médicos que llevan tiempo advirtiendo de la inseguridad de estas vacunas y que se desconoce cuándo y por qué podrían darnos más problemas.
En esta pasmosa realidad cabe la censura y por supuesto el miedo a no tener con qué pagar la hipoteca si te enfrentas al silencio que se quiere imponer. No hay transparencia. Ni en esto ni en nada. ¿Por qué abandonó Pablo Iglesias la silla de la vicepresidencia? ¿Un tipo ambicioso como él la deja así como así para ser un simple candidato a una comunidad autónoma? ¿Y si tuvo que irse porque en la UE no lo ven con buenos ojos? Recordemos que hay en juego 140.000 millones de euros. Desde la UE nos van a exigir cómo y dónde invertirlos y quién lo va a gestionar. Hay en marcha una reforma laboral que debe contentar a Europa… Cuando hay dinero en juego, como con las vacunas, cabe cualquier reflexión. Y cuanto más dinero hay, más sorprendente puede llegar a ser la verdad de lo que sucede, lo que no nos cuentan.
Pero continuemos. Se da también la paradoja de que se van conociendo los casos de quienes, aún siendo vacunados, contraen la Covid-19. ¿Conoce a Alberto Fernández? Si, exacto, el presidente argentino. Pues él es uno de esos casos. Le pasó con la vacuna rusa Sputnik. ¿Tomó él, como muchos otros políticos, CDS o dióxido de cloro para quitarse el coronavirus? Lo de que hay políticos que callan, pero toman el denostado gas que algunos procuran confundir con lejía para joderlo, lo cuenta una colega y rival de Fernández, Mónica Frade, de Coalición Cívica. Ella misma lo toma. Viene al caso relatar que en la Asamblea de La Paz, en Bolivia, contrajeron la Covid casi el cien por cien de los miembros de la cámara. Ellos sí se deshicieron de la Covid a base de lingotazos de dióxido de cloro. En este caso quien lo cuenta en el libro “La verdad del dióxido de cloro” es Gustavo Torrico, del grupo político MAS, hoy en el poder. El dióxido de cloro podría ser la GRAN VACUNA, pero muchos no se han enterado y otros tantos no quieren reconocerlo.
– “Ché, eso de la GRAN VACUNA es irreal, céntrese”.
Vale, pues vayámonos a recorrer el mundo. Italia. Allí parece que los sanitarios, a pesar de estar en el frente de la guerra con el virus, no se fían de las vacunas, de sus efectos secundarios, manifiestos, y miran de reojo al puñado de muertos que han producido. Lo pintan mal, y aún es más negra la pintura si a eso le añadimos lo que denuncian los llamados negacionistas: dicen que se desconocen el contenido y los efectos de las vacunas a medio y largo plazo. Ni siquiera a corto. Por negar, niegan hasta la existencia del bicho. Pues eso, que los sanitarios italianos tienen la mosca tras la oreja.
“Que despidan a quien no se vacune“, aúllan los draguinianos. “Pasaporte al canto”, prometen los gallegos a quienes rechacen las vacunas. “A quien no lleve mascarilla no le serviremos gasolina”, leemos en una gasolinera de Repsol. Diferentes países y ambientes, pero el mismo estilo: el autoritario y el del miedo. El gobierno de Dragui promete decreto duro que incluye protección legal a quienes se ocupan del pinchazo. Así, si se da el caso fatídico de que alguien muera tras la vacuna, los médicos y enfermeras no podrán ser acusados de homicidio. Algo que por cierto ya ha pasado.
EL FUTURO VESTIRÁ TOGA
El futuro, no hay que irse muy lejos, el más cercano, promete vestir la toga de juez y más de un abogado y de cien prometen llevar las vacunas exprés y a sus responsables a los tribunales. El famoso abogado Reiner Fuellmich promete hacerlo en Alemania uno de estos días. Fuelmich fue el que puso contra las cuerdas a Wolkswagen. La empresa automovilística engañaba a los usuarios de sus coches y a las autoridades de los países donde los vendían diciéndoles que sus emisiones contaminantes eran menores de lo que en realidad eran…. Su objetivo esta vez será, entre otros, el director general de la OMS, el insigne señor Tedros Adhanom. Quédense con su cara, promete ser famoso. Sabremos más de él dentro de poco que de Rociito. Hablaremos, probablemente, mucho de él, de algunos prohombres de la sanidad alemana, como Christian Drosten, virólogo responsable de que las PCR sean pruebas diagnósticas, cuando no son nada fiables, al menos eso dicen no pocos especialistas en la materia. O como Lothar Wieler, del Robert Koch Institut, el centro encargado en Alemania de la pandemia, que fue quien lo anunció. Y hablaremos de cifras, de muchos ceros, los de la demanda colectiva (class action), que va a interponer Fuellmich. “Unos cientos de miles de millones de euros no serán suficientes”, responde este abogado alemán cuando le preguntan por la cantidad que se baraja.
Mientras Fuellmich prepara su ofensiva y los científicos discuten – hay síntomas de que por fin empieza a haber debate -, si el síndrome COVID es o no una enfermedad infecciosa producida por el virus SARCOV 2, al menos 16 países deciden limitar o suspender la vacunación con AstraZéneca y los medios de comunicación empiezan a preguntar más de la cuenta, más de lo que debe gustarle a Bill Gates y a su esposa, Melinda. Esta pareja de multimillonarios tiene una Fundación que en esto de la pandemia aparece por todas partes. Tanto han llamado la atención que en el Parlamento italiano se pidió que los Gates fueran llevados ante la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad. Los acusaron de provocar con sus vacunas la esterilización de millones de mujeres y de provocar una epidemia de poliomelitis que paralizó a medio millón de niños en India. Según sus detractores en Italia, el gobierno donó 140 millones de euros a GAVI Alliance – creada por la Fundación Gates -, para luchar contra el coronavirus. Esto ocurría en 2019, bajo la presidencia de Giuseppe Conte
Hay mosqueo en el ambiente, pero aún así, la mayoría ve la vacunación como la única salida. Quienes lo discuten aducen, como sabemos, que no se conoce ni al virus que hay que desterrar, que las vacunas se han hecho en meses cuando las demás, las de siempre, las clásicas, tardan años, que no se han realizado las pruebas de campo, que se llevan a cabo ahora y por la cara, que en realidad no son vacunas sino terapia génica la que nos están inyectando, que no se puede predecir lo que va a ir sucediendo en los genes de los vacunados,… ¿Se busca verdaderamente el control de la población? Un grupo de expertos lo ven necesario en el New England Journal of Medecine. También lo predica Bill Gates. ¿Tendrán esos expertos algo que ver con el multimillonario? Esta es otra importante discusión: la de que el planeta agoniza porque somos muchos y porque cuantos más seamos más lo maltrataremos.
TODO POR LA PASTA
¿Se acuerda cuando en Alemania bloquearon un edificio de 700 apartamentos confinando a todos sus inquilinos porque había un grupo de personas a los que la PCR había delatado? Aquel mega edificio fue encerrado tras una gran valla. O cuando en España se montó un hospital en IFEMA en tan solo 3 días para albergar a varios miles de enfermos que no cabían en los hospitales?… Por aquel entonces el miedo circulaba a sus anchas. Los medios de comunicación se ocupaban de contarnos las andanzas del coronavirus con todo lujo de detalles mañana, tarde y noche. Así se comprende que vayamos como corderos al matadero de las vacunas. No nos atrevemos ni a rechistar. Es anticonstitucional forzarnos a vacunar, y crear un pasaporte que nos señale, que nos impida ejercer nuestros derechos constitucionales, pero… Hasta en la propia OMS han denunciado el pasaporte que defiende, entre otros, como se dijo, Alberto Núñez Feijoo. Y es que en la OMS, a estas alturas, quienes la dirigen deben haber comprendido ya que los cerebros políticos y científicos, y médicos, de la operación pandemia podrían ser llevados a un nuevo juicio de Nuremberg… Qué pronto olvidamos lo que firmamos en 1945 y 1946, y lo que pasó, que los nazis utilizaban a sus personas non gratas como conejillos de indias. Experimentaban con ellas. Justo lo que algunas minorías disidentes dicen que se está haciendo con las vacunas exprés.
En esta realidad todo se mueve por la pasta. Los test de antígenos cuestan lo suyo, las PCR también, las mascarillas menos, pero son tantas que… ¿Y las vacunas? La más barata es la de AstraZeneca, la del doble pinchazo, que cuesta 3 euros, 3×2 se supone, y la más cara es la norteamericana de Moderna, cuyo precio es de 31 euros. La china, por cierto, la de Sinovac, se vende a 25 euros, y la rusa Sputnik vale 8 euros. ¿Cuál es el mercado? 7.500 millones de personas. Y toda esa pasta que se mueve y va a parar a las arcas la Big Pharma es nuestra, suya y mía, son nuestros impuestos. Nosotros ponemos el dinero, el Big Pharma las vacunas exprés, los directivos de las grandes agencias sanitarias mueven la tramoya del teatro y los políticos le dan el visto bueno.
Por si no acaban de creerlo, detengámonos en el caso de la EMA, la Agencia Europea del Medicamento, que dirige la doctora Emer Cooke, quien fuera elegida directora ejecutiva el año pasado tras trabajar en distintas multinacionales farmacéuticas más de 30 años. ¿Quién la eligió directora de la EMA? Sin la menor duda, la Big Pharma, pues las grandes del sector farmacéutico controlan el 91% del presupuesto de la EMA. Un presupuesto que supera los 300 millones de euros. Tras conocer este dato, ¿diría usted que la más grande institución sanitaria europea es privada? Le resulta tranquilizador saber que nuestro futuro sanitario depende de un grupo de millonarios, los accionistas de la Big Pharma? ¿Diría usted que sus intereses son los nuestros, los de los ciudadanos? Ahí va otro dato. La señora Cooke fue la directora del lobby que forman las 30 empresas más grandes de la industria de la farmacia. Ya, me dirá usted que los lobbies no tienen por qué ser organizaciones oscuras y criminales, pueden ser transparentes, pero viendo como se maneja nuestra salud, que depende de una multinacional privada, la EMA, y de su poderosa influencia en la política, que a su vez manejan seres humanos susceptibles de ser corrompidos – lo estamos viendo cada día -, seguro que usted no duerme muy tranquilo… Recuerde que la materia prima de esta industria son los medicamentos, pero también es su salud.
Nos falta información de cómo funciona el mundo. Y nos falta porque los medios de comunicación, el cuarto poder, no ejerce sus funciones con libertad. Lo estamos viendo con esta pandemia, o lo que sea. Su discurso es uno, se hace casi al dictado. Se nos informa solo de la realidad que interesa que oigamos, se nos ocultan información. Es como lo que ocurre en ese hospital de Menorca: nos muestran solo una cara de la moneda. Los medios, en lugar de mostrarse críticos, como sería su obligación, nos invitan a que nos vacunemos a ciegas. “Tened fe”, parecen decirnos los medios y nuestros gobernantes. Pero lo que necesitamos no es fe con la que está cayendo, sino información. Que nos digan, por ejemplo, qué productos hay en las vacunas exprés, lo que nos están inyectando, y cuáles son sus posibles efectos secundarios, todos. Los admite hasta la FDA, Food and Drug Administration. Se pueden ver aquí: https://www.fda.gov/media/143557/download Son estos:
- Sindrome de Guillain-Barré (Parálisis Facial Total)
- Encefalomielitis diseminada aguda
- Mielitis Transversa
- Encefalitis / Mielitis / Emcefalomielitis / Memigoencefalitis / Memingitis / Encefalotapia
- Convulsiones / Ataques
- Accidente Cerebrovascular
- Narcolepsia y Cataplejia
- Anafilaxia
- Infarto Agudo de Miocardio
- Miocarditis / Pericarditis
- Enfermedad Autoinmune
- Muerte
- Aborto Espontáneo
- Otras Emfermedades Desmielinizantes Agudas
- Reacciones Alérgicas No Anafilàcticas
- Trombocitopenia
- Coagulacion Intravascular Diseminada
- Tromboembolismo Venoso
- Artritis y Artralgia / Dolor Articular
- Emfermedad de Kawasaki
- Sindrome Inflamatorio Multisistémico en Niños
- Enfermedad reforzada (agudizada) por la Vacuna
EL CUERPO ES DE CADA UNO Y CADA CUAL DECIDE COMO CUIDAR DE ÉL.
Si una persona los lee antes de vacunarse y aún así decide correr el riesgo, por poco que sea, de dejar que lo pinchen, pues ha ejercido su libertad. Pero si se niega, también ejerce su libertad. El cuerpo es de cada uno y cada cual debe saber cuidar de él.
Prácticamente en todos los países los políticos han caído en la trampa de ser continuistas, de seguir el dictado de quienes gobiernan el mundo a través de la sanidad. Pocos han tenido agallas para actuar siguiendo sus propios criterios. ¿Para qué nos sirve lo que han hecho los políticos en este último año y medio, desde que vivimos bajo la coacción y el miedo? ¿Vivimos mejor, tenemos salud, viajamos felices por el mundo, podemos pagarnos la casa de nuestros sueños? El resultado de su trabajo es negativo y sin embargo seguiremos votándoles.
En Bolivia han jugado un doble juego, el de la mascarilla, el confinamiento, etc., y el de crear la primera ley del dióxido de cloro. Resultado: la población comenzó a tomarla masivamente y las cifras estadísticas de contagiados y fallecidos bajaron fulminantemente. Luego volvieron a subir, dicen que porque la población, creyéndose inmune, dejó de tomar el dióxido de cloro. Pero allí hay ciudades, como San José de Chiquitos, que llevan desde septiembre del año pasado limpias de coronavirus y con una vida normal, como antaño. Singular, pero distinta, es Bielorrusia. Allí tienen un presidente, Aleksandr Lukashenko, que lleva 26 años en el poder y que se niega a imponer medidas restrictivas. En Bielorrusia hay pocas muertes por coronavirus. ¿Por qué? Su presidente dice que el remedio es una dosis de vodka y deporte de frío.
Desde luego nos alegramos mucho de que en Bielorrusia escapen del coronavirus, pero su receta es difícil de imitar. Más fácil de imitar es lo que pasa en Bolivia. El dióxido de cloro es una molécula formada por un átomo de cloro y una de oxígeno que convertida en gas soluble, CDS, Chlorine Dioxide Solution, adquiere valor terapéutico a determinada concentración observada por cientos de médicos de diferentes nacionalidades. El dióxido de cloro se puede crear en cualquier parte. Se necesita clorito de sodio y ácido clorhídrico al 4%. Podemos fabricarlo aquí mañana y repartirlo por los hospitales para echar una mano a los que sufran la COVID-19, sea lo que fuere. El éxito está asegurado si nos atenemos a lo que no cuenta, por ejemplo, la doctora mexicana Viviane Brunet. Esta ginecóloga asegura haber tratado a 18 mujeres embarazadas que tenían coronavirus. “17 niños han nacido bien y el otro está a la espera de acontecimientos”, dice la ginecóloga, quien añade que el dióxido de cloro fulmina al coronavirus en milisegundos. ¿Dónde está el problema? En que hay quien dice que es lejía, que es tóxico, y que no se debe perder el tiempo investigándolo, impidiéndolo. Y mientras la gente sigue muriendo, dicen que de coronavirus.
Viva el CDS dióxido de cloro CLO2 viva el MMS
Enhorabuena a MadridMarket por su apertura de miras y espíritu crítico.
Los «bebedores de lejía», entre los que me encuentro, que nos hemos informado concienzudamente, analizado todas las fuentes, revisado la bibliografía científica y alcanzado nuestras propias conclusiones en libertad; nosotros estamos muy tranquilos respecto de esta seudo pandemia, pues sabemos que el CDS funciona y no es tóxico a dosis por debajo de 3 mg/kg (lo sabemos además porque lo hemos tomado durante meses). Y al mismo tiempo, muchos de nosotros constatamos con perplejidad y tristeza, casi resignación, que la humanidad, como ha ocurrido casi siempre, camina a ciegas movida por el miedo = egoísmo y la sumisión acomodaticia.
Pero también, como siempre, los valientes pioneros, espoleados por su curiosidad, su rebeldía innata y sus ganas de compartir, aportarán al resto de la sociedad su pequeña gran contribución. Tal vez, con un poco de suerte, la iniciativa científica independiente alcanzará en breve un nivel de evidencia tan contundente, que será imposible o al menos muy difícil seguir ignorándola. Si la eficacia terapéutica del ClO2 ante agentes patógenos fuera del 50% (que ya quisieran para sí muchos medicamentos), seguramente quedaría en el olvido, pues es una sustancia barata y disponible que no se presta al lucro farmacéutico-mercantil. Pero al ser su eficacia cercana al 100%, simplemente acabará siendo un remedio magistral en todas las farmacias. Es pura lógica. Y Andreas Kalcker, Jim Humble y otros pioneros recibirán el Novel, no sé si de medicina, pero al menos el de la Paz. Y en un mundo ideal, este medio, junto con un puñado de otros pocos, recibirán premios destacados a su labor periodística y de divulgación.
Un saludo y a no reblar.