Cuando el polaco Bauman nos sorprendió hace unos años con TIEMPOS LÍQUIDOS y nos mostró la modernidad más moderna como un tiempo líquido, flexible, voluble y mudable frente a lo sólido y estable que teníamos al uso, entendimos –del tirón- que la sociología de este nuevo siglo no se correspondería nunca más con la que habíamos considerado como necesaria, y que, por ende, era un producto tramposo con las ideas y engañoso con lo real. Nada sería ya como se había celebrado hasta entonces. El distanciamiento del poder y la política nos hizo leer entre líneas, habían transformado nuestra manera de vivir y de sentirnos como grupo homogéneamente organizado en busca del bien colectivo, que habríamos de flexibilizar nuestras actitudes, modificar nuestra táctica de relacionarnos con los otros y dar frigorífico a nuestros compromisos y a nuestros ideales. La reflexión sobre la fragmentación de nuestro -buen pasar- así lo exigió, sin pretenderlo, tras esta nueva muy sólida formula que planteó formalmente de una manera impecable. ¡Que cabronazo y que brillante el tío! ¡Ya nada sería lo que era! Y así, por la puta cara, sabedores de este brutal cambio de sistema, los titulares de los periódicos nos sorprenden, sin pudor, con la interpretación de lo sucedido a contramano de lo que no tenemos entrenado para somatizar. Ahora, los medios, no hace falta fijarse mucho, nos maltratan la realidad como espectáculo y nos la sirven fría o caliente según la moda de su degustación, diluyendo nuestra débil opinión, en la contradicción, entre lo necesario informativamente, lo banal argumentalmente y lo retórico intencionadamente. Su persuasión se amolda a la elocuencia de los poderes que pagan las portadas, y nos vapulean las opiniones dando la prioridad que necesitan para funcionar lejos de nuestra natural necesidad de verdades y coherencias. Así, tapando un ruido con otro ruido mayor o silenciando un estruendo con una sigilosa mudez, sin inocencia en ningún caso, y con la ocultación como paradigma en letra gorda, nos van encarrilando a nuestro pesar. Y les da igual que nos inflen las pelotas hasta la eclosión, que les hagamos huelga de sentimientos o que nos rebelemos contra la burda manipulación que nos imponen gratuitamente. Ellos a lo suyo. Tenemos frente a nosotros un futuro desigual y casposo, producto de una pandemia poderosa, cruel con los más desfavorecidos y sin visos oficiales de acabarse a corto plazo y ellos, los que mean más largo, nos salpican con sus hirvientes chorradas que priman la guerra del PP frente a la de Ucrania; las catástrofes naturales sobre las emocionales; las putas de los programas de la telebasura por arriba de los religiosos pederastas; la obscenidad de las riquezas por abajo de la sinrazón del hambre; el deporte frente a la escasez de medios sanitarios; el puñetero culo con las témporas… Todo por mantenernos entretenidos es este cambio de paradigma, donde somos números intercambiables sin más ni menos. Ceros sin valor en el algoritmo que manejan y que conoce nuestra vida mejor que nosotros mismos. Tiempos líquidos de mal trago. Tiempos tristes. Tiempos donde la esperanza se ahoga nadando en el barrizal de quienes detentan anónimamente el poder por encima del poder del dinero. Seguro que hay un universo poscovid esperando agazapado en las trabajadas páginas de algún otro sociólogo que nos ha de despertar (al menos intelectualmente) de esta jodida hipnosis colectiva, pero, lamentablemente, no se sabe la fecha de su próxima publicación.
Muy buena reflexión la del Señor Toral y digo yo,como el Real Madrid gane la Champion seguro que se acaban los problemas en el País,claro que si pierden sus fanáticos seguidores les perdonarán casi todo,seguirán aclamando a su jugador de moda aunque no sea el de mas clase y si les preocupa la perdida de socios eso no será problema porque se iran a la filial,nunca al rival.
Alguno pensara si la directiva no tendrá en la cantera valores en alza menos maleados,dispuestos a darlo todo y limpios como el cristal con ganas de servir a su equipo y al mundo del futbol.
Tampoco esos aficionados tendrán en cuenta que cuando los campos estaban vacíos la Liga ponía medios para paliar los daños o como se adaptaba para hacer