La charla que mantienen Marcela Caldumbide e Ingrid Honkala finaliza cuando la bióloga marina plantea cómo hay que vivir: “La idea es que yo sea luz donde quiera que esté. No hace falta retirarme a la montaña, a una cueva”, le dice la bióloga y escritora, que le advierte: “pero ha de haber un propósito y una misión. El propósito es recordar que eres la luz de la conciencia. Y tu misión es brillarla donde quiera que estés y lo que hagas”.
Honkala se ahogó cuando apenas tenía 3 años, pero lejos de sentir dolor, o de lamentarse, “experimentó un estado de dicha de bienestar, estuvo en un plano de expansión, de conexión con la totalidad. Ni siquiera eso, eres la totalidad misma”. Peor le fue el regreso a la realidad. “Estaba muy malhumorada”, porque nada era brillante.
Ingrid Honkala ha tenido varias experiencias cercanas a la muerte: a los casi 3 años ocurrió, y después, en un accidente de moto. “No fui consciente de que había abandonado el cuerpo, pero tuve, en ambas ocasiones, al volver al cuerpo, la sensación de miedo”. La tercera vez fue el año pasado, en una cirugía. Entró en hipotermia.
La bióloga marina confiesa que después de la primera experiencia empezó a tener experiencias fuera del cuerpo y que tuvo una época rebelde porque “quería solo estar con los seres de luz”. También confiesa que “a los 3 años tenía habilidades como escribir, realizar operaciones matemáticas, leer, pintaba las auras que veía…”
«Oí una voz que preguntó: ¿Te quieres ir o quedar? Respondí: déjenme donde le pueda servir mejor a Dios”.
CV de Ingrid Honkala