Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar, un descendiente de vascos de Cenarruza convertidos en aristócratas terratenientes encaramados a la oligarquía criolla de Caracas, admirador de Napoleón y como él una mala bestia sanguinaria, un genocida con pocos escrúpulos aupado sobre un reguero de cadáveres con más aduladores apesebrados y oportunistas que biógrafos de excelencia. Bolívar, “vega del molino”, de bolu = “molino” e ibar = “vega”, un cruel pésimo militar distanciado del héroe devenido a criollo libertador que la historia se ha empeñado en retratarnos, dando literatura jabonosa a una guerra civil entre españoles: españoles de América contra españoles de Europa. Un tipo que dio la espalda y una patada en el culo,- digna de un rucio anti demócrata-, a otro español libertador con más valor y talante llamado José de San Martin- (de familia de Cervatos de la Cueza en el antiguo reino de León)-, desde la seguridad megalobolivariana de que América entera se le quedaba chica para sus ínfulas expansionistas de emperador de un continente y sobre la marcha, al pasito, decretar la anulación de la emancipación de los esclavos, que había llevado a efecto el valiente luchador peruanito con testículos de acero. Sí, hablo de ese Bolívar del que nadie quiere hablar mal por pudor, por desconocimiento o por aburrimiento. Una figura histórica tremendista, icono injustamente mitificado y blanqueado, cuyos impulsos xenófobos y genocidas quedan reflejados sin pudor en el “Decreto de Guerra a Muerte”, firmado por el autoproclamado “Libertador de Venezuela” el 15 de junio de 1813, que en una de sus más bochornosas declaraciones firmadas pretende ceder a Inglaterra Nicaragua y Panamá a cambio de 30.000 fusiles y una veintena de fragatas, que en la famosa “Campaña Admirable”, por donde pasó su ejército, «todos los europeos y canarios casi sin excepción fueron fusilados”, que un año más tarde, en 1814, ordena a Juan Bautista Arismendi fusilar a 886 prisioneros españoles en Caracas, y ante la falta de pólvora se realiza monstruosamente con picos, machetes y palas. Para redondear la cifra y dar rienda suelta a su patológica personalidad cruel, se reventó a los enfermos y heridos del hospital de La Guaira por el mismo método. (La cifra de estos fluctúa según los libros entre los 500 y los 1000). Contentísimo de su heroicidad y encantado con su militar hazaña, Bolívar describió los sangrientos pormenores de esas matanzas al Congreso de Nueva Granada. A eso se llama catarsis y lo demás son …pijoteríos. En este punto veo muy recomendable que algunos miembros de la coalición busquen y se lean el artículo que, bajo el título “Bolívar y Ponte”, escribió Karl Marx en 1858 para desmontar el absurdo, intocable e indiscutible mito sobrevenido.
Viene todo esto al cuento de que algunos han montado “pollo desplumado” con el hecho de que Don Felipe VI no moviera sus reales posaderas de la silla al paso del sable en urna del General, y que un tío de la preparación política de Pablo Iglesias llegue a explayarse con un tuit de este enano porte ante los gigantes de la NBA: “La guerra de Bolívar no fue contra los españoles. Fue una guerra entre patriotas y realistas. Felipe VI ha querido humillar la dignidad democrática de España y el honor de las naciones latinoamericanas. El Presidente debe llamarle al orden y exigirle respeto institucional”. Pues qué quiere usted que le diga, Don Pablo, ¡tómese algo frio para bajar de esos calores que le empujan al vacilón dialéctico con la peña! Yo, que me siento republicano por todos mis sudorosos poros agostados, voy a aplaudir a nuestro representante en el evento de la toma de posesión de Petro, al que desde mi severo sentir político de izquierdas deseo la mejor de las fortunas en su mandato para con ese maravilloso pueblo colombiano que ya merece un respiro y un cambio: Las gentes de buen corazón, y yo me sumo, queremos creer en “LA COLOMBIA DE LO POSIBLE”.
NOTA: _ Se me olvidaba contar de Bolívar, y lo considero una anécdota relevante digna de mencionar, que era un follador empedernido, que regó Venezuela de hijos y que solo reconoció a cuatro de tres mujeres diferentes. En “Los hijos de Bolivar “de Cacua Prada se encuentra información pertinente para los interesados en este tipo de escatologías.
Pues que quiere que le diga Señor Toral,sabe que soy un impenitente lector de sus artículos y de alguno de sus libros,en ambas cosas denota tener bastante mas horas de culta lectura que los vociferantes progresistas socios de este gobierno,quizás de haber sabido algo mas sobre el personaje que nos atañe,Bolívar habrián comprendido mejor porque nuestro Jefe de Estado no quiso agradecer con el gesto erguido a un enemigo de su representado país.
Yo si había leído algo de ese pajaro.sanguinario e inmoral antítesis de aquellosque para gobernar un pueblo no es necesario ser un caudillo dictador,de eso sabemos mucho aquí y en el mundo todos los ejemplos de personajes megalomanos han sido un desastre para su país,se llamen Felipe II,Adolfo,Napoleon,Putin,etc.
Por otro lado,a lo mejor esos que han criticado la actitud del monarca si se saben la vida de Bolívar,pero claro esta mas en su línea contestataria hacer la critica qué favorece a la demagogia,movimiento tan imperante y de moda a día de hoy por la oposicion a sabiendas que sus incondicionales asi les aplaudíran aunque en el fondo sepan que hay que cerrar filas y todos a una paliar en lo posible estas siete plagas que nos atacan sin pudor.
Bueno al menos Señor Toral quizás,y tras la lectura de su texto alguien comprenderá porque Don Felipe hizo bien en no levantarse.
Siga con sus acertados comentarios que no solo agradan pues están tan bien documentados que culturizan.z
Estupendo artículo , como todos los de E.Toral