Por Ángel Núñez
Psicólogo
Coordinador internacional de Psicólogos por la Verdad
La agenda 2030 tiene más de novelesco que de otra cosa. Sus 17 puntos de un mundo sostenible nos pintan un bello futuro. La gran pregunta es cómo nos van a resolver los problemas humanos si desde que la ponen en práctica no dejan de ocasionarlos, poniendo en la praxis la dialéctica de Hegel, según la cual, entre los opuestos surge la solución, es decir, una vez causado adecuadamente el enfrentamiento para que gane el más fuerte, siguiendo el darwinismo que alimenta la desconocida filosofía del capitalismo, reinante en el trasfondo del inconsciente colectivo gracias a la institución del individuo.
Si pudiésemos hacer un viaje al futuro nos podríamos encontrar con un mundo que no habiendo superado nunca la pandemia del covid 19 (primer paso de la agenda 2030, por cierto), no sólo no ha entrado en la recesión económica, sino también en la alimenticia. La costosa guerra de Ucrania ha provocado un alza tan elevado de productos energéticos y necesarios para el suministro de alimentos a la población que la inflación se ha disparado a límites desconocidos desde los tristes años 30 del siglo XX, todo ello acompañado de un descontento social apabullante causado por quienes no desean más neodictadura y los grupos pagados para crear el orden y el caos que conduce al siguiente paso que los Rothschild y compañía tienen in mente para ocasionar la caída de las naciones por su propio peso. Ya hace tiempo que una constitución mundial amordazó a los gobiernos para que siguieran la nueva agenda globalista en la que tanto el Banco Mundial, como el FMI, Black Rock se han ido adueñando de los sectores estratégicos de los distintos países, especialmente de aquéllos que son interesantes por sus recursos naturales de cara a la cuarta revolución industrial. Mientras tanto las vacunaciones covid 19, que se han hecho obligatorias, ya están causando estragos y los medios declaran las muertes como una nueva variante, la excusa perfecta para seguir con la historia de las pandemias, la OMS y lo que este organismo impone de manera dictatorial.
Con una humanidad en estado de alerta, sometida al terror, que ya olvidó su antigua libertad y se ha adaptado al Nuevo Orden Mundial, resignada, vive con angustia la crisis bélica supuestamente iniciada por Moscú desde que invadió Ucrania. Los países viven con pánico la posible tercera guerra mundial y los gobiernos, en vista del estado de alerta, de carácter impredecible, declaran medidas draconianas que amenazan con el control de los alimentos a la población, la obligación de los súbditos con el Estado, los únicos guardianes de los intereses colectivos, en un vaivén de derechos que van desde «la libertad» hasta la supresión inmediata, bajo la excusa de tener la dosis de la vacuna asesina, cumplir con las normas establecidas por los gobiernos, elegidos a dedos por los programas informáticos y la falsa promesa de que si siguen las órdenes podrán conseguir el sueño de su amada libertad. Así durante años y años en los que una población hastiada se seguirá vacunando como si fuera ganado, mientras continúa el nuevo régimen político eugenésico.
Este podría ser el escenario dentro de unos años, visto el ritmo en el que nos engañan con el feminismo, la doctrina de género o la desmoralización de una sociedad que va perdiendo paso a paso sus principios de autonomía para otorgarle todo el poder a un conjunto de sátrapas que actúen como si fueran dioses. Así se premia a los obedientes de las sectas satánicas, siempre y cuando, mucho ojo, que sigan las órdenes al pie de la letra.
De este modo, con una sociedad inmunda, hundida en la miseria económica, espiritual y tan dividida entre quienes obedecen a los lobos vestidos de cordero y quienes no desean saber nada de gobiernos dictadores y satánicos, con el conflicto servido y la división perfecta, todo estará listo para el próximo paso. Quienes sean dóciles ante la estupidez juzgarán a los que no deseamos más dictadura absurda y, dependiendo del porcentaje de personas que estén en un bando u otro, el destino de la cultura occidental será su fin para convertirse en una suerte de código informático en el que la inteligencia artificial dominará sobre nuestras mentes o lograremos vencer a las huestes de bárbaros que se ocultan en los despachos oficiales y que, disfrazados de santos o de elegidos por un pueblo que, pobre ingenuo, cree en la democracia, hacen de las suyas detrás de las bambalinas para servir adecuadamente a su señor, Belzebú.
No seamos entonces ingenuos ni creamos que porque nos quitan los bozales de perro ya somos libres, o que porque no nos piden las vacunas covid 19 ya, todos libres, podemos respirar aliviados. No caigamos entonces en la trampa de creernos sus cuentos cuando nos llevan mintiendo desde hace décadas y ahora están desarrollando su estrategia final, sin lugar a dudas porque si no lo logran ahora no lo conseguirán en su limitadísima existencia, tan corta como la nuestra. Llevan demasiado tiempo empleando la psicología en nuestra contra y desde hace muchísimos años nos declararon sus enemigos, por lo que o nos desean muertos o sometidos a sus estúpidas y maléficas reglas, sometiendo a la sociedad al miedo, al desconcierto y a la locura absoluta.
¿Qué hacer ahora entonces? ¿Seguimos creyendo que los burros vuelan o pisamos tierra? Nuestro poder es infinito y la ciudadanía no ha de caer en más trampas de medios satanizados.