Entretenidos con los vistosos cuernos de don Friolera, o las peripecias y añagazas de la ruinosa feliz gobernación con sus dimes y diretes de distracción mediática, no prestamos suficiente atención a las cuestiones geoestratégicas que son las verdaderamente decisivas. Las que quizás pudieran contribuir a cambiar el orden de cosas en este infortunado reino borbónico ante el fracaso institucional agudo generalizado y la no menos lamentable falta de reacción del pueblo español, ignorante o acaso mayormente resignado a su suerte.
En el caso de España ahora existe una especie de esquizofrenia gubernamental, por un lado apoya a Zelensky y su criminal gobierno títere y por otro se desmarca del pensamiento único en lo referente a la crisis de Gaza. Asunto más extraño aún si se tiene en cuenta que detrás de las actuaciones marroquíes contra España se encuentra Israel.
De modo que son varias las cosas que más inquietan en el nuevo año, sin olvidar algún probable cisne negro oportuno o inoportuno, según se mire.
La desdolarización y el aumento de los BRICS se relaciona con la crisis y decadencia del imperio anglosionista y el sucesivo pero difícil, y peligroso para la paz mundial, proceso de emergencia y consolidación de la multipolaridad. Pero el imperio también está siendo desestabilizado desde dentro por los horrores y errores de la élite en sus sucesivos anillos de poder interiores y exteriores, sociedades secretas incluidas.
El actual fracaso de la operación conjunta contra los hutíes en el Estrecho de Adén que impiden la circulación por el Mar Rojo de buques israelíes, tan pomposamente anunciada por la lamentable administración Biden, sería una pequeña muestra que se uniría al ya imposible de disimular de la contraofensiva ucraniana. Lo de Ucrania pinta mal para la OTAN y es preciso buscar una solución que permita salvar la cara. Y tampoco el ataque a la población civil en Gaza parece que esté teniendo los resultados apetecidos. La desestabilización en Palestina pudiera tener malas consecuencias para Israel si EEUU dejase de sostenerlo como hasta ahora.
Y no parece nada conveniente para la credibilidad y estabilidad del sistema financiero internacional el robo o apropiación de los fondos o bienes rusos depositados en Occidente, vulnerando el derecho de propiedad.
Pero hay otros aspectos de gran potencial de desestabilización que sin embargo antes formaba parte fundamental del sistema de control mundial anglosionista.
Me refiero al recurso al satanismo, al tráfico de niños y la pederastia como medio de selección y chantaje de muchos de los dirigentes políticos y corporativos captados para la agenda 2030 y el NOM. Varios de estos crímenes abominables, descalificados antes como delirios propios de conspiranoicos, están empezando a salir a la luz del gran público. El escándalo pederasta de la isla de Espstein, ligado al «deep state» gringo y al Mossad y al Estado sionista de Israel como beneficiarios, ilustra otra faceta más de su verdadera faz, por si no había bastante con el genocidio perpetrado en Gaza, del que, salvo alguna honrosa excepción, se hace cómplice la casi totalidad de la dirigencia político económica e ”intelectualidad” de la espiritualmente devastada civilización occidental.
No sabemos si el poderoso «deep state» conseguirá desactivar este desastre para el Partido Demócrata y el movimiento «woke» o las posibilidades electorales de un despojado y ahora resucitado Trump. Como se ha demostrado con el último fraude y usurpación, lo del régimen político real norteamericano en la práctica no es demasiado diferente del español, con sendos grupos beneficiarios de un tenderete pseudo democrático, con trampas si es preciso, que se disputan el botín como leales administradores al servicio final de los mismos o similares intereses inconfesables. De modo que lo que ocurra con el envilecido y corrupto Partido Demócrata pudiera afectar a su franquicia española del PSOE. Pero, ¿Quién sabe? lo mismo las cosas han llegado a un punto de inflexión que puedan posibilitar algo distinto, si en verdad el «deep state» fuese desactivado o derrotado.
La incertidumbre es alta porque el fracaso en Ucrania, junto a la desdolarización, y lo que pueda suceder en Palestina pudiera llevar a una actuación satánica desesperada por lo que no cabría descartar del todo que el «deep state» busque una solución final nuclear de consecuencias fatales.
Sin embargo, queda el eficaz recurso del miedo, en especial para la actual UE, abducida contra sus legítimos intereses, lamentable y corrompida colonia gringa, con la amenaza de una pretendida invasión rusa o musulmana. Nuevas pandemias e invasiones descontroladas aumentarían las actuales calamidades sociales ya iniciadas. Los media colaborarán en mantener una situación de angustia permanente contra la prosperidad, la libertad y los derechos civiles. Este año hay elecciones «europeas» pero dada la naturaleza oligárquica de la actual UE no cabe demasiado optimismo en cuanto a la capacidad real de cambiar las cosas por la vía electoral democrática.
En el Vaticano, hoy aliado del NOM y la agenda 2030, pudiera haber importantes novedades, bien por la edad de Bergoglio o por el desarrollo del cisma promovido en ciernes.
Otro factor a tener en cuenta es el de Argentina por sus posibles consecuencias globales, en especial para España, que constituye uno de los eslabones más débiles de la UE. En la medida que los últimos acontecimientos políticos en Argentina representen un experimento de la Agenda 20 30 para desmantelar de modo más rápido una nación y explotar sus recursos, oponerse a la desdolarización y entrada en los BRICS, o bien implantar el Plan Andinia con el establecimiento de un nuevo “Israel” en la Patagonia.
La situación mundial es muy difícil, probablemente nunca haya sido más peligrosa desde el final de la Segunda Guerra mundial, incluso durante la Guerra fría. Para intentar entenderlo habría que abandonar las viejas ideas comunes sobre capitalismo y comunismo y comprender lo que probablemente es el leit motiv que subyace en el NOM.
Ya no se trata del viejo comunismo de Marx ni de su teoría del gobierno mundial. El “Mesías” capaz de realizarlo no será el proletariado, sino la plutocracia o burguesía monopolística. Y el gobierno mundial es una etapa hacia el socialismo mundial, pero el socialismo entendido como el poscapitalismo de las grandes corporaciones que las élites dominantes del capitalismo crean para mantener el poder y los privilegios a salvo de leyes y regulaciones nacionales. El nuevo comunismo emergente es un capitalismo monopolista y plutocrático contra el mercado y las naciones. En el que sobramos mucha gente, tanto productores como consumidores. Lo que se ha llamado clase media mantenedora del orden y organización de las sociedades históricas.
Este es nuestro drama como nación y también el de la UE como institución pretendidamente dirigida al Bien común, náufragos fatales de una civilización a punto de ser estrellada por la tripulación que debiera servirla.