Las manifestaciones de agricultores y ganaderos no son un capricho propio de gentes levantiscas, descontentadizas o desocupadas. Tienen importantes y justas razones. Desde hace un tiempo, quizás un siglo con la teoría norteamericana de los «tecnatos», se viene preparando una creciente ofensiva contra las bases de la sociedad civil y contra la agricultura de modo fundamental en la medida que desde el ya lejano Neolítico permite la vida civilizada. En tanto que la agricultura ha permitido el desarrollo histórico de la civilización y se encuentra en la base de la alimentación humana, lo agrario, en sus muchas facetas y dimensiones, se ha convertido en otro blanco de atentados. Vemos las campañas de nazis eugenistas o de psicópatas depravados para acabar con la agricultura y la ganadería dentro de su proyecto genocida disfrazado de Agenda 2030. En la amenazante Europa de la comisionista Úrsula von Trinken se quiere extender la destrucción del sector primario a todo el territorio europeo bajo su ruinosa tiranía. España también está en su encanallado punto de mira.
Aún con todos sus problemas, muy lejos nos queda la llamada revolución verde europea de un Tico Mansholt, o la clásica PAC, Política Agraria Común. Ya no se trata de elegir entre sistemas de producción, más o menos tradicionales y sostenibles, y los que consideran a la agricultura como apéndice del negocio industrial. El Tratado de Roma fijaba los objetivos de la Política Agraria Común, pilar fundamental entonces de la antigua CEE: 1º aumentar la productividad de la agricultura; 2º asegurar un nivel de vida equitativo a los agricultores; 3º estabilizar los mercados; 4º garantizar la seguridad de los alimentos y 5º asegurar precios razonables al consumo.
Hoy todo esto está siendo arrumbado. Con el desacreditado cuento del cambio climático y otras supersticiones liberticidas como pretexto estamos inmersos en un proceso de destrucción sistemática del orden tradicional también en esta actividad básica de la civilización. Transición ecológica, sí pero de la urna a la tumba. Tras la toma del poder plutocrático desde Maastricht se ha venido transformando, de modo que ahora con la UE está vulnerando todos esos objetivos básicos iniciales, arruinando a los agricultores y ganaderos mientras favorece los grandes intereses oligárquicos internacionales ligados al gran Capital financiero, dedicado a dominar y crear valor monetario para el accionista más que a satisfacer las necesidades reales de alimentos de la población. Mediante varias estrategias se externalizan las producciones a terceros países controlados y se sabotea la producción propia europea.
Como ya he comentado en anteriores ocasiones existen dos modelos teóricos geoestratégicos básicos de sectores agrarios.
En el vigente tradicionalmente en España hasta no mucho, se promueve el autoabastecimiento para conseguir independencia o autonomía, de modo que esté asegurado el suministro a precios razonables de los principales alimentos y materias primas de origen vegetal o ganadero que necesita la población y la industria. Esto da lugar, entre otros, al mejor conocimiento de los recursos y su aprovechamiento, a dietas más variadas y saludables, a la promoción del empleo rural, al fomento de una política hidráulica y contra la erosión, la conservación de los suelos y sistemas agrarios, cierta mayor estabilidad financiera, así como al desarrollo de subsectores integrados.
Dentro de esa concepción se asegura el abastecimiento nacional de productos básicos mediante las instituciones oportunas. Y el comercio internacional mantiene un interés relativamente secundario salvo en determinados productos y no es responsable del suministro de alimentos básicos que requiere la sociedad, si bien puede llegar a poseer importantes partidas cara a la exportación. Por ejemplo, cítricos, vinos, aceite de oliva, horticultura temprana o ciertos productos cárnicos.
El otro modelo, considerado habitual o típico en el mundo anglosajón, se basa en el comercio internacional apoyado en “la política de la cañonera”, ahora la OTAN, y no asegura las producciones necesarias para la sociedad en su propio territorio nacional. Se puede especializar en algunos monocultivos cara a la exportación. Salvo en el caso de planteamientos de dominación imperialista por grandes corporaciones puede provocar desajustes, desabastecimientos y penurias, cuando existen problemas internacionales de malas cosechas o dificultad de transporte por razones bélicas u otras- Y se generan relaciones de dependencia y de pérdida de soberanía.
Ahora los traidores dirigentes de la UE pretenden acabar con la producción propia y hacerla dependiente del comercio monopolista de grandes corporaciones basado en terceros países con apenas regulaciones. Importaciones para las que no se exigen los mismos requisitos de calidad o de pretendido impacto ambiental. De modo que, tras el fiasco liberticida de Maastricht, los fondos de la PAC se utilizan para sabotear la agricultura de los países miembros. Sí. Insisto, el problema es que los corruptos dirigentes actuales de la UE siguen consignas ajenas para acabar con la agricultura en coherencia criminal con las actuales políticas demográficas malthusianas.
En el caso español se viene produciendo una pérdida de perspectiva cada vez mayor de lo que nos conviene como nación, derivada de la malversación de la soberanía nacional promovida por el actual Régimen del 78. Aquí, en el degenerado reino español cada vez más dependiente del crimen organizado, la agricultura y la economía rural también están siendo amenazadas por la UE y el propio gobierno testaferro de intereses enemigos ajenos. Sí, por lo que se ve a los nuevos déspotas sin ilustrar ya no les interesa como antes el disputado voto del Señor Cayo porque la idea ahora es erradicarlo. A ambos, el voto y al Señor Cayo. No deja de ser curioso, y al mismo tiempo reconfortante cuando abunda tanto cretino enmucetado, observar que muchos agricultores y ganaderos veteranos con apenas estudios, a diferencia de los ignorantes y embrutecidos conciudadanos tienen una extraordinaria comprensión de los verdaderos problemas y lo exponen con toda lucidez en sus propias palabras.
Con nuestra soberanía en almoneda estamos sufriendo varios procesos conjuntos que han devenido en la actual crisis de abastecimientos, despoblación rural y pérdida de biodiversidad de los sistemas agrarios. Hubo una época no tan lejana en la que la seguridad de abastecimientos en la alimentación se consideraba cuestión geoestratégica de seguridad nacional, de modo que las entidades públicas intentaban regular mercados y sobre todo evitar posibles hambrunas o crisis de subsistencias. Se consideraba que la solución del problema social agrario era fundamental para la vida de España. Se trataba de favorecer los llamados cultivos sociales.
Hoy la idea que se va estableciendo en las nuevas regulaciones es al revés: arruinar a la gente para confiscar las fincas a los propietarios agricultores y colocar los infectos cachivaches solares burlando incluso el requisito legal de la definición del impacto ambiental causado contra la edafología, la flora y la fauna. Sí. Hoy nos encontramos ante un criminal atentado contra todo un universo tradicional que permite la vida. Es preciso enfrentarse a sus causantes antes de que sea demasiado tarde. Recuperar nuestra soberanía perdida va a ser necesario incluso para poder comer. Pero la finca sigue en barbecho blanco o sin semillar.
Por desgracia, los resultados de las últimas votaciones en Galicia son bastante descorazonadores en el sentido que el único partido que apoya a los agricultores y está posicionado en contra de la agenda 2030 ha quedado fuera del Parlamento regional. En cambio se premia el hipócrita oportunismo del que disimula estar a la vez en una acera y en la de enfrente. La resistencia se mantiene extraparlamentaria. El Régimen no ofrece soluciones.
Sin embargo, algo nuevo parece que se mueve en los últimos días. Quizás por las revueltas campesinas o porque se piensa que no es conveniente que se esté yendo tan demasiado deprisa ni tan demasiado lejos, se han producido unas declaraciones de BlacRock, JP Morgan Asset Managament y otras importantes entidades financieras o de inversión que anticipan cierto desistimiento parcial o total en su apoyo a la llamada “alianza climática de la ONU” perpetrada para combatir el pretendido cambio climático. De confirmarse sería importantísimo. Habrá que estar atentos a estas impactantes noticias que pueden dar un giro de 180 grados a la siniestra actual política agraria de la UE y a la de nuestros propios próceres veletas personajillos en busca de autor: