¿Merece la pena que la disidencia se meta en política? Dadas las circunstancias, hay un debate entre los disidentes sobre qué hacer en las próximas elecciones municipales de mayo de este año, si votar o no votar, y si votar, ¿a quién? ¿En blanco o a alguien? ¿Quién o quiénes, qué líderes, qué partidos son los favoritos de la disidencia? Los que dicen que no hay que votar lo tienen claro: consideran que los gobiernos nacionales hace tiempo que no mandan nada en la UE, no están representados. Pero la preocupación de las elecciones municipales es más cercana, pone el acento en los vecinos, en el barrio donde se vive. Y aun ahí, el descontento es muy elevado. En las elecciones municipales del 2019 votaron en blanco 214.000 personas y este año, el 23, habrá, quien sabe, pongamos una cifra generosa, un 10 por ciento más de desencantados. Una cifra que no tendría apenas impacto en los resultados, da igual 214.000 que 235.400. Incluso exagerando la nota, pongamos que vota en blanco un 50 por ciento más, el impacto sería de 428.000 escaños, lo que supondría menos del 2 por ciento de los votos habidos en 2019. ¿Qué sentido tiene entonces votar en blanco salvo el de mostrar insatisfacción con el juego político en el que no se quiere participar? El voto en blanco no es influyente, ni obstaculiza el deterioro de la democracia, tampoco impide que sigamos desconociendo qué ha pasado de verdad durante la plandemia, todo lo contrario, permite que nos sigan ocultando lo ocurrido entre 2020 y 2022, y evitan que podamos plantarnos ante los micrófonos y periodistas de la mass media clásica para denunciar lo ocurrido.
Lo que podría determinar el futuro de los ayuntamientos en los próximos 4 años es la disidencia y la abstención, que tanto en las elecciones de 2015 como en las de 2019 fue superior a ¡12 millones! Aún asombra la cifra. Disidente puede ser cualquiera, está entre los votantes habituales, los votantes nulos o en blanco, los que ni votan, o los absentistas, pero lo lógico es pensar que salgan de los absentistas, de aquellos que ya están descontentos con el sistema y sus políticos. ¿Cuántos disidentes habrá pues en el país: 100.000, 1.000.000, 10.000.000? Es difícil saberlo con certeza. Uno de los factores a la hora de reconocerlos está en quienes han rechazado las vacunas experimentales, todas. El 15 de enero de 2022 leemos en internet que el 6,7% de la población total de España, alrededor de 3,2 millones de habitantes, no se han inoculado vacuna anti CODID alguna. La información proviene de la Agencia EFE. En octubre del año anterior, tres meses antes tan solo, El Confidencial publicaba que eran 4,5 millones los no vacunados. ¿Qué pasó en esos meses? El miedo al Ómicron, dicen en la nota de EFE, hizo que 1,3 millones se dejaran inocular los medicamentos experimentales. Lo curioso del artículo de El Confidencial es que citaba como posible fuente al barómetro trimestral del CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, y que en este consta que un 5,4 por ciento de los encuestados admitió no haberse vacunado. En el INE, Instituto Nacional de Estadística, figura que en España hay 47.615.034 habitantes, por lo que el 5,4 por ciento equivaldría a 2,571.211 personas contrarias a las vacunas. Una cantidad de disidentes que sería distinta si se tiene en cuenta que los menores de edad no votan.
Si consultamos internet ayudados por alguna sencilla herramienta de marketing tampoco sabremos con precisión cuántos disidentes hay, pero si sabremos la tendencia e interés habitual en la búsqueda diaria de la palabra/logaritmo disidencia, y de otras relacionadas con ella, como negacionismo. Hay que hacer la observación de que la palabra/algorimo disidencia lleva acarreado el problema de que se usa de manera indiscriminada para definir otras muchas situaciones sociales y políticas, por eso entendemos que es necesario también incluir en la búsqueda la palabra/algoritmo negacionista, término despectivo con el que se suele definir a quien critica la respuesta que dio el sistema al virus SARSCOV 2, si es que este existiera, muchos de los disidentes también discrepan de ello.
La media mensual de búsquedas de “disidente” es de 9900, más otros 5000 en conceptos afines. Negacionista es buscado en 5.400 ocasiones, más otras 3000 en conceptos afines. Por ejemplo, se busca acompañada de los nombres de los disidentes más populares y significados, como son Miguel Bosé, Paz Padilla, Juan Manuel de Prada… Ninguno de ellos presumibles candidatos de la disidencia en las elecciones municipales.
Para comparar, también miramos la palabra/algoritmo PSOE, que arrojó el resultado de 60.500 búsquedas mensuales más 50.000 relacionadas con ella. Es decir, que la media mensual de búsquedas del nombre del partido político que gobierna este país es de 111.500, o lo que es igual, 306 veces al día. Mientras, la disidencia sería buscada 23.300 veces al mes, alrededor de 15 veces al día.
Este es uno de los posibles marcos en los que se moverían los presuntos candidatos a recoger los votos de la Disidencia en España. Las preguntas que quedan en el aire serían: Caso de que hubiera un candidato, o candidatos ¿habría suficiente voto disidente? Dónde están ubicados, lo sabemos, pero ¿saldrán de allí para votar al mismo candidato? ¿Se presentará la Disidencia bajo unas únicas siglas?
Los más organizados y que cuentan con una base más sólida para liderar un movimiento político de estas características es Dulce Revolución, con Josep Pàmies a la cabeza, pero este dijo en MadridMarket que si votan a alguien lo harán a Escaños en Blanco. Lo demás que queda son personalidades como los abogados Luis De Miguel Ortega, quien dio a entender en una entrevista también realizada en MM que estaría dispuesto al menos a considerarlo, y parece que también el abogado Aitor Guisasola, el hombre de los Boletines Oficiales, creador del MRPE, Movimiento Regeneración Política de España. De este presunto candidato sabemos lo que dice su página web, pero apenas nada de su realidad.
Del que se sabe que ha llegado a inscribirse como partido político es del PTN, Partido de las Terapias naturales, un partido minoritario temático que defiende y promociona las terapias naturales. Al parecer, tras este escaparate está una de las grandes asociaciones de naturópatas, que cuenta con alrededor de 11 mil afiliados. ¿Serán las terapias naturales reclamo suficiente para que la disidencia se refugie tras sus siglas?
Por último, hay un movimiento civil canario que se nutre de las asociaciones de vecinos, que se presentará con ellas a las municipales canarias y que de presentarse está meditando cómo y con quien hacerlo en el resto del país.