La reunión en Londres de los próceres de la UE no deja de ser paradójica. Lo primero
porque el RU previsoramente abandonó las exquisitas delicias de Bruselas. Lo segundo
porque intentó comportarse como el hada madrina que consolaba las incontenibles
amargas lágrimas del pobrecito Zelenski regañado y castigado por la malvada bruja
Trump. Lo tercero porque muestra la falta de visión estratégica como estadistas de una
casta política degradada cuando no simple y llanamente degenerada o cómplice con los
peores vicios que se puedan imaginar. Se lo pueden preguntar al mismísimo anfitrión.
Gentes que han sido aupadas a lo más alto de las cucañas nacionales e internacionales
por personajes de la peor calaña y sirven intereses ajenos a los de los ciudadanos
europeos que pretenden representar.
Si EEUU culminase su advertencia de “irse” de la OTAN y de Europa, la situación
resultaría harto problemática para los intereses de la oligarquía europea que tiene su
instrumento de dominación y saqueo en el podrido tinglado de la UE actual. Pero sería
el resultado de su propia corrupción, malicia y estupidez que pagamos todos a escote.
Para la casta política reunida en Londres parece que se presentan tres grandes variantes:
la conservadora, la restauradora y la que pudiéramos llamar utópica. Las dos últimas
pueden darse en diferentes combinaciones más que en forma pura. La utópica también
puede ser muy diferente.
Las conservadoras tratan de mantener lo que se posee. Las restauradoras de recuperar o
reconstruir un pasado que se considera ideal. La vista puesta en el retrovisor y con el
problema de la histéresis. Y las utópicas de culminar el proceso del NOM y de la
agenda 2030. O bien, sensu contrario, de llegar algún tipo de acuerdo de largo alcance
con Rusia que permitiera una coexistencia pacífica basada en el comercio y el respeto
mutuo.
Lo que se posee va a ser imposible de mantener o conservar salvo por la eliminación de
Trump y de la administración norteamericana actual, que probablemente sean la punta
política de un iceberg de otra facción importante de la oligarquía americana.
La restauradora deberá hacer frente al declive, transformación sino desaparición de las
actuales UE y OTAN. Los EEUU patrocinan cerca de un setenta por ciento del
presupuesto de la OTAN, de manera que su retirada parcial o total debiera ser cubierta
por los demás miembros lo que supone un esfuerzo presupuestario tremendo en
“defensa” con un posible coste electoral que la casta política deberá asumir en tiempos
de decadencia y recesión, con cada vez mayor resistencia ciudadana. La política woke a
la que las degradadas instituciones de la UE someten a las diferentes naciones tiene
efectos sociales y económicos devastadores y en realidad significan un proceso
demoledor insostenible que tiende a otra forma de sociedad. Más bien se trataría de
restaurar un proceso de destrucción como en el que nos encontramos, no un estado
estacionario sostenible. El presupuesto de defensa no se aplicaría a satisfacer las propias
necesidades nacionales de cada país miembro sino a las del gran capital financiero que
domina la política europea. Cuando todo va peor para el ciudadano común y las
amenazas de desastre aumentan, sube la bolsa.
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Corolario de la opción restauradora es hacer que pese a la retirada de EEUU la paz sea
muy difícil sino imposible, el conseguir que Rusia no acepte ningún acuerdo hasta que
se debilite más, y que Ucrania luche para engordar la lucrativa gusanera hasta el último
ucraniano que no pueda escapar de la encerrona mortal. Para ello pretenden: Más ayuda
militar y sanciones a Rusia. Ucrania debe recuperar todos sus territorios y debe ser parte
de las negociaciones. El RU con otras naciones formará una coalición militar para poner
tropas en el terreno en vez de las de la OTAN como al principio de la crisis. Un ejército
europeo muy abigarrado y políglota. Pretende obligar a la UE a aumentar la
financiación al corrupto régimen de Kiev.
Este plan parece inspirado en el del European Council on Foreign Relations (ECFR)
fundado en 2007 por un laborista británico con financiación inicial de la Open Society
Foundations de George Soros representa una peligrosa estrategia de escalada que
llevaría a Europa a una guerra contra Rusia mediante Ucrania interpuesta a mayor
granjería del gran capital.
El plan del ECFR presenta unos puntos clave: El masivo rearme de Ucrania, financiado
con fondos de la UE. Nuevas sanciones contra Rusia, a pesar de que las anteriores
hayan dañado más a Europa que a Moscú. Una agenda europea de alto el fuego que se
definirá sin Rusia. Una obligación de rearme para la UE, con un aumento del gasto en
defensa hasta el tres por ciento del PIB. El ECFR también exige para Ucrania 40 mil
millones de euros en 2025, y inversiones a largo plazo equivalentes al 0,25 por ciento
del PIB de la UE. Pero no hay respuestas sinceras a la pregunta: ¿A dónde va en
realidad todo ese dinero? El lector lo entenderá.
La pretensión de reemplazar a EE. UU. como potencia líder, a pesar de que Europa
depende de Washington, es difícil. Para reemplazar a EE. UU., la UE tendría que poseer
primero el poder militar, financiero y estratégico norteamericano. Y eso es precisamente
de lo que carece: La UE no tiene un ejército propio y depende completamente de la
OTAN. Y eso no se improvisa. Los EE.UU. aún controlan el dólar y dirigen los
principales flujos financieros globales, mientras que gracias a las infames políticas woke
la UE está económicamente debilitada y luchando contra tendencias recesivas. La UE se
ha metido en una trampa donde se encuentra sin casi opciones propias. Una solución no
razonable ¿pero hasta qué punto siquiera posible?
Este intento de la UE de entrar en conflicto con Rusia y Washington a la vez no parece
muy realista ni conveniente: los próceres de la UE no son precisamente estadistas, están
demasiado desunidos y posiblemente no podrían ponerse de acuerdo incluso si
quisieran. Además la amenaza de una guerra terrible en la geografía europea debiera
tener efecto disuasorio para cualquier dirigente medianamente responsable. De modo
que a no mucho tardar es de suponer que Europa se adaptará a la nueva política
estadounidense. Las nuevas condiciones de interacción con los EE.UU. serán
claramente peores y no le quedará más remedio que consentir el final de la guerra.
De modo que la restauración tampoco parece realista ni conveniente. Si Europa no se
despide pronto de estas fantasías tan peligrosas, se avecina un futuro en el que el
continente no será el pretendido «líder del mundo libre», sino solo el próximo campo de
batalla geopolítico de una civilización en descomposición acelerada.
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Para finalizar este apunte, desde la perspectiva de la utopía, afortunadamente la Agenda
2030 estaría muy tocada si se secase la fuente de de financiación del USAID, y el
NOM quizás a partir de ahora ya tampoco será como se pretendía. Lo que no quita que
en España aún pueda seguir haciendo mucho daño de mantenerse el régimen y casta
política actuales.
¿Europa, con o sin la UE, encontrará una estrategia independiente basada en la
diplomacia, la coexistencia pacífica, la estabilidad económica y un definición de poder
inteligente y satisfactorio para los intereses de los europeos?
Para los ciudadanos europeos de bien esta es la única opción conveniente y razonable.