LAU BURU TECNOLOGÍAS comercializa varios productos, todos ellos con impacto biológico, mejorando la calidad de vida. Hay uno, pequeño, redondo, que se usa en los teléfonos móviles; hay otro que llaman tarjeta y que fue pensada para llevarla en el cuerpo, en el bolsillo, pero que también puede usarse en el router, sacándola de una funda donde va metida. “Tiene los mismos efectos que en el teléfono móvil multiplicado por dos”, según su creador, el ingeniero Asier Arregi, con quien charlamos. “Estos dispositivos no se deben llevar siempre en el cuerpo, por las noches y cuando no estás expuesto se puede descansar”, advierte. Otro de sus dispositivos es el Lau-Buru colgante que “se coloca a la altura del corazón, que es nuestra fuente de inducción magnética natural”.
“El dispositivo tipo esvástica se utiliza en terapias, se coloca en camillas para equilibrar los chakras, para conseguir equilibrados energéticos, relajaciones profundas”, aclara Arregi.
“Hay miles de estudios de las radiaciones electromagnéticas y varios miles de ellos demuestran efectos biológicos en la sedimentación de la sangre, en el sistema nervioso, en los glóbulos rojos, en la fertilidad, relacionados con el cáncer y hasta con la rotura de ADN, cuando la exposición es a largo plazo”, denuncia el ingeniero español Asier Arregi, creador de estos sistemas de protección contra las corrientes electromagnéticas. Sin embargo, los campos electromagnéticos no son ni buenos ni malos pues según como se usen pueden ser benéficos. Hay patentes para regeneración del tejido celular, aclara Arregi, para quien nosotros, los humanos, somos máquinas electromagnéticas ya que “todo funciona por electromagnetismo, hasta los pensamientos, es más, sin el fondo electromagnético de la Tierra no habría vida”.
En LAU-BURU TECNOLOGÍAS empezaron con un producto que parece una esvástica (del sánscrito: objeto que conduce al bien) y que ellos llaman precisamente lau-buru (4 cabezas, del euskera), objeto que tiene encriptada mucha geometría. “En el núcleo hay un dodecágono – continúa Aregi-, y haciendo hexágonos, uno encima del otro, que es como cristaliza el agua llegamos al diámetro exterior. Entonces el núcleo resuena con el exterior, es como un resonador. Dentro, encriptada, hay mucha organización geométrica de cómo se forman incluso las primeras moléculas de la vida a partir de la fotosíntesis y de los primeros azúcares. Y luego está lo que hemos integrado, que son minerales, entre ellos el cuarzo. Si se le coloca al agua se demuestra que se reorganiza, busca la información original del manantial del que surgió”.
El ingeniero plantea que hay muchos investigadores que han hecho curaciones con los campos electromagnéticos ya en el siglo XIX. “Con descargas eléctricas hay curaciones de visión, de oído… Fue medicina del pasado, es del presente y será del futuro”
“Lo que hacen sus protectores es interactuar con las corrientes electromagnéticas modulándolas y convirtiéndolas en biológicamente aceptables”, concluye el ingeniero, quien asegura tener varias investigaciones en marcha para demostrarlo.
“Cuando estudiamos una vivienda o una oficina estudiamos la geometría de ese lugar, es decir, activamos esos espacios energéticamente -señala-.. Colocamos dos dispositivos de la esvástica equidistantes respecto del centro geométrico buscando una medida armónica y una orientación también armónica. Requiere de un estudio más profundo”.
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